Capítulo 8

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Regresamos a Crestwood después de nuestras vibrantes vacaciones en Chicago, pero la rutina se volvió monótona rápidamente. Mis amigos Jane y Erick aún no habían regresado de sus vacaciones, y los días sin su compañía se tornaban aburridos. Cada vez que intentaba proponerle algo a Alex para romper la rutina, él parecía reacio a aceptar. La espera se volvía tediosa, y la ausencia de nuestros amigos dejaba un vacío en nuestras actividades diarias. Con cada día que pasaba sin ellos, la necesidad de encontrar algo emocionante para hacer se volvía más evidente.

Ante la monotonía de los días sin Jane y Erick, decidí llamarla mi mejor para romper un poco la rutina. Después de unos tonos, finalmente, Jane contestó emocionada.

—¡Hola! ¡Qué alegría verte! —exclamé.

—¡Hola! Estoy a punto de volver. ¿Cómo estuvo tu viaje a Chicago? ¿Y cómo lo pasaste con Alex? —preguntó Jane con entusiasmo.

Le conté sobre nuestras aventuras en la ciudad, y el conciertos, pero muy resumido para contarle bien cuando ella volviera.

—¡Suena increíble! Estoy emocionada de volver y escuchar todos los detalles. Nos vemos en tres días. ¿Podemos hacer algo divertido cuando regrese?

—¡Definitivamente! Es tan aburrido sin ti. Alex no quiere hacer nada. — me confesé.

—¡Oh, ya veo! ¿Alex no quiere hacer nada? —preguntó Jane con curiosidad.

—Sí, parece que se volvió un poco más reservado estos días. No sé qué le pasa. —respondí, intentando ocultar un dejo de preocupación.

—Cuando regrese, planearemos algo ¿Te gustaría hacer una cena o tal vez una fiesta en casa?

—Eso suena bien. —comenté, agradecida por la propuesta de Jane.

—¡Genial! Entonces, cuando regrese, organizamos. ¿Algo más que deba saber antes de volver?

—No mucho, solo que los días sin ustedes se volvieron aburridos. Estoy ansiosa por verte ¡Nos vemos pronto!

Después de despedirnos, me quedé pensando en cómo cambiarían las cosas con el regreso de Jane y Erick.
Decidí ocupar el tiempo restante antes del regreso de Jane en algo más que la espera. Opté por sumergirme en mis actividades habituales, tratando de retomar la normalidad y mantenerme ocupada.

En un intento por animar las cosas, propuse a Alex realizar alguna actividad juntos. Sin embargo, su reserva persistía, y cualquier intento de romper la monotonía resultaba en un rechazo sutil. Decidí no insistir demasiado, respetando su espacio mientras intentaba entender las razones detrás de su comportamiento reciente.

Después de considerarlo un momento, decidí aceptar la invitación de Daniel, la cual había llegado antes de mi viaje a Chicago. Me animé a escribirle, pensando que sería una buena oportunidad para pasar un rato agradable y despejar un poco la monotonía de esos días en Crestwood.

¡Hola Daniel! ¿Cómo estás?


Daniel: Hola! Todo bien. ¿Cómo va todo por Chicago?

Muy bien, pero ya estoy de vuelta en Crestwood. ¿Te gustaría hacer algo esta tarde?


Daniel: ¡Claro! ¿Un helado suena bien?

Suena muy bien ¿A las 6 en la heladería del centro?


Daniel: Nos vemos allí.

Después de confirmar los planes con Daniel, me dirigí al baño, donde me sumergí en una ducha revitalizante. El agua tibia caía sobre mi piel, llevándose cualquier rastro de tensión acumulada en esos días. Una vez lista, envuelta en una suave toalla, me dirigí hacia mi armario.

Me decidí por un conjunto cómodo y fresco. Opté por un short de jean, combiné el short con una remera ligera y en mis pies, elegí un par de Converse blancas, que no solo añadían un toque casual al conjunto, sino que también prometían comodidad para caminar por la ciudad.

