Rencuentro

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El sabía muy bien que volver a verlo de frente solo traería problemas.
Pero sus ganas de saber que tan bien estaba, pudieron más, Sergio simplemente no podía no querer verlo.
Max era su talón de Aquiles.

Además Sebastiana había dicho que aquello lo ayudaría a cerrar aquel ciclo.

Estaban en una zona apartada en un bonito restaurante en Londres, ambos buscaban discreción.
Tomó una vez más la taza y bebió su té de manzanilla se supone que servía para quitar la ansiedad, su madre solía hacerlo cuando el tenía muchas cosas en las que pensar.
Su teléfono vibró y por un momento confió en que sería Max, le diría que había sido imposible llegar y así Checo estaría tranquilo, volvería a la casa con su actual pareja y comerían juntos.

Lewis era el hombre Perfecto, todo en el estaba bien.
Con su voz calmada y sexi, un hombre que amaba la familia tanto como el mismo.
Alguien que lo admiraba y cada noche se lo dejaba claro con caricias dulces y besos pasionales.
Por las mañanas despertar entre sus brazos era un bálsamo para su corazón.

Lewis lo trataba como siempre quiso que lo trataran, el problema era su estupida cabeza.
Sergio enserio pensaba en cortársela o simplemente darle fuerte con un sartén para ver si entraba en razonamiento.

No era un mensaje de Max, Lewis le había enviado una foto donde estaba comprando pijamas iguales para la cesión de fotos de esta navidad.
Sergio besó la pantalla después de responderle que cualquiera que él eligiera estaba bien.
Su novio tenía un estilo único y destacable.

-¿cómo estás Sergio? ¿Que tal tu vida?- la voz le provocó un escalofrío y de inmediato se puso recto.
Se recordó que no estaba haciendo nada malo.
Su pareja sabia donde estaba y con quien estaba, el mismo moreno le dijo que era mejor cerrar ciclos que siguiera los consejos de su terapeuta y Checo bromeó sobre que mejor se cortaría el cabello, se pondría un piercing o incluso se haría un tatuaje.

De donde el venía así se arregla eso de cerrar ciclos.
Pero su novio le había dado tantos elogios de los bonito que era tal cual estaba y que por ahora un cambio tan caótico no le se haría nada bien.

~además cada que veas ese nuevo estilo solo te recordará a él~

-estoy de maravilla- dejó su teléfono a un lado y le dio una sonrisa hipócrita.
-¿que tal tu?- quería agregar mucho mas.
Algo mas venenoso y frívolo pero también quería irse.

Max lo detalló una vez más.
Sus cabellos color chocolate, su piel caramelo y como podría olvidarse de las pecas.
Nunca supo que fue lo que realmente lo atrajo.
Sergio era un misterio que tenía muchos signos de interrogación y jamás había querido investigar la respuesta.
Max pensaba que de esa manera la magia se iría volando.
Sergio era el gran enigma de su vida y lo mantendría de esa manera.

Sus ojos color chocolate no lo veían a él, Max sabía que ya no querían verlo desde hace un tiempo.
Pero no se lo tomo a mal, si Sergio estaba tan distraído mirando por la ventana del restaurante el podría detallar su figura, su esencia.

Tenía el mismo brillo que hace dos años atrás cuando iniciaron su relación, el mismo brillo que el neerlandés se había encargado de destruir aquella fatídica noche en la que le rompió el corazón.

O incluso antes.

El brillo de una aro dorado lo distrajo de los suaves labios que tenía el mexicano.

Era un anillo, pero no cualquier anillo.
Un aro muy simple de color dorada, suponía que era oro se cernía con gracia al dedo anular de la mano izquierda de Sergio.
Estaba comprometido, o solo se lo había puesto para que picara con más sabor aquel reencuentro.

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