NUEVE

1 0 0
                                    


HANNAH

Jared y yo entramos en un bar ruidoso y lleno de gente. Inmediatamente, me pongo tensa.

—¿Realmente crees que este es un lugar apropiado para un niño?— le pregunto, mirando a Luke, quien está sentado a mi lado, jugando con sus juguetes.

—Relájate, Hannah— dice Jared con una sonrisa. —Luke está seguro conmigo.

—No estoy segura de eso—respondo, mirando a mi alrededor con desconfianza. —Soy policía, ¿recuerdas? Si veo algo sospechoso, tendré que intervenir...

Sonó como una advertencia seria y a él le dió igual.

Jared parece divertido por mi reacción y se inclina hacia mí.

—Estoy seguro de que podemos resolver cualquier problema juntos— dice, y me guiña un ojo.

De repente, siento una punzada en el estomago al pensar en Jared coqueteando conmigo y me aparto de él. No debía hacerme muchas ilusiones, era un mujeriego de manual. Esa aura de boxeador roto atraía un montón de mujeres pero a mi no.

—No seas tan presumido— respondo con una risa forzada.

Luke nos mira con curiosidad, ajeno a nuestra conversación. Me inclino hacia él y le susurro: No te preocupes, Luke, todo estará bien.

Jared y yo seguimos discutiendo mientras bebemos nuestras cervezas. A pesar de mis objeciones, debo admitir que estoy disfrutando de la conversación y de la compañía de Jared.

Pero cuando veo a un grupo de hombres sospechosos acercándose a nuestra mesa, mi instinto policial se activa y me pongo alerta.

—Jared, tenemos que irnos ahora mismo—le digo, poniéndome de pie y agarrando a Luke de la mano.

Jared parece sorprendido, pero me sigue hacia la salida. Una vez fuera, me giro hacia él y le digo con burla: Gracias por llevarnos a un lugar tan seguro.

Jared me mira con una sonrisa pícara.

—Siempre estoy aquí para proteger a mi sobrino y a su tia favorita— dice, y me da un guiño.

Observé cuidadosamente al grupo de hombres sospechosos que se acercaban a nuestra mesa. Eran cuatro hombres jóvenes, vestidos con ropa oscura y con actitud intimidante. Uno de ellos tenía tatuajes visibles en el brazo.

—¿Qué pasa, Hannah? —preguntó Jared, notando mi preocupación.

—No me gusta la pinta de esos tipos —respondí en un tono bajo.

Los hombres se detuvieron a unos metros de nuestra mesa, mirando en nuestra dirección con una expresión desafiante en sus rostros. Me di cuenta de que estaban armados y de que probablemente no tenían buenas intenciones.

—Deberíamos irnos de aquí —dije, levantándome de mi silla.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Jared, confundido.

—Mira a esos tipos. No me gusta su actitud. Como policía, tengo que estar alerta a cualquier señal de peligro —respondí, tratando de mantener la calma.

Jared se dio cuenta de la gravedad de la situación y se puso de pie junto a mí. Los hombres se acercaron aún más, rodeando nuestra mesa.

—¿Qué quieren? —preguntó Jared, tratando de mantener la calma.

Uno de los hombres se inclinó hacia delante, poniendo sus manos en la mesa.

—¿Estás buscando problemas, chico? —dijo con una voz grave y amenazante.

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora