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Un jugador tiene que ser capaz de encontrar las jugadas posibles

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Un jugador tiene que ser capaz de encontrar las jugadas posibles.


Rush

—¿La invitaste? ¿En serio? —Habló Rise apenas volví a pisar la oficina en mi departamento, luego de haber dejado a Larissa conducir mi deportivo favorito. Gruñí en su dirección—. Es... interesante, eso es todo.

Mis hermanos estaban justo como los había dejado: intrigados y cabreados por haberlos abandonado hablando solos, sentados en los muebles de mi oficina. Era genial que no me importara ni una mierda haberlos dejado así. Pasé de ellos y me senté detrás de mi escritorio.

—No creo que hubiesen venido para hablar a quién sí o no invité, Rise —señalé inmutable.

—De hecho, sí —habló Riden frunciendo el ceño—. Sabes que a él...

—No me importa —interrumpí—. Mila fue quien soltó eso en frente de ella, además deberían agradecer que si no fuese por Larissa, no hubiese aceptado. 

Mi hermana menor alzó una de sus perfectas cejas.

—Sí, y fue mi error, Rush. No quiero que papá lo tome contra ella —murmuró un tanto abatida—. No quiero que se vaya de tu lado por ver a mi papá comportándose como un idiota. 

Esbocé una sonrisa.

—Estoy seguro como el infierno que él no va a intimidarla ni un segundo —le dije tranquilamente.

—Los chicos me dijeron que seguramente dirías eso —suspiró ella.

—¿Entonces por qué...?

—Porque es un evento familiar, Rush —cortó Rise encogiéndose de hombros—. Sabes muy bien que él se molestará y terminara teniendo una rabieta en medio de toda la jodida gala.

—Rise, ¿qué te hace creer que eso me interesa en lo más mínimo? —Inquirí.

Riden y Rise resoplaron unánimemente.

—Sé que no te interesa en absoluto, pero queremos tener un poco de ventaja cuando el viejo se enoje y nos culpe a nosotros por no haberte dicho una mierda —gruñó mi hermano mayor.

Ladeé mi cabeza, divertido.

—Considérenme advertido —les dije—. ¿Otra cosa más o eso es todo?

Mi hermana menor se levantó del sofá y salió de la oficina antes de que mis hermanos tuviesen la oportunidad de decir algo. Eso lo hacía cuando había temas que ella no quería ni debía oír, se le había enseñado eso desde muy pequeña.

Riden y Rise se depositaron en las sillas situadas al frente de mi escritorio con líneas de preocupación enmarcando sus rostros.

—Tenemos tratos con los Cloud, Foster, la Bratva y con el Don Montalbano —contó Riden molesto—. ¿Puedes, por favor, terminar matando a Zach antes de que yo lo haga?

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