Confiar y hablar es un rasgo de amistad

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Otro día donde se saltaba las clases que a su parecer no servirían de nada más.  La tensión en su casa con su padre y hermana eran palpables, se respiraba y aspiraba con la mortalidad de una droga inhalada.

No quería estar en casa, por lo que huía tan pronto el sol aparecía.

No sabía si era "condolencia" de su padre el dejarlo hacer lo que quisiera, mostrándole que no importaba cuando huyera, cuanto se escondiera, al final del día regresaría con la cadena puesta en su cuello todo el tiempo. Lo tomaba de la peor manera, posiblemente estaba exagerando, no lo sabía, solo sabía que estaba enojado y frustrado por no poder huir de donde sea que se encontrara varado en el plano.

—¿Seguro que ya comprendes por completo el circuito? —preguntó Albatross marcando en un mapa las rutas que ya habían recorrido a lo largo de esa semana.

Chuuya asintió con su mirada perdida.

Los dos rubios que yacían en el local se vieron entre ellos.

—No puedo creer que hayas dejado que entrara a una competencia tan imprudente—le regañó Lippman con notable preocupación—. Si sigue así, va a perder mucho dinero mañana.

—¿Crees que le importa el dinero? —objetó Albatross alzando sus dos brazos para señalarlo—. Ni siquiera parece importarle él mismo—sus rubias cejas se curvearon sobre sus oscuros lentes—. Sé que es rico, pero en serio quiero proteger sus intereses y especialmente no quiero que muera por imprudente.

Lippman asintió viendo como Chuuya observaba el circuito distraídamente. Con un rostro más serio, se colocó frente al pelirrojo que alzaba la mirada, encontrándose con el elegante hombre que mostraba preocupación en su mirada.

—Chuuya-kun, no pienso dejar que corras si no eres capaz de estar con nosotros en todo momento—se puso rígido—. Dinos lo que te molesta, lo solucionaremos y solo entonces así correrás mañana.

Una sonrisa falsa se posó en los labios de color frambuesa.

—No deberías de preocuparte—intentó calmar—. Me he aprendido el circuito por completo.

—¡Estarás compitiendo contra Kirin y Yuan! —exclamó Albatross desesperado—. Kirin es un cobarde que se esconde en sus farándulas, pero Yuan es demasiado competitiva. Te va a arrastrar esa loca.

—Ganaré.

—¡Se trata de que salgas vivo! —el rubio de trenza llevó sus manos a sus propias mejillas—. ¡Correr a velocidades como esa es solo de profesionales! ¡Tienes que prometernos que, si te sientes inseguro, bajes la velocidad de tu motocicleta!

Un suspiro pesado salió de los labios del pelirrojo.

Se sentía asfixiado.

Miles de pensamientos pasaban por su mente, todos guiados a sus problemas personales y una familia en particular que podría darle un poco de esperanza a su situación. Tane prometió que hablarían sobre su situación, algo que le alentaba a tener esperanza. Si ella había podido tomar el control de su vida, él también podría. Se mantenía vivo por esa esperanza, por las palabras de ella.

—Ganaré—repitió decidido.

Necesitaba ganar esa carrera para demostrarse a sí mismo que era capaz de guiar su jodida vida a un punto donde alguien no moviera los hilos que le ataban a su destino.

Lippman y Albatross se vieron entre ellos preocupados.

El rubio de trenza sabía que Chuuya poseía una ira mal canalizada. Era explosivo, imprudente y sumamente apasionado. Lo que pasara en esa carrera, podría joderlo de por vida o podría coronarlo como el rey de todo. Tenía potencial, tenía valentía y lo peor de todo...Chuuya no le temía a la muerte. Lo más imprudente de alguien que buscaba sentir cada experiencia hecha momentos.

Entre cartas y canciones  • SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora