Al día siguiente los tres nos levantamos, le dimos una pastilla a Jack para la resaca que tenía y le hablamos sobre alguna otra novedad que pasó durante la fiesta (omitiendo lo mío con Liam). Luego de esto él nos contó como Jude le dio su número de teléfono y que al día siguiente se iban a ver para tomar algo, así que él iba a planear toda una cita perfecta y Hanna entusiasmada aprovechó para ayudarle.
Ambos hablaban y hablaban de ideas que podía implementar él en la cita para que fuera una muy diferente a las demás que quizás haya tenido, yo casi no participé en ello, no tengo ni idea de que es una cita, nunca me he involucrado con nadie románticamente hablando, en algún momento de mi vida había tenido algún lío esporádico con cualquier tío con la intención de superar ciertas cosas, ciertos miedos pero al final me entraba la ansiedad y no era capaz de hacer nada, los chicos al verme de tal manera se asustaban y me dejaban ahí plantada mientras yo trataba de recomponerme sola, otros decían que era una calienta «ya saben que sigue aquí » y al final nunca me esforcé en volver a tener ese tipo de líos o de ligar. ¿quién mierda va querer a alguien defectuosa como yo en ese sentido? Ni siquiera sé si en algún momento voy a poder tener una vida sexual activa, no sé si en algún momento podré llegar a querer a alguien como para contarle toda mi mierda sin miedo a que me rechace o me juzgue por ello, porque sé que no soy una persona fácil de tratar y menos cuando se trata de hombres, siendo Jack claramente la excepción.
Aparto tales pensamientos de mí mente el resto de la mañana mientras convivo con los chicos, primero porque son autodestructivos y no me quiero adelantar al futuro, dado que mi presente todo está muy bien y segundo porque no quiero amargarme, no quiero desgastar de mi energía y mucho menos volver a caer en el hueco donde de tanto trabajo me ha tocado salir y eso mismo me diría mi psicóloga.
Jack después de unas cuantas horas me deja en mi casa, nos despedimos, le deseo suerte con la cita de mañana y entro a mi casa.
A la primera que veo es a mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y a que se debe tanta sonrisa.?- digo cerrando la puerta tras de mí. – No me digas que vino un payaso a la casa hacer una función y me la he perdido. -Digo bromeando y ella suelta una carcajada divertida.
-Cielo, ha venido el payaso buscándote y tuvo que hacer la función sin ti, no te podía esperar.-dice ella siguiendo la broma.
Ambas nos reímos, lo que más amaba de mi madre y yo era nuestra relación, la complicidad que había en ella, era la razón por la que no me daba el lujo de rendirme, era ella mi faro de luz cuando necesitaba una guía, cuando necesitaba una luz, porque a pesar de toda la oscuridad que nos rodeó en su momento esa chispa que la caracterizaba nunca se fue, nunca se esfumó y ahora está más que encendida, está en su máximo esplendor y la admiración que siento eso y por ella siento que a veces no me cabe en el pecho.
-Bueno, desembucha que te tiene tan feliz- digo mientras me tiro en el sofá mirándola
Esta vez ella me lanza una sonrisa tímida.
-Que ha sido una noche maravillosa con Robert aquí, acompañándome, a parte la cena que tenemos esta noche- dice entusiasmada y por un momento creo que le van a salir corazones alrededor de la cabeza.
-No me digas que tuvieron sexo candente aquí donde acabo de sentarme.-digo divertida poniendo cara de asco
Se pone roja inmediatamente
-¡¿Qué?! Claro que no.-suelta una risilla mientras se le baja el color del rostro-Bueno... puede que en mi habitación.
Suelto una risotada.
-¡Lo sabías!, ¡lo sabía!- digo con ojos amenazadores. – Con que aprovechando mis salidas, para hacer de las tuyas... te he pillado, pero no quiero saber detalles, gracias.
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Dulce Impulso
Roman d'amourKatie se ha mudado con su madre a L.A California por varias razones; La principal y la más importante es olvidar los monstruos de su pasado, la segunda adaptarse a una nueva vida y la última controlar sus impulsos. El hecho está en que jamás pensó...