Por la trascendencia hacia el futuro

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Ese rose exquisito de sus labios solo provocaba un fuerte deseo por el movimiento lento que podría volverse desenfrenado con el tiempo. Dazai miraba a Chuuya, perdiéndose en sus bellos ojos azules. Quería tomarlo todo de él, quería descubrirlo por completo hasta fundirse en su piel. Quería mover sus labios y tocar con su lengua la pequeña lengua de él. Quería delinear sus labios, marcarlos y si era posible nunca dejarlos. Quería acorralarlo entre su cuerpo y besar su cuello. Quería que Chuuya le correspondiera con la misma intensidad que él.

—La...—intentó decir el pelirrojo, sonrojándose ante la cercanía, sin atreverse a alejarse—, la canción es increíble.

Dazai asintió, sonriendo genuinamente—La continué pensando en ti.

Aquella confesión tan sincera hizo que el corazón de Chuuya quedará latiendo ante la insistencia. No podía controlar la emoción, ni mucho menos la sonrisa que se filtraba de él. Instintivamente estiró sus brazos para así rodear el cuello del castaño que, ante la aceptación, se acomodaba para así tomarlo de la cintura.

—¿Me la cantarías otra vez?

Dios, todas las veces que quieras—pensó, rendido a los pies de él.

—¿Acaso me ayudarás a terminarla?—sus alientos se mezclaban con delicia.

—Sí...lo haré.

Kahono que se encontraba fuera de la puerta, viendo por la pequeña apertura, solo pudo sonreír con ternura para así dejar la bandeja de galletas y té en el suelo. Cuando Osamu se avergonzará por ser tan descuidado, abriría la puerta y lo encontraría. Ella estaría segura que su hijo entendería de inmediato, que ella presencio algo íntimo y hermoso.

Bajó las escaleras intentando ser lo más silenciosa posible.

Sus mejillas estaban sonrojadas tan fuertemente. Se recargó en la pared, feliz de ver a su hijo siendo tan dichoso. No podía decir que eso no era algo raro a la normalidad, pero, ¿acaso no estaba Osamu feliz? Con eso era suficiente para ella. Jamás lo había visto tan amistado con la vida, así que presenciar como desprendía un aura de felicidad y dicha la llenaba a ella. Solo pensaba en las miles de cosas que podría decirle respecto a los noviazgos, aunque ella no entendía mucho cómo funcionaba con las personas del mismo sexo, sin embargo, si dos personas se querían debía de ser por inercia algo similar. Estaba tan emocionada de presenciar el primer amor de su hijo. Jamás había visto en él algo similar, ese sonrojo, esos ojos que trataban a su amigo como una preciada joya. Ella conocía esa sensación, después de todo, el enamoramiento de la juventud era tan fuerte e intenso que era imposible de ocultar fácilmente.

Kiato, que yacía ahí esperando a que Kahono dijera algo, ladeo su rostro interrogante al verla tan perdida en sus pensamientos, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos delirando entre la felicidad—¿Sucedió algo?—preguntó con genuina curiosidad.

La hermosa azabache vio a Kiato—Ese joven parecer alguien importante para Osamu.

—¿Alguien importante? ¿Cómo Oda?

—Creo que es algo diferente—le guiñó el ojo, tratando de tranquilizar esa felicidad de madre al ver que su perdido hijo nuevamente recuperaba el entusiasmo por la vida.

Primero hablaría con Osamu y si él quería que hablara con Kiato, ella lo haría. Si era él quién decidía revelarle la verdad a su padre, entonces le daría la opción de elegir. Conocía a su esposo, sabía que había crecido en una casa normalmente tradicional, aunque era abierto a la felicidad de su hijo. No le gustaría mucho la idea y posiblemente se incomodaría, aún así haría el esfuerzo de no demostrárselo a su hijo. Sería algo a trabajar durante un tiempo.

Entre cartas y canciones  • SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora