DAZZLING #PGP2024

08 EL DOLOR DE UNA MADRE

El ascenso del elevador resuena en el oscuro hueco metálico. El seco ruido de los engranes obligan a que Lion poco a poco recobre la conciencia en un torbellino de dolor. Su cuerpo maltrecho por la caída, le recuerda la desesperada maniobra que realizó para escapar de Ámbar. Con sus pequeños pulmones jadeando se incorpora lento, sintiendo como cada músculo protesta por el esfuerzo realizado.

A la mente del ratón llega con claridad la mirada fría de la serpiente, la cual de forma evidente ya conoce sus planes de fuga. Aunque ignora la razón del porqué la víbora no lo espera a la orilla del ducto desde donde se lanzó. La verdad es que no le importa, ahora no solo el reptil es su enemigo, el tiempo se convierte en el rival a vencer.

Cauteloso, el roedor se arrastra hacia el borde del elevador, mientras este último, despacio sube a su destino. El olor a metal oxidado y húmedo aunado al dolor corporal causan que vomite saliva revuelta con algo de sangre entre una serie de dolorosas arcadas.

Cuando por fin logra alcanzar el final del cubo, Lion se detiene. Espera que el elevador lo lleve al túnel correcto y no lo deje lejos de su destino. Sin embargo, toda esperanza se vuelve inútil, el artefacto se detiene un piso antes y enseguida comienza a bajar, por lo que Lion se ve obligado a entrar al ducto equivocado.

Aunque conoce bastante bien gran parte del sitio, gracias al tiempo que tuvo para explorar cada camino de los túneles metálicos y sabe cómo llegar desde ese punto hasta el sitio donde debe ver a las gatas, debe darse prisa, ya que tiene que estar en el lugar antes de que su amiga con su hija comience el escape.

El viaje de Lion a través de los ductos de aire es una odisea llena de dolor. Cada rincón oscuro es un recordatorio constante de la lucha que enfrenta. El frío que despide el metal del que están hechos se clava en sus adoloridas patas recorriendo su cuerpo como una corriente eléctrica que llega hasta lo más profundo de su ser.

El laberinto de conductos se extiende ante él, un camino que en otras condiciones no le parecería complicado, en este momento, tanto por la condición física que se encuentra como la urgencia por llegar a su destino causan que se le dificulte recordar el camino correcto, por lo que en más de una ocasión llega a un callejón sin salida obligándolo a regresar y buscar una nueva ruta, además para su infortunio, el aire enrarecido y cargado de un aroma a humedad, le dificulta la respiración. Pero Lion persiste, su corazón que late en un ritmo frenético, lo impulsa a avanzar.

A medida que avanza, el murmullo del aire le hace pensar en ese temido siseo que hace Ámbar cuando está en su papel de cazadora. Las sombras crean ilusiones aterradoras en las paredes del conducto, causándole pensamientos que despiertan la paranoia en el pequeño roedor. Pronto el frío del entorno se mezcla con la frialdad de su temor obligándolo a sentirse perseguido por largas siluetas que lo envuelven en la oscuridad.

De repente, un no muy lejano estruendo resuena por los conductos. Lion se estremece y despierta de su alucinación, reconociendo el sonido desgarrador de una lucha desesperada. El ruido continúa por unos instantes más, suficientes para que su aguda audición le permite identificar a la desgarradora voz de Garra Afilada, quien ya se encuentra en medio de lo que aparentemente es un mortal enfrentamiento. El estruendo de la lucha por la sobrevivencia de nuevo reverbera a través de los conductos, creando una cacofonía discordante que estremece los nervios del ratón, alertándolo de que debe apresurarse si desea tener una oportunidad para obtener la tan ansiada libertad.

La urgencia se intensifica. Lion acelera el paso, ignorando el dolor que lo embarga. La luz tenue al final del conducto le indica que está cerca de su destino, pero la incertidumbre y la preocupación por el bienestar de Garra Afilada y su hija pesan en su mente como una losa. El destino de todos está entrelazado en el laberinto de los ductos.