DIECIOCHO - ¿Epílogo?

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PHOEBE

Lo primero que hizo Eduardo fue asegurarse de tener a su equipo de confianza preparado para llevar a cabo su plan. Una vez que todo estaba listo, comenzó a ponerlo en marcha.

Uno a uno fueron cayendo todos los guardías de Terrance.

La batalla campal en la mansión de Terrance fue algo aterrador. Los hombres armados de Eduardo se enfrentaron a los guardias de Terrance en una lucha despiadada y sin cuartel. Los disparos resonaban en los pasillos, los objetos se rompían y la sangre manchaba el suelo.

Me encontraba escondida en una habitación, temblando de miedo y sin saber qué hacer. Podía oír los gritos y las voces de los hombres luchando en el exterior, y cada vez que escuchaba un disparo, sentía que mi corazón se detenía por un momento.

La batalla duró varios minutos, pero para mí pareció una eternidad. Finalmente, todo quedó en silencio. Me asomé por la puerta de la habitación, y lo que vi me dejó sin aliento.

Los guardias de Terrance yacían en el suelo, heridos o muertos. Los hombres de Eduardo se habían hecho con el control de la mansión. Y entonces lo vi a él, a Eduardo, de pie en el centro del pasillo, sonriendo triunfante.

—Ven conmigo, Phoebe—dijo, extendiendo su mano hacia mí—. Todo esto es por ti.

Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo había permitido que Eduardo me arrastrara a su mundo de violencia y peligro?

—No iré contigo, Eduardo—le dije, tratando de mantener mi voz firme a pesar del miedo—. Deja que Luke y yo nos vayamos, y olvídate de nosotros.

Eduardo rió con desdén.

—No tan rápido, Phoebe. Ahora que he conseguido lo que quería, no voy a dejar que te escapes tan fácilmente.

Intenté huir, pero uno de sus hombres me agarró por detrás y me inmovilizó. Eduardo se acercó a mí, con una sonrisa malévola en el rostro.

—Ahora eres mía, Phoebe—dijo, acariciando mi mejilla con su mano—. Y no voy a permitir que nadie te arrebate de mí.

Me quedé allí, atrapada entre sus brazos, sin saber qué iba a pasar a continuación.

Eduardo se había infiltrado en la mansión y me había secuestrado.

Mi corazón latía con fuerza, y un miedo paralizante se apoderó de mí. La realidad de la situación me golpeó con toda su crudeza: había sido secuestrada por el monstruo y estaba completamente sola en un lugar desconocido. Sentí una profunda desesperación que me dejó sin aliento, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. No sabía qué iba a pasar conmigo, y la incertidumbre me consumía. Fue mi peor pesadilla hecha realidad, y no sabía cómo iba a superarlo.

(***)

Estoy sentada en una silla, atada de manos y pies, tratando de buscar una manera de escapar. Puedo sentir la adrenalina corriendo por mi cuerpo, y mi mente trabaja a toda velocidad buscando una solución.

De repente, Eduardo entra en la habitación con una sonrisa malvada en su rostro.

—Phoebe, mi querida amiga —dice con una voz burlona—. No te preocupes, pronto estarás con tu hijo.

Trato de mantener la calma, aunque por dentro estoy temblando de miedo.

—¿Dónde está Luke? —pregunto con voz firme.

Eduardo ríe y se acerca a mí.

—No te preocupes, está a salvo. Pero tú, mi querida, eres mi rehén ahora. Y tengo planes muy interesantes para ti.

La última vezWhere stories live. Discover now