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30: Visita familiar

En la habitación de Ban Yue, después de que muchas cosas hayan ocurrido en muy poco tiempo, frente a ella se encontraban sus dos padres. El uno más serio que el otro y pareciendo estar a punto de darle una fuerte noticia, cómo si fueran a decirle que se iban a divorciar o que la tendrían que echar de la casa ahora que ella también se iba a casar.

-A-Yue -dijo Xie Lian.

Ella por inercia se sentó recta, sintiendo una presión intensa que no sabía cómo liberar.

-Debido a ciertas... circunstancias y un descuido por parte de tu padre y yo.... Ha ocurrido algo, algo que no yo ni tu A-Die pudimos anticipar.

El miedo la azotó. ¿Porqué tenían que hacer las noticias más insufribles de lo que ya eran?

-Te decimos esto -habló Hua Cheng -porqué mereces ser entre los primeros en saber, pero aún así no cumplimos con eso.

-Solo queremos que recuerdes que siempre te amaremos y nada hará que dejes de ser nuestra prioridad.

Eso era todo. La mente de la fantasma estaba rodeada completamente por la palabra "divorcio". No sabía que hacer, a quién apoyar, ni siquiera entiende porque estaría ocurriendo.

-¡Por favor, dejen de alargarlo y digan! -exclamó mientras tiraba a la pared una de sus serpientes de peluche que usaba como almohada.

Xie Lian observó con gracia como su hija se impacientaba, estaba alargando y complicado demasiado la forma de decir la noticia.

Suspiró.
-Serás hermana mayor, A-Yue -dijo llevando la mano de su hija a su muñeca para que ella también comprobara el pulso.

Al sentirlo ella se alegró, se preocupó, se sorprendió, dudó, se emocionó, se asustó y volvió a alegrarse. Un torbellino de emociones la dominaron sin siquiera tener una manera de expresarlas, y al final lo soltó todo con un llanto.

-Oh dios -dijo -voy a ser hermana -y siguió llorando.

Los padres de la joven fantasma la abrazaron, la abrazaron tan fuerte como el cariño que tenían en ese momento por su hija y su pequeña familia. Sí...iban a recibir a ese pequeño bollito dentro de su familia, a pesar de que todo esté en contra.

La noche se alzaba en aquella colina, el césped y todos los árboles que lo rodeaban se concentraban en seguir el baile del viento y en teñirse del naranja que provocaba el sol. La pequeña familia avanzaba por toda esta colina, Ban Yue miraba con curiosidad todo el sitio, era su primera vez estando allí, al mismo tiempo que Hua Cheng se aseguraba de ver e intentar reconocer cada rincón del lugar, mientras cargaba un ramo de flores rosas. Frente a ellos, y conduciendo todo el camino, se encontraba Xie Lian, quién no había dicho una sola palabra desde que llegaron al gran campo abierto que se abría paso después de los árboles.
Él también observaba cada rincón, recordaba cada cosa a lo largo de su estadía ahí, siendo capaz de ver a todos los jóvenes con quiénes estudió, las prácticas que tuvo con Mu Qing y Feng Xin en ciertas zonas, y sobretodo, el lugar por dónde se abrían pasos unos arbustos que servía como escondite para la pareja cada vez que quería verse.

Hua Cheng observó como su esposo de sentaba en la hierba y tocaba el césped con sus manos. Él también reconocía esa parte en específica, era el mismo lugar en dónde el Guoshi los mandaba a meditar, el mismo lugar en dónde Xie Lian le gritó que se largara y luego caer de rodillas.
Era el mismo lugar.

Se acercó a su hija y le empezó a dar un recorrido por el sitio, estaba cambiado, no había las construcciones de antes al igual que ya no había ese puente lujoso que conectaba dos partes de un pequeño estanque, pero el sitio en sí era el mismo. La llevó de vuelta hacia el bosque, para indicarle el tronco en dónde se habían conocido por primera vez, Xie Lian necesitaba espacio. El dios sonrió levemente al notar las flores a su lado y las sujetó para dirigirse al lugar escondido que aún estaba en pie, abriendo la entrada y dar paso ante la oscuridad. Oscuridad que claramente desaparecía conforme se acercaba cada vez más a la zona central de las tumbas. Las tumbas de sus padres.