11: ¡Practiquemos caligrafía!

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Advertencia Papapa


Hua Cheng y Xie Lian se encontraban dentro del palacio Qian Deng. En lo que se supone era el altar se ubicaban varios pergaminos, tinta y un pincel (que técnicamente es un artefacto invaluable, pero en las manos del rey fantasma es tratado como cualquier objeto común). La pareja de esposos se encontraba sentada allí, Xie Lian entre las piernas de Hua Cheng buscando algún poema para hacer la práctica, y Hua Cheng jugando con el cabello de Xie Lian hasta soltar el medio moño de su esposo.

-Cuándo Gege dijo que mi recompensa sería practicar mi caligrafía no creí que lo dijera en serio.

-Pues para que sepas San Lang -Xie Lian se volvió hacia atrás para besar a su esposo -, cuando se trata de ti, todo es en serio.

Yin Yu abrió la puerta del templo y entró con una reverencia. Usaba su máscara, pero se la retiró en cuanto se levantó.

-Hua Chengzhu. Su alteza -dijo -, las cosas que ordenó ya están preparadas -se volvió a colocar la máscara y abrió más la puerta para que varias sirvientas se hicieran paso, cargando bandejas de frutas. Dos en específico, una cargaba con una bandeja con dos vasos, y la otra cargaba una bandeja con tetera y dos recipientes cerrados.

Las mujeres se aproximaron a la mesa donde los pergaminos se encontraban dispersados y depositaron las bandejas ahí. Las dos que llevaban la bebida se quedaron más tiempo para llenar los vasos. En cuánto ambas tazas se encontraban llenas del fragante té, una de las muchachas fantasma abrió uno de los recipientes y sacó dos pequeñas pastillas de este, las cuales depósito en el té que fue entregado a Xie Lian. Repitieron la misma acción con la otra taza y el otro recipiente, entregándosela al dueño de su ciudad.

Xie Lian estaba por beber su té, pero fue detenido por su esposo.

-Espera Gege. ¿Qué son estás pastillas o lo que sea que introdujeron en nuestros tés? ¿Y porqué tomaron de distintos recipientes para cada uno?

La sirviente tembló un poco. Por lo general su rey nunca les habla directamente, pero ahora, lo hizo, a ella, pero con una sospecha y amenaza en su voz.

-El...el chef mencionó que son pastillas de dulzor. Provienen el nectar de una flor en específico y son comprimidas en forma de pastillas, pero se diluyen en cuánto tocan el agua. Cada pastilla tiene un sabor diferente y personalizado para usted y la reina -su rostro se ruborizó al decir reina a Xie Lian -. Además, todos los sirvientes de esta sala probamos las pastillas y las identificamos como inofensivas. Solo le dan más sabor al té.

Hua Cheng seguía sospechando. Por lo que le quitó la taza a Xie Lian y la bebió. Inesperadamente, era cierto. Sabía mejor que muchos tés que había probado. Xie Lian hizo lo mismo, agarró la taza de Hua Cheng y la bebió, su rostro se iluminó al sentir el sabor dulce y agradable.

-Creo que saben igual -dijo Xie Lian, quién había dado un pequeño sorbo a su té antes de haberle sido arrebatado -, no, de hecho, el de San Lang es un poco más amargo.

-Entonces nos quedaremos con el recipiente que contiene las pastillas de nectar de Gege -dijo Hua Cheng, sabía lo mucho que a su esposo le gustaba lo dulce.

Las sirvientas se inclinaron, colocaron el un recipiente en la bandeja y se retiraron.

Hua Cheng sirvió más té para ambos, y colocó por su cuenta las pastillas. Volvieron a beber del té y era exquisito, sin duda algo que merecía degustar su esposo.

Xie Lian, comiendo de las frutas, siguió rebuscando entre varios pergaminos de poemas, hasta que sus ojos se iluminaron al encontrar uno en específico.

-San Lang, este deberás escribir.

Hua Cheng cogió un mechón del cabello largo y castaño de su esposo para besarlo: -Puedo preguntar, ¿Qué tiene de recompensa el tener que escribir un poema?

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