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•Lo siento•

Era su culpa, todo era su culpa al no comportarse como un verdadero alfa, como debió ser desde un principio, él había provocado todo esto, por sus crueles actos que lo llevaron a olvidarse que tenía un omega, lo había lastimado en tantas ocasiones haciéndolo sentir como si no valiera nada, como si hubiera perdido todo valor alguno, fueron tantas veces que lo hizo que simplemente Pete termino encerrándose a la idea que era verdad, el pobre omega al verse olvidado y abandonado por su alfa cayó en una depresión de la cual luchaba diariamente por salir.

Observó sus manos llenas de sangre, temblorosas y manchadas, y no pudo evitar llorar como un niño pequeño, el cual había perdido a su madre, solo que en esta ocasión no era su madre, sino su omega, el que peleaba por su vida.

Apretó su puño, sintiéndose peor que nunca, los minutos parecían horas mientras esperaba por noticias en aquel banquillo azul, su labio comenzó a sangrar al haberlo mordido y lastimado por horas, pero ese dolor no era nada comparado al dolor que sintió cuando tomó a Pete entre sus brazos y lo acurruco cerca de su pecho.

Ver su rostro con los ojos cerrados y rastros de lágrimas y como de su frente se deslizaba una capa de sangre la cual recorrió toda su mejilla derecha.

En ese momento había olvidado por completo su orgullo, no le importó que muchos de sus empleados lo hayan visto llorar cuando salieron después de escuchar el gran escándalo.

La última vez que había llorado en un hospital fue cuando sostuvo a su cachorro recién nacido entre sus brazos, pero en esa ocasión las situaciones eran totalmente diferentes, esa vez las lágrimas fueron de felicidad, todo lo contrario ahora, ahora lloraba debido a la angustia y miedo.

Todo esto se hubiera podido evitar si no hubiera sido tan ciego, si hubiera sabido valorar mejor lo que tenía, no podría vivir con la culpa, si algo le pasaba a Pete, deseaba con todas sus fuerzas estar en su lugar, Pete no, no merecía todo lo que le estaba pasando.

Debido a la ansiedad mordía sus uñas, los doctores corrían de un lado a otro con una expresión de preocupación, eso solo inquietaba más a su alfa, quien no dejaba de reprocharle el intento de alfa que siempre había sido.

Después de haber sido trasladado en una ambulancia, el omega había sido llevado de emergencia a la sala de urgencias, donde ya llevaba tres horas encerrado.

Vegas sentía que si no recibía noticias del menor enloquecería en cualquier momento.

A estas alturas sus ojos se encontraban rojos e hinchados debido al llanto el cual no había podido detener en ningún momento, muchas personas lo miraban al pasar, lo miraban con compasión, aunque él era consciente que no merecía ni la más mínima compasión, él era una persona horrible que lo único que merecía era que todos lo odiaran.

Si supieran todo lo que había hecho seguro lo harían.

Porsche se lo había dejado claro cuando le hablo del número de Pete y le había explicado lo que había pasado, el omega le había gritado entre lágrimas y llanto, que era una vergüenza para los de su jerarquía, que Pete no merecía a un alfa tan cabrón como él.

Callado escuchó todos los insultos del omega, Vegas lo había llamado desde un principio para que fuera a recoger a Venice al colegio, ya que para él sería imposible.

Claramente, Porsche aceptó, pero no por el alfa, sino por el cariño que le tenía a Pete y al pequeño, pero le exigió y nada amable que lo mantuviera informado y que en cualquier momento él iría a visitar a su Amigo.

Vio salir un doctor y como este bajaba su cubrebocas, rápidamente se posó de pie y corrió a encontrarlo.

— ¡¿Cómo está Pete?! — preguntó inmediatamente, sintiéndose ansioso y nervioso por la respuesta, deseando con toda su alma que el omega este fuera de peligro.

Pero lo que vio en los ojos del doctor lo dejó helado, sintió un mal presentimiento inmediatamente, tragó en seco sintiendo un extraño dolor instalarse en su pecho.

Algo no andaba bien, podía sentirlo, el pánico y miedo se intensificó creyendo lo peor, los latidos de su corazón los podía sentir más fuertes como si esté en cualquier momento fuera a salir de su pecho.

— D-Doctor... — su voz temblorosa y suplicante.

— No puedo mentirle — hizo una pequeña pausa buscando las palabras adecuadas — El omega recibió
un fuerte golpe en la cabeza, y no logra responder a todo lo que hemos hecho... Señor theerapanyakul
estamos haciendo todo lo posible para evitar una muerte cerebral, pero las posibilidades son muy altas, no hay muchas esperanzas, tiene que estar preparado para cualquier cosa — dijo ya resignado el doctor.

Algo dentro de Vegas se quebró, su mente se negaba a asimilar lo que acababa de escuchar, no todo esto tenía que ser una maldita broma, una pesadilla de la cual ya quería despertar, tal vez con su omega a la par de él, hasta ahora se daba cuenta de lo que Pete valía, pero ahora era demasiado tarde.

Su lobo bajo sus orejas, soltando solamente un aullido lastimero, Vegas espero los miles de insultos, pero para su sorpresa ni una palabra salió de él, era preocupante, pero en estos momentos su lobo era en lo último en lo que podía pensar.

— E-Es una b-broma cierto — sus ojos llenos de lágrimas y su respiración errática eran apenas una pequeña muestra de todo el caos interior que estaba teniendo — P-por favor dígame q-que no es verdad —

Vegas deseaba que el médico le dijera que era mentira, pero lo único que recibió del médico fue una confirmación que lo dejó peor de lo que ya estaba, no, no, Pete no podía morir, no. Venice lo necesitaba, y aunque parezca egoísta él también, qué le diría a su pequeño cuando preguntara por su padre.

Vegas jamás se lo perdonaría, se odiaba por ser un mal alfa, debió haberlo protegido, y luchar para que su sonrisa no se borrara, ahora estaba pagando las consecuencias de sus actos.

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no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Where stories live. Discover now