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Ellis era un chico de campo, criado en Texas, al sur de Estados Unidos. Pocas veces de chico había visitado la tan famosa "ciudad", más específico, la ciudad de Savannah. Se consideraba alguien simple, era feliz con sus animales de granja y las tonterías que hacía con sus hermanos, pero habían ocasiones especiales en las cuales a sus padres les daba por llevarlos a parques de diversiones, uno muy famoso en la ciudad era Whispering Oaks, unos pocos lo ubicaban como 'KiddieLand'; aquel lugar que llevaba dándole diversión a más de tres generaciones de niños en América.

–¡Me encantaba este lugar de crío! - lo sacó de sus recuerdos Coach.
–Pues ahora podremos morir aquí de adultos.. – se convirtió en una pequeña conversación entre los dos mayores de ahí.
–Ser un idiota quizás te haya servido antes Nick, pero no lo hará ahora. Así que puedes ir cambiando esa actitud desde ya. – interrumpió la pequeña tensión la reportera.

Se distrajo en los juegos mecánicos al rededor, cuando vió una máquina de algodón de azucar a lo lejos. Estuvo viéndola un rato pensando en comer algo de lo que quedaba dentro pero luego pensó en el equipo y las palabras que se le habían quedado en la mente desde hace rato.

“Si no me sirves retomaré mi camino yo solo.”

No podía distraerse en tonterías, odiaba la idea de dejar ir a Dillon, ya que, ahora tenía dos razones; asegurar la vida de su familia y hacer feliz a ese apostador. Estaba hundido en sus pensamientos hasta que notó el piso temblar, no, no era un terremoto.

–¡Tank! - gritó la morena mientras señalaba al techo de las casas destruidas, todos retrocedieron rápidamente. Era una bestia gigante que tenía entre sus manos un bulto de maderas y tierra enorme, capaz de dañar a cualquiera profundamente.

–¡Molotov! - seguido de la imagen del de traje blanco arrojando una botella de alcohol en fuego en direccion al tank que se les acercaba, rápidamente se llenó en fuego y los rugidos de dolor que soltaba la bestia. Con el tiempo lograron bajarle casi toda la vida, por ahora no había logrado arrematar contra nadie, solo pequeños golpes creados por la multitud de zombies que se creaba al rededor y algunos infectados "especiales" que ayudaban al tank a hacer más daño, se podría decir que eran más "pensantes" que un infectado normal.

Cuando pensaron que lo habían derrotado siguieron su camino, sin darse cuenta que el tank antes de morir había lanzado un carro hacia ellos, que, la cajuela abierta había chocado contra Nick. Tirándolo al suelo.

–¡Nick!– Ellis volteó en su dirección cuando escuchó un grito al aire por dolor y cuando lo vió debajo de ese auto corrió a socorrerlo. Jaló de sus brazos y salió fácilmente, aunque tenía heridas por la espalda y decía tener un gran dolor.. eso no sonaba bien pensando que pudo darle en la columna.

–Esa cosa tenía que estar muerta..

Las cosas no pintaban muy bien, recién comenzaban su recorrido por KiddieLand, necesitaban llegar al “Túnel del Amor” para poder descansar mejor y curarle sus heridas, por las notas que dejaban los supervivientes anteriores a ellos entendió que habían creado un tipo de "refugio" en la recepción de la atracción.

–Ten, hay que seguir. - abrió su kit de curación y le extendió pastillas analgésicas, las tomó rápidamente.
–Gracias..Ellis- eso fue algo muy educado para alguien como él, se sentía raro pero fue una respuesta natural de su cuerpo.

–Awww ¡Qué tiernos! - dijo con voz en alto la morena con el objetivo de irritar al delincuente.
–Vamos por este pasadizo, ¡deprisa! - El mayor estaba investigando el terreno hasta que vió entre escombros una pequeña calle que llevaba a la atracción de toboganes gigantes, eso los guiaría directo al túnel, no sin antes pasar por algunas atracciones mecánicas y el comedor público. Con el efecto instantáneo de las pastillas Nick pudo seguir en condiciones el camino restante, seguía algo avergonzado por lo que había dicho Rochelle, nunca había sido víctima de burlas emparejándolo con alguien, menos con otro hombre. Ellis era un joven aún, él le llevaba más de una década. Sería raro en primer lugar imaginárselos juntos; pero no podía hacer mucho.

Subieron las escaleras de esa pequeña construcción y por suerte arriba solo habían zombies comunes y un boomer a lo lejos, que con suerte no vomitó a nadie, les tocaba bajar por los toboganes gigantes y luego seguir por la taquilla de los demás juegos.

