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Carlos Sainz, el apuesto piloto de carreras, y Amelia, una mujer con una sonrisa radiante, caminaban por la alfombra roja de un evento glamoroso. Las cámaras parpadeaban, inmortalizando la imagen de la pareja que aparentaba ser la envidia de todos. Sin embargo, en la privacidad de sus pensamientos, existía una verdad que amenazaba con empañar la fachada de felicidad.
Carlos y Amelia, unidos por un contrato que dictaba su presencia en eventos públicos como pareja, llevaban consigo el peso de una realidad compleja. Mientras las luces del evento se reflejaban en sus rostros, Amelia creía con firmeza en que, con el tiempo,podría conquistar el corazón de Carlos, cambiar las reglas del contrato y convertir la farsa en una historia de amor genuina. Esa noche, después de la pomposidad de la gala, Carlos y Amelia se retiraron a un rincón tranquilo. Se sentaron en la terraza de un elegante restaurante, rodeados por la serenidad dela noche estrellada.—"Creo que, con el tiempo, lograré que te enamoras de mí de verdad, Carlos", dijo Amelia con una chispa de determinación en sus ojos. Carlos ascendió, aunque e nsu interior sabía que había un límite insuperable. Cada gesto cariñoso de Amelia, cada intento de acercarse a él, eran recibidos con una barrera invisible que él no podía traspasar. Aunque en la superficie representaban la pareja perfecta, en la penumbra de sus pensamientos, la verdad se agitaba como una tormenta.
