Cuando estamos seguros de cuál será nuestro futuro

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Su papá quería hablarle.

Todavía no estaba en claro sobre qué, precisamente, pero sí se podía asegurar que el hombre quería conversar. Era evidente por su comportamiento. Tenía una especie de ritual para conversar con sus hijas: cuando el hombre quería hablar de temas serios siempre, sin falta, las invitaba a tomar un helado.

Si un día se acercaba con una actitud que pretendía ser casual, pero que fracasaba catastróficamente, carraspeaba y le decía a alguna de sus hijas:

—¿Quieres un helado?

O, en los raros casos donde tuviera que hablar con ambas:

—¿Por qué no vamos por un helado?

Entonces las dos chicas sabían de forma inmediata que su padre quería tener una conversación seria, lo que se traducía en una tortuosa hora que podría comenzar con preocupación o severidad y, generalmente, acabar en una discusión.

Por eso, cuando su papá dijo: «Elena, acompáñame a tomar un helado», la chica no pudo más que poner los ojos en blanco, bufar con exasperación y lanzar un gesto vulgar a Sabrina cuando esta sonrió burlona. Así que ahí estaba, sentada a la mesa en la heladería del barrio, con la vista fija en la pantalla del móvil mientras aguardaba a que su padre regresara con los helados.

Cuando lo hizo —traía dos vasos medianos, uno con dulce de leche y chocolate para Elena y otro con Menta y Pistacho para él—, tomó asiento, carraspeó y fue directo al grano.

—¿Qué planeas hacer con tu futuro?

Elena le dedicó un gesto de incredulidad enorme.

—¿Qué? ¿A qué viene la pregunta, papá? ¿Qué diablos?

—Estás cerca de terminar el colegio, es algo importante que debemos charlar. No quiero... —Se interrumpió de golpe; carraspeó y clavó la mirada en su helado con una expresión de culpa—. No quiero que pases por lo mismo que tu hermana. No le digas que dije eso.

—Descuida —respondió Elena, sintiéndose menos a la defensiva ahora que comprendía la preocupación de su padre y, sinceramente, aplacada por el comentario contra su hermana.

Lo entendía, de verdad. Ella estaba decidida a ser mejor que eso.

—No tienes de qué preocuparte —prosiguió con tono más tranquilo—, no voy a pasar los siguientes años tirada en tu casa mirando la televisión.

—Me alegra oírlo. ¿Entonces? ¿Qué vas a estudiar?

—No voy a estudiar.

Su padre se quedó muy quieto durante un momento, luego soltó aire entre los dientes y sus hombros parecieron desinflarse con la exhalación en una pose evidentemente decepcionada.

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⏰ Last updated: Nov 27, 2023 ⏰

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