Ser puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...
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Jimin se mantuvo impasible analizando al Beta que, finalmente, se marchó apresurado cuando TaeHyung se acercó curioso a ambos.
-¿Qué le estabas diciendo para que pierda así los papeles? -Trató de bromear para relajar las cosas, Jimin miró a TaeHyung con su cabeza ladeada.
-Que tal vez está equivocado por creer en lo que le han obligado a ceer. -Volvió a ver hacia donde marchaba el Beta. La forma ancha de su espalda, aún bajo las capas de ropa ancha, le recordaban una y otra vez a lo a salvo y protegido que se sintió entre sus brazos. -JungKook es atractivo, guapo y lindo. -El rostro del nombrado tampoco era fácil de ignorar, con esa gran nariz que enmarcaba como centeo esos redondos y brillantes ojos junto a los finos y siempre rosados labios. -Tiene dulzura con los cachorros y, obviamente, ha dejado claro que es buena persona. -Se abrazó fuerte a sí mismo, anhelando que el hombre para su vida hubiera sido una cuarta parte de lo que era JungKook. -¿Por qué no podría enamorar o enamorarse de alguien?
El pecho ancho y agitado de TaeHyung cubrió su vista. El Alfa se había posicionado ante él y parecía increíblemente confuso mientras lo analizaba. Incluso su lobo tomó una fuerte bocana de aire para encontrar algo de feromonas del mayor, descartando la ansiedad del celo del Omega al instante.
-Jimin, ¿qué estás insinuando? -Preguntó finalmente, obteniendo un halo fresco y que desconocía del Omega. Lo había visto llorar y hacer berrinche como cachorro, estat asustado y ser prudente, incluso reír y ser feliz con el cuarto de costura. Pero ver por primera vez a un Jimin altanero, decidido y adulto... lo estaba encandilando ante la curiosidad de sus palabras y actos.
-Ya he pecado. -Se encogió de hombros. -He insultado mi apellido y he mordido la mano que me daba de comer. -Etsaba siendo sincero, dejando formarse en palabras que escuchar lo que su mente humana y su lobo ya habían hablado. -¿Qué importa si mi corazón se acelera ante la bondad de JungKook y mi lobo ha creado un afecto especial hacia él?
-¿Y lo dices así como así? -Cuestionó en contra, sus espesas cejas ocultándose ante los rulos de su flequillo azabache.
-Me repito, ya he cometido peores pecados. -Asintió, el calor ee la vergüenza trepando a sus mejillas. TaeHyung carraspeó y se colocó junto a él en su misma posición, ambos viendo entonces a JungKook jugar al escondite con los cachorros en el límite del bosque.
-Me frustra que no sea consciente de esas cosas que dices de él. -Jimin giró al instante su rostro hacia el menor, pero mayor en altura. -Podría ser realmente querido y amado si no le hubiesen lavado el cerebro. -Suspiró antes de soltar una carcajada. -¿Deberíamos tratar de llevarlo del todo al halo del pecado? -Bromeó, dejando ligeramente su peso caer sobre el cuerpo de Jimin al rodear sus hombros despreocupadamente.
Ese idiota también tenía algo especial. Jimin se había dado cuenta. Era frío y serio con todos, menos con los suyos. Distante con los demás, cercano con quien se había ganado su cariño y afecto. TaeHyung mostraba una cara de poder como líder de los rebeldes, pero era puro corazón en el fondo. Tal vez por las miserias que había tenido que pasar, tal vez solo era así, pero con él, con Jimin, siempre había tenido paciencia y unas palabras para dar además de oídos para escuchar.
