CAPÍTULO 63

4.3K 158 0
                                    

SARA

Domingo, 26 de mayo, 11:01

—Tenías razón... —murmuré todavía un poco adormilada—. Que me folles sin celos es muchísimo mejor...

Estiré las piernas bajo las sábanas. Me dolían los muslos de todo lo que había pasado anoche.

¿Lucas cumplió su promesa? Pues vaya que si la cumplió... Creo que nunca me había follado así. Me dejó tan exhausta y tan satisfecha que me quedé completamente dormida en cuanto me atrajo hasta su pecho.

Lo vi girar la cabeza para mirarme y cómo parpadeaba despacio, mientras una pequeña sonrisa se escapaba de sus labios. Una sonrisa de puro orgullo, supongo que recordando todo lo que habíamos hecho.

—¿Has dormido bien? —Su voz salió ronca, pero a la vez con una suavidad muy reconfortante.

—Demasiado. —Mi mano fue a su espalda, acariciando con calma su piel—. ¿Tú?

Todavía estaba bocabajo, de cuando a mitad de la noche intercambiamos posturas y fue su cabeza la que se hundió en mi cuello.

—Jodidamente bien. —Sentí sus dedos sobre uno de mis muslos desnudos—. Entonces, ¿te gustó lo de ayer? ¿Lo hice bien, pequeña?

Un escalofrío recorrió mi columna solo de recordarlo.

¿Cómo podía ser tan sirvergüenza de preguntarlo en ese tono de voz como si no me hubiera follado como un puto animal?

—¿Esto quiere decir que sí? —preguntó cuando sus dedos hicieron contacto entre mis pliegues, mojándose con mi humedad.

—Mi amor, como me des otro orgasmo, me desmayo —le advertí casi sin aliento.

—¿Un masaje mejor? —Apartó sus dedos de mi sexo y los llevó de nuevo a mis piernas, masajeando con habilidad mis músculos doloridos. Destensándome.

—Sí... —suspiré. Sentir su mano aplicando la justa presión sobre mi piel me estaba derritiendo—. Te quiero...

Lo oí reírse.

—Yo también te quiero. —Sus dedos siguieron masajeando más. Más tiempo. Más calma. Más relajación.

Estaba profundamente enamorada de sus manos. Esas manos que eran capaces de hacer que me retorciera de placer, y también hacerme morir de gusto. Esas manos habilidosas que me sostenían para no caerme, pero que, a la vez, me empujaban para seguir avanzando. Para seguir superando miedos. Esas manos que quería seguir agarrando durante el resto de mi vida.

—Gracias... —murmuré demasiado bajito cuando, tras varios minutos, volví a sentir mis piernas con normalidad—. Te juro que no las sentía.

Su mano no se movió de mi muslo, solo empezó a trazar delicadas caricias por él. Recorriendo con calma todos los rincones de mi piel.

—Lo siento, pequeña, es que llevaba muchos días conteniéndome.

—¿Conteniéndote? —Me reí—. Pero si follamos todos los días, Lucas.

—Ya, pero llevaba una semana haciéndote el amor despacio para que el día de tu graduación no caminaras raro.

Me reí. Ahora sí que me reí. Sin parar y demasiado fuerte.

¿Era verdad lo que estaba diciendo? Pues probablemente sí, porque, ahora que lo decía, sí que habíamos follado más suave de lo normal durante estos últimos días.

—Qué considerado, mi amor —me burlé entre sonoras carcajadas—. Creo que es lo más romántico que has hecho nunca por mí...

Él también dejó escapar una carcajada, aunque en el fondo sé que no quería hacerlo. Sé que estaba intentando hacerse el ofendido.

Desde Siempre Fuimos [+18]Where stories live. Discover now