CAPITULO 42 - Manhattan y sus luces.

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No puedo creer que me haya cumplido lo que hace semanas atrás me dijo en broma que iba hacer.

Ni en mis sueños más locos me hubiera imaginado esto y lo que veo, lo siento tan irreal, tan único. Allí están las fotos que me tomó el día de la playa, por la cual tuvimos una discusión, entre las olas estoy yo, riendo. Creo que es una de las risas más genuinas he tenido desde que mi vida empezó a cambiar para bien y en ese momento apenas estaba disfrutando del cambio de este nuevo camino. La siguiente fotografía que mis ojos ve es el día en la cafetería donde yo lo estaba espiando y que él me descubrió, llegó a mi mesa y me fotografió haciendo mala cara.- sonrío porque me veo graciosa. – Luego, está  una del día que me lastimé el pie en nuestra primera reunión familiar y el jodido se encontraba en el auto conmigo, salgo de perfil, distraída, mirando a través de la venta-y recuerdo lo mal que me caía pero a la vez despertaba algo dentro de mí – la siguiente es una de mi tocando el piano, creo que para ese entonces aún no nos llevábamos bien, quizás me la tomó a escondidas... jamás me había visto de esa manera, desde una foto, haciendo algo que me gusta, tan apasionada, con los ojos cerrados y vibrando frente las notas que para ese momento estaba sonando.

Sigo dándome la vuelta bajo mis pies en el lugar y hay una infinidad de fotos mías, siendo feliz, estando pensativa, en ocasiones bajoneaba, dormida, riendo a carcajadas, leyendo, tocando guitarra, tratando de aprender a tomar fotos con otra de sus cámaras, unas que capturó él, yo siendo consciente que me fotografiaba que ni por las curvas creía que estarían allí en dicho salón, colgando en las paredes y transmitiendo tanto en ellas.

Me detengo, cuando empezamos aparecer ambos en los cuadros, una es la foto que nos capturaron en el cumpleaños de Paul, otra es de un día en la piscina detrás de la casa pero quien nos la tomó fue mi madre, ambos estamos riendo a carcajadas por un chiste súper malo que hizo él, otra es a través de la ventana de algún restaurante por el que pasábamos y donde me hizo detener para capturar el momento, sin importar que al otro lado del vidrio la gente nos mirara raro, la que sigue es en el espejo de su habitación, donde él se encuentra de espaldas a este mientras me tiene entre sus brazos y yo capturo el momento con una sonrisa.

Me sobresalto cuando siento sus manos rodeándome la cintura desde atrás y apoya su barbilla en mi hombro.

-Si supieras lo que me causa verte llorar -Me susurra, haciéndome girar para quedar frente a él.

No percibido que efectivamente estaba llorando silenciosamente hasta que él lo menciona.

«Es que tingo un corazón de pollo »

Miro a Liam a los ojos y este los tiene mucho más verdes de lo normal, un color más potente, más profundo. Voy a limpiarme las lágrimas que reposan en mis mejillas pero él me detiene y las limpia con sus pulgares de manera suave mientras suspira.

-Lo siento, no me había dado cuenta que estaba llorando.-Me disculpo en un susurro.

-No tienes por qué disculparte.-Me asegura aun mirándome mientras acaricia mi rostro ya seco.

-Siento disculparme por como reacciono ante algo...-Comienzo a balbucear. -Sé que ni siquiera debería llorar por esto tan lindo, esto no es un motivo para llorar... solo que me emociono ¿sabes?... o claro que lo sabes, que idiota... bueno... no tenías por qué hacerlo... bueno... si era lo que querías... pero no ahora, suficiente tienes con el resto de las exposiciones... no estoy minimizando lo que hiciste... emm... mierda creo que la estoy cagand...

Me callo cuando Liam pone su dedo índice entre mis labios mientras me mira con una sonrisa de esas que dejan ver sus hermosos hoyuelos, yo llevo mis ojos hacia sus labios por inercia y siento una corriente eléctrica atravesar por mi espina dorsal.

Dulce ImpulsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora