Capitulo 50

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Pov. Angelina.

No tardamos demasiado en salir de pub y todo lo que empezó con una broma de mi parte. Ahora resulta que es en serio.

Iremos al único lugar que jamás pensé ir con Benjamin. El departamento de Soledad.

Su agarre es firme sobre mi mano y no me ha soltado en ningún momento desde que salimos de la zona vip.

Mi estómago es un revueltijo de emociones contenidas y no todas son agradables.

No he estado con nadie tan íntimamente desde aquella vez y realmente no sé si esto resultará bien.

El no me conoce y no sabe que aún no logro dormir bien sin ayuda de mis fármacos.

Pero aún con todo eso lo sigo.

— ¿Quieres pasar por algo de comer antes? — me pregunta al pasar por fuera de una tienda de comida rápida. Venden hamburguesas. Las mismas que hacen que a mi hermano le den urticaria por saber lo mal preparadas que están.

— No sabría que elegir. No como hamburguesas desde que era niña.

— ¡No te creo! — exclama sin esconder su incredulidad —. Pero me imagino por qué.

— Sí, a él no le gusta la comida rápida — le respondo con resignación.

— ¿Y la pizza?

— La odia y no sabe que la suelo pedir.

Benjamin mira el cielo estrellado y creo que maldice algo que obviamente no alcanzo a escuchar.

— ¿Pero a ti te gustan? — vuelve a preguntar apuntando el interior del local.

— ¡Me encantan!

— Suficiente para mí.

Y de la misma unión que hemos tenido desde que salimos de la zona vip me atrae hacia su cuerpo. Yo no me tardo ni un segundo en contestar su muestra de afecto.

Me gusta como nuestros cuerpo se acoplan, él no es tan alto como mi hermano pero si lo suficiente para hacerme sentir pequeña.

Y eso ya es mucho, desde muy joven me avergonzaba mi estatura, siempre fui la más alta de mi generación y eso sumado a mi cabello, ya se imaginarán la cantidad de apodos que recibía.

Benjamin no me suelta en ningún momento y lleva sus manos a mi cintura levantándome lo suficiente como para que yo pueda colgarme de su cuello y rodearlo con mis piernas.

— ¿Estás seguro que quieres entrar conmigo así? — musito escondida en su cuello.

— No veo por qué no. Hoy todo se vale.

Mi risa sale sin que pueda impedirselo y entramos al local. No me fijo si hay muchas personas, pero con la prontitud con la que somos atendidos se que debe estar vacío.

Ya deben ser cerca de las doce de la noche. Pero eso en Santiago un viernes es como si fueran las diez.

Cuando nuestro pedido ya está listo nos encaminamos al edificio que para mí buena o mala suerte este muy cerca.

Benjamin me ha dejado en el suelo de mala gana, lo que solo hace que mi sonrisa se haga aún más grande.

— Angelina.

Lo miro de inmediato y la idea de que se arrepienta cruza mis pensamientos. No quisiera que lo hiciera, pero no voy a negar de que con cada paso que damos en esa dirección me siento menos segura de querer hacer lo que él tenga en mente.

Lo más probable es que no pueda.

— Deberías preguntarle a tu hermano si Soledad está con él. Si se lo pregunto yo sería raro. Ya sabes.

Casi Te OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora