🎄 Capítulo 8.1 - Rebeca

57 5 28
                                    

Anoche volví a soñar con mi abuela

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Anoche volví a soñar con mi abuela. Me dijo algo que aún mantengo en mi memoria: «Estoy muy orgullosa de ti, Rebeca, y por eso mismo quiero que seas feliz, aunque yo ya no esté. Vive la vida al máximo». De camino a la casa rural, aguanto las ganas de llorar debido a la emoción y la nostalgia. Tampoco quiero que alguien pueda verme vulnerable. Ni siquiera Lucas.

En el autobús hace frío y no funciona la calefacción. Lo agradezco, pues así no noto tanto el cambio de temperatura cuando me baje, y como voy bastante abrigada, incluso con uno de mis gorros de lana, solo lo noto en las manos, que están desnudas en comparación con el resto de mi cuerpo. Me levanto se detiene en mi parada y bajo del vehículo; me queda una larga caminata hasta la casa rural, pero salí de casa con tiempo suficiente para no ser la última en llegar.

Antes de lo esperado, diviso la casa a lo lejos. Noto un cosquilleo en el vientre a medida que mis pasos me acercan al lugar. Desconozco el motivo, pero no es algo que me preocupe demasiado. Solo quiero disfrutar de la velada, aunque apenas tenga relación con mis compañeros de clase o con el resto de los estudiantes de la universidad. Sin embargo, cuando entro por la puerta, solo veo a Lucas sentado frente a la chimenea.

—Hola —saludo mientras cierro la puerta.

—Hola. —Él se levanta y se acerca—. Tengo malas noticias: nadie puede venir, o eso es lo que me han dicho... —Chasquea la lengua y su rostro muestra un enfado comprensible.

Pero pronto ese enfado parece transformarse en tristeza.

—Qué idiotas... ¡Y después soy yo la que paso de estas cosas! —Él permanece en silencio y no tiene intención de hablar así que me envalentono—. Pues ¿sabes qué? ¡Que ellos se lo pierden! Nosotros disfrutaremos de todo lo que con tanto esfuerzo hemos preparado, ¿o no?

Durante un segundo me mira y entonces acorta la distancia que hay entre nosotros para abrazarme. Es la primera vez que me toca y el cosquilleo que no me ha abandonado se intensifica. Le rodeo con mis brazos para corresponderle.

—Gracias, Rebeca. Gracias por aceptar ayudarme y por estar aquí conmigo en este momento. No sé qué habría hecho si...

Siseo para que no siga, no es necesario que se torture con situaciones que ya no ocurrirán.

—Ni lo sabes, ni debería importarte. ¿Por qué no disfrutamos de la fiesta? Al menos siendo dos no ensuciaremos demasiado la casa y el dueño no tendrá quejas.

Lucas se separa de mí con una pequeña sonrisa. Toma mi mano para guiarme hacia un sitio que desconozco y aguanto la respiración sin darme cuenta.

—Ven, siéntate aquí conmigo. —Llegamos a los sillones situados frente a la chimenea y espera a que me siente para hacerlo él—. ¿Te gusta cómo ha quedado todo?

Aunque le ayudé el único día de la semana que pude con los adornos, no pude ver el resultado final porque él se negó a pasarme fotos para darme una sorpresa.

—Sí —echo un vistazo alrededor antes de agregar—: y has decorado muy bien el árbol con lo que compré. ¿Qué haremos luego con todo eso?

—Lo que quieras...

—Es que ya tengo mis propios adornos y de todas formas no sé si el año que viene tendré espíritu navideño...

Lucas se inclina hacia adelante.

—Estoy seguro de que sí.

Los dos nos quedamos mirando y por primera vez pienso en lo atractivo que es. No había tenido tiempo de fijarme en eso por lo enfocada que estaba en evitarle. Sin embargo, lo que más me gusta de Lucas es su forma de ser, la misma que antes odiaba con toda mi alma.

—¿Qué quieres tomar? —me pregunta al mismo tiempo que se levanta y el contacto visual desaparece.

—Pues no sé, ¿qué me ofreces?

Él no me ha permitido contribuir con la comida y como apenas me he fijado en ella desde que entré por la puerta, no sé qué opciones hay.

—¿Qué te parece... —parece pensarlo unos instantes, aunque quizá no sea así— un poco de chocolate caliente o café? Lo que te apetezca más.

Elijo el chocolate y espero a que prepare un poco para mí y, de paso, para él. Regresa con dos tazas caliente, me ofrece una y con cuidado la tomo entre mis manos. Aprovecho para calentarlas un poco antes de acercar la bebida a mis labios para soplar. El humo que desprende me da a entender que aún no puedo beber siquiera un sorbo. Lucas hace lo mismo y durante un buen rato nuestras miradas vuelven a encontrarse. Ambos estamos más callados que de costumbre.

Reclino la espalda en el respaldo y observo algunos detalles de alrededor, hasta que me fijo en el techo y veo algo inesperado. Un muérdago. Bajo la vista a él de nuevo y veo que sonríe con cierta picardía. No digo nada al respecto, me limito a beber un pequeño sorbo del chocolate. Apenas lo noto caliente, quizá porque ya lo estoy por dentro y apenas me afecta. Suelto la taza en la mesita que tengo más cerca para levantarme después. Lucas me imita y termina de acercarse a mí.

Durante unos instantes ninguno de los dos se mueve, solo nos observamos. Hay tensión en el aire, puedo notarlo porque también la siento en mi interior. Descubro, de improviso, que tengo un nuevo anhelo.

—Lo que suceda aquí, puede quedarse aquí, Rebeca.

Y no necesito más excusas para dejarme llevar.


***

¿Beso o no beso? Lo averiguaremos, en realidad, en el siguiente capítulo, aunque se puede intuir que al menos Rebeca está dispuesta a que suceda. A pesar de no verse de manera implícita, considero necesario dedicarle este capítulo a una nueva lectora que ha acertado (y deseado a la vez) lo que va a suceder. ¡Gracias por leerme! Y no olvides dejar tu comentario, estaré encantada de leerte y responder (si tengo algo que decir).

La Navidad según LucasOnde as histórias ganham vida. Descobre agora