Con mi melena suelta y natural, lista para enfrentar la tarde, me miré en el espejo con una sonrisa. Al mirarme en el espejo, noté que mis mejillas tenían un sutil tono rosado.

Al salir de casa, me sorprendió ver a Alex lavando su auto justo afuera de su casa. Nuestros ojos se encontraron, y él me saludó con un simple asentimiento de cabeza. Aunque no intercambiamos palabras, sentí una tensión peculiar en el aire.

Decidida a no dejar que eso afectara mi plan, continué hacia la heladería. A pesar del breve intercambio con Alex, me esforzaba por mantener mi atención en la salida que tenía planeada.

Al acercarme a la heladería, divisé a Daniel esperándome con una sonrisa amistosa. Se veía elegante y relajado, como si el verano se reflejara en su estilo. Nos saludamos con entusiasmo y entramos juntos a la heladería, impregnada de la dulce fragancia de los helados.

—¡Hola! Me alegra que hayas venido. ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Daniel, extendiendo una mano en dirección a la variedad de sabores.

—Fue bien, bastante tranquilo. ¿Y el tuyo? —respondí, explorando las opciones de helado antes de tomar una decisión.

—Relajado. Así que, ¿algún sabor favorito?

—Creo que me decidiré por el clásico de chocolate hoy. —dije, sonriendo.

Después de tomar asiento en un rincón acogedor de la heladería, Daniel y yo continuamos nuestra charla distendida, dejándonos llevar por temas variados que nos iban revelando más el uno al otro.

—Así que, ¿a qué te dedicas? —preguntó Daniel con interés.

—Estudio medicina. ¿Y tú?

—Trabajo en marketing digital. Es un mundo creativo y siempre hay algo nuevo que aprender. —explicó con entusiasmo. —A propósito, ¿qué te inspiró a estudiar medicina?

—Siempre he sentido la llamada de ayudar a los demás y la medicina me brinda la oportunidad de hacerlo. Además, la ciencia y el cuerpo humano me fascinan. ¿Y tú? ¿Cómo llegaste al marketing digital?

—Siempre me ha gustado la creatividad y la forma en que la tecnología puede conectar a las personas. —respondió. —Así que, medicina, suena increíblemente interesante. ¿Algún área específica que te llame más la atención? —preguntó Daniel, tomando un sorbo de su helado.

—Sí, estoy pensando en cirugía. Me atrae la idea de poder hacer una diferencia tangible en la vida de las personas. —le respondí, jugando con mi cuchara.

—Vaya, eso suena como una vocación real. Respeto total por eso. —dijo él, con una mirada genuina. —Y cuéntame más sobre ti, ¿alguna pasión secreta que no aparezca en tu expediente académico?

—Bueno, no sé si es secreta, pero siempre he tenido una debilidad por la escritura. —confesé, sonriendo.

—¡Qué interesante! —exclamó. —Yo soy más del lado creativo también, pero en el mundo del marketing.

La tarde se deslizó entre risas y charlas, la conversación fluyó sin esfuerzo, y me di cuenta de que disfrutaba mucho de estar con Daniel. Su interés genuino y disposición para escuchar hicieron que la tarde fuera aún más especial.

Cuando terminamos nuestros helados, la luz del sol empezaba a ceder ante la llegada de la noche. Pagamos y nos despedimos en la puerta de la heladería. Quedamos en volver a vernos pronto, y Daniel se ofreció a acompañarme hasta casa.

—Ha sido una tarde increíble. —dijo él, sonriendo.

—Sí, la he pasado muy bien. Gracias por invitarme a salir. —respondí sinceramente.

Caminamos juntos por las calles, compartiendo risas esporádicas y pequeñas confidencias. Cuando llegamos a mi puerta, nos detuvimos.

—Gracias por acompañarme. —le agradecí.

—Fue mi placer. Nos vemos pronto, ¿sí? —propuso él.

—Definitivamente. Hasta luego, Daniel. —me despedí con una sonrisa.

Observé cómo se alejaba antes de entrar a casa.

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⏰ Última atualização: Nov 21, 2023 ⏰

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