–Posiblemente se acerquen varios infectados a nosotros cuando encienda la máquina, así que tengan a mano sus armas cuerpo a cuerpo, si tienen dinamitas tirenlas lejos, el ruido les atrae. - advirtió el mayor de todos, a ese punto se había vuelto una especie de jefe, si bien no era un experto lograba analizar a los mutantes y como actuaban. Logró descifrar sus debilidades a medida que iban apareciendo nuevos. Recargaron de municiones en el pequeño almacenaje al subir unas escaleras metálicas y se llevaron las pastillas que pudieron, Ellis dejó su SMG con silenciador y tomó una escopeta automática, por otro lado el de traje se equipó de una AK47, ya que, hasta el momento solo tenía su confiable revólver y un bate de béisbol, lleno de sangre.

–Ten, una hacha te vendría mejor- el de gorra le extendió el arma al pelinegro con una leve sonrisa y a espera de su respuesta.
–Vale, llevaré dos entonces, este bate me ha sacado de muchas.. - tomó la arma filuda y la sostuvo en sus manos, ajustándose al agarre y peso.
–Andando, no se separen, que de aquí no hay manera de volver a subir – Todos se acomodaron sobre la baranda y cayeron al suelo. El sureño se tambaleó y casi cae cuando fue jalado de la camisa con fuerza.
–Si te caes vas a atraer a esos bichos, camina. - Fue tan repentino el acercamiento brusco que tuvo con el pelinegro que lo tomó por sorpresa, se había abochornado levemente; vió al apostador yéndose con los demás y lo siguió. Algo en esa voz ronca y cansada al momento de escucharla cerca hacía que su corazón palpite con rapidez, "Deberá ser el miedo" pensó. Nicolás era un muchacho arisco, rudo y centrado; su característico sentido del humor y actitud pasivo/agresiva intimidaba al mecánico. Ellis normalmente se rodeaba de personas humildes y tranquilas, todos se ayudaban entre todos, como una gran familia; una persona como Nick no era especialmente bienvenida en sus alrededores y tampoco era usual de ver, se podría decir que era un chico excepcional.

Dicho y hecho, al encender la atracción el ruido que causaron los engranajes y la canción temática alertaron a los infectados comunes, que rápidamente fueron en direccion de los sobrevivientes. No tuvo tiempo de reaccionar cuando una mano fría y grande le tomó por el brazo, casi cayéndose por la velocidad en la que comenzaron a correr, los zombies venían por montones y no tenían tiempo que perder. Sacó de manera apresurada la pequeña navaja que poseía y hacía cortes profundos a los zombies que se le acercaban, por la adrenalina del momento nisiquiera pensó en el por qué del agarre del mayor, él podía correr sin ayuda.

–Ya estoy muy viejo para esto.. - casi transpirando y con notable cansacio demostró el entrenador. Ni bien pudieron cerraron las rejas del lugar y apagaron la atracción, Coach y Rochelle se sentaron en las bancas del comedor público mientras Nick se acomodaba su traje, era orgulloso, sí, por eso no demostraba que le dolía de una manera descomunal las vértebras. Por mientras, Ellis veía las armas cuerpo a cuerpo dejadas en las mesas, había otra hacha y munición para las armas que ya tenían. Planeó tomar un poco cuando vió la entrada del túnel del amor a lo lejos.

–Tíos miren, ¡El refugio! – lo señaló como un niño pequeño cuando ve su atracción favorita y un brillo en sus ojos se hizo presente, a sus veintes seguía actuando como un niño de diez.

–Ellis.. danos un respiro cariño ¿quieres? - Dijo rochelle mientras intentaba regular su respiración.
–Vaale..- se sentó a su lado y esperó impaciente a que sus compañeros recuperasen el aire, moviendo sus pies con impaciencia. Nick lo veía a lo lejos, apoyado en la pared del comedor, ese chico lleno de sangre y tierra aún con esa luz lunar lo hacían ver irreal, esos ojos esmeralda que brillaban más que cualquier estrella, reflejados en el cuerpo de un jóven de veintitantos años, con una alma de un niño pequeño dentro, de valor incontable. Soltó una pequeña risa, su aspecto derrotado pero a la vez con un gran entusiasmo se le hacían irónicos.

“Alguien tan joven en el fin del mundo.., no merece vivir esta desgracia y morir dolorosamente”

«Puedes hacer algo y lo sabes»

“¿Debería quedarme?”

𝒀𝒐𝒖 𝑮𝒆𝒕 𝑴𝒆 𝒔𝒐 𝑯𝒊𝒈𝒉 | 𝑵𝒆𝒍𝒍𝒊𝒔Where stories live. Discover now