🎄 Capítulo 1 - Rebeca

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Primer día de diciembre

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Primer día de diciembre. Viernes. Última clase de la semana y, por más contenta que debiera estar, no puedo: comienzan los preparativos de la fiesta que se organiza todos los años por estas fechas desde que estudio en este lugar. No conozco al chico que las organiza, pero eso no importa: él siempre busca voluntarios entre los compañeros de clase y, aunque nunca se había acercado a mí, nada me asegura que siga sin hacerlo. Si hubiéramos coincidido hace más de tres años, tal vez no me hubiera importado ofrecerme. Ahora no, paso, no quiero involucrarme en una fiesta que no me aporta nada de ninguna forma. Ni espiritual ni materialmente.

Los compañeros que están sentados en las mesas que tengo alrededor no dejan de hablar de sus planes para el puente de diciembre. Yo no tengo, a menos que ver una película con Abracitos tumbado en mis piernas pueda considerarse como tal. Abracitos es un gato negro de ojos azules que adopté hace un año por estas fechas. Él estaba solo, yo también, y supe que era una señal del destino para cuidarnos mutuamente. Para evitar participar en la conversación, se me ocurre sacar el móvil y ver fotos de mi gato. Al cabo de unos minutos, alzo la cabeza y mi mirada se encuentra con la del odioso chico que disfruta de la Navidad. No tengo motivos para odiarlo... más allá de esta festividad que no soporto. Lucas, creo que se llama. Apenas hemos hablado, unos cuantos saludos y algunas peticiones de apuntes, pero nada más allá de eso. No somos amigos ni pretendo que lo seamos; no podría aguantar su entusiasmo por la Navidad, mucho menos que pensara en mí la primera para ejercer como su ayudante oficial.

No tenemos nada en común.

Apenas dura unos segundos nuestro duelo de miradas. En realidad, dudo mucho que se haya fijado en mí en este momento, suelo pasar desapercibida en clase. Intento ser para él la típica compañera que sabes que está ahí, pero nunca recuerdas su nombre. No lo soporto, ni a él ni a la Navidad.

¡Se acerca!

Lucas sonríe mientras camina hacia donde estoy sentada y, para evitar que se detenga a mi lado, vuelvo a echar un vistazo a la pantalla del aparato que sostengo en las manos. Quizá sea estúpido hacerlo, ya que eso no le contendría: nada le impediría preguntarme. Sin embargo, mis temores desaparecen cuando veo que pasa de largo. Lanzo un suspiro que no puedo contener en mi garganta y continúo con la vista pegada a la pantalla.

El profesor de la última clase está tardando mucho en llegar.

—Fran, ¿este año colaborarás en la fiesta de Navidad? —pregunta Lucas a mi espalda, demasiado cerca, mucho más de lo que esperaba.

¿Y si Fran le dice que me lo pregunte a mí? Podría no querer participar, ¿no?

—Paso de eso, tío. Demasiado que voy todos los años... —responde nuestro compañero—. ¿Por qué no le preguntas a alguna de las chicas? Con tu labia seguro que convences a alguna.

Escucho a Lucas reírse y no puedo evitar fruncir el ceño. Me concentro en la foto de Abracitos para no enfadarme, no merece la pena.

—No se me da bien hablar con las chicas, Fran. —Sí, claro—. Además, no quiero que piensen que quiero coquetear con ellas con la excusa de la fiesta. Ya sabes cómo son las tías...

Lo que me faltaba ya.

Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Miro otra foto de mi gato. Mis músculos se tensan al notar que Lucas sigue detrás y no me relajo hasta que veo que se aleja de mí lo máximo posible.

Por suerte para mí, y por desgracia para él —o eso quiero creer—, el profesor llega y él tiene que dejar su búsqueda hasta el final de la clase. Si soy afortunada hoy, conseguiré escaquearme antes de que se le ocurra hacerle caso a Fran y probar conmigo.

Al terminar la clase, recojo mis cosas y salgo por la puerta más alejada con la intención de no ser interceptada. No tengo ganas siquiera de darle una negativa.


La Navidad según LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora