SEIS

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PHOEBE

—Fuera de aquí, Black —Declaro tajante mientras él me hace ojitos de oveja a punto de ser sacrificada.

Lo miro de mala manera.

—Me habéis quitado a mi hijo, sabéis que ni con toda la ley a mi lado, podré luchar con vuestro padre. Eso no se hace hombre. ¡Fuera de aquí, ahora mismo! O les diré a todos que apellido tienes. —Las palabras salen de mi garganta a toda mecha, asperas contra mi cuello.

—Oh, vamos...Phoebe, por favor. Soy tu Kendall. El universitario inocente. El mejor de los Black. Tu cuñado favorito. Hazme este favor, y durante la cena te traeré a tu hijo. Solo una cena. Es todo lo que te pido. —Argumenta él con una sonrisa sincera al ver mi cara de dolor y rabia.

—Maldito Kendall. Siempre te he querido como un hermano. Esa chica, Arabella, es importante para ti ¿cierto?—Pregunto arqueando ambas cejas con sorna.

Él me da un golpe en el hombro.

—Es mi mejor amiga.—Aclara él convencido, como si estuviese afirmandose la respuesta a si mismo también.

—Ehem...Claro...Ahora señorito universitario ¿puedes irte? por tu culpa idiota me he quedado sin pausa para comer...—Le riño entre risas. —¿Cómo está mi pequeño?—Añado seria.

—Luke odia a su padre y ama a Caleb. Lo cuál es extraño. Porque todos odian a Caleb. Da miedito. Pero Luke y él se entienden de maravilla. Le hemos inscrito a un colegio privado. Bueno, George es quien le ha inscrito. Terrance dijo que era mejor que siguiese en su colegio. Pero...La gente haría muchas preguntas al ver llegar a un niño en limusina y con dos guardaespaldas y un mayordomo con él. —Sonríe.—Bueno, el caso es que Luke a diferencia de nosotros crecerá teniendolo todo. Dinero, poder, amor, estatus...

Lo miro con los ojos llenos de lagrimas. No puedo evitarlo. Doy un golpe en la mesa. Y todos los del café se voltean sobresaltados a verme. Pero eso no me para.

—¡Pase lo que pase, mi hijo volverá conmigo! ¡Pese a quién le pese! —Gimo con fuerza.

Kendall se acerca a mi y me abraza.

—Te entiendo. Yo me crié con mi madre. Aunque fuese adoptiva. No habría cambiado ni un solo recuerdo con ella por las cosas que George Black pueda ofrecerme. —Susurra Ken, mientras me acaricia el pelo. —Todo estará bien, esta noche traere a tu hijo, pero no volverá a la mansión. Si lo quieres realmente compra billetes de avión para mañana y no vuelvas a pisar grandes ciudades. Porque si lo haces me temo que firmarás tu sentencia de muerte. Y no podré protegerte. —Añade Kendall mientras ambos nos volvemos a sentar en nuestros asientos.

La gente vuelve a sus tareas. Yo tomo aire cansada.

—Ojalá jamás hubiese conocido a Terrance. —Suspiro de nuevo. —Está bien, esta noche prepararé la cena perfecta y seré la esposa perfecta.

—No hace falta que finjas ser la madre perfecta porque ya lo eres. Cuídate, cuñada. —Sonríe Kendall radiante como siempre, coge dos croisants y se los mete en la boca mientras se pone su chaqueta y agarra su mochila.

Me guiña un ojo desde la puerta. Yo solo rio negando.

TERRANCE

—Oh, venga tío—gimotea molesto Jared.

—Ni hablar. Ves tu solito. No pienso perder mi pasta y mi noche en una basura de club para streapers—refunfuño yo mientras le doy un golpe de nuevo, ahora en la nariz.

Aún no me acostumbro con los guantes de la casa de George. Son tan cómodos. Parecen hechos a mi medida. Son grises y había bordado mi nombre con una tela fina. Todos mis hermanos tenían el suyo pero de colores diferentes. Jared los tenía color azul. Kendall, que nunca los usa ni los usará, rojo carmesí. Caleb, por su parte, negros.

—Auch, hermano. Tu traición me duele—declara él mientras me intenta coger por el codo para hacerse con mi brazo y doblegarme así para caer rendido.

Lo miro con sorna sabiendo sus intenciones.

—Está bien...Veo que quieres hacerlo a la vieja usanza. Cuerpo a cuerpo. Hace tiempo que no lo hacemos.—Sonrío de nuevo mientras le cojo de la mano y tiro de ella hasta que queda en el suelo, una vez ahí le doy una patada en el estomago, el intenta defenderse pero eso solo hace que mi pierna se quede encima de su pecho, y yo lo mire des de arriba trinfante.

—Ay, hermanito...Ni cuerpo a cuerpo puedes conmigo. Esta noche no tengo ganas de nada.

—Que bien, porque tengo un planazo para ti. —Entra Kendall con una sonrisa trinfante. —Oh, Jared. ¿Qué se siente a que tu hermano te aplaste con su fuerza bruta? —Añade acercandose al ring, para mirar de cerca a Jared quien estaba rojo de la rabia intentando quitarse de debajo de mi pie por todas las maneras posibles.

—Oh, callate nenaza. Vete al infierno. —Declara Jared levantando con todas sus fuerzas el dedo del medio.

Sonrío negando. Lo dejo libre.

—Mira tu solo ven a esta dirección. Tengo una sorpresita para ti esta noche.—Añade dandome un papel con la dirección de Phoebe.

—Joder, Ken, ¿por qué quieres que vaya a la casa de Phoebe? —Declaro con rabia.

—Oye, torito. Calmate ¿si? Aquí donde lo ves este es el tipo que cuando tu y yo nos dediquemos a estafar a la gente por el mundo se dedicará de llevar nuestra pasta a paraísos fiscales y a criar nuestros hijos como si fuesen suyos.—Argumenta Jared poniendose delante de Kendall defendiendolo así con su cuerpo.

Lo miro de mala manera. Kendall le da un puñetazo en la espalda.

—Ni que fuera vuestra chacha. No cuidaría a vuestros hijos ni por todo el dinero del mundo. No señor. No me lo imagino si quiera un niño la mitad de arrogante que Jared y el otro la mitad de estúpido que Terrance. Madre mía. Aunque si es la mitad de inteligente que Luke me lo pensaría, será por la madre que es tan genial... ¿Eh? —Declara Kendall sonriente.

Haciendo que yo salte encima de el.

—Maldito idiota. —Susurro antes de darle un golpe que le deja la nariz sangrando.

—Macho, deberías controlarte. Era una puta broma.—Lo defiende Jared de nuevo.

Lo miro con el ceño fruncido.

—Nadie habla de Luke ni menos aún de Phoebe ni para mal ni para bien en mi presencia.

—Entonces...¿Vienes esta noche a la cena?—Declara Kendall mientras se tapa la hemoragia con la mano.

Blanqueo los ojos cansado y acabo con una sonrisa.

—Maldito mocoso.

—Eso es un sí...¿No?

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora