Lando Norris

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Estaba nervioso.
Con un nudo en la garganta que no lo había dejado disfrutar de la comida.

Max no estaba mucho mejor que el.
Se había quemado la mano con el café aquella mañana.

Quería llorar.
Observó a Sophia, la mujer parecía encantada no había dejado de observar el reloj cada cierto tiempo.
Landó sabía muy bien que su ahora suegra, ama con su corazón a Sergio.

Se lo dejó claro tantas veces que no podía contar.

-eres bienvenido- le había dicho la mujer aquella tarde que Max decidió llevarlo a conocer a su familia.
-pero no te equivoques, tu lugar será el ser la madre de mi nieto... nunca serás mi familia- su voz era dura.

Sophia Verstappen era una leyenda en el mundo del negocio y no solo por que se casó con Jos.
Era una mujer que imponía.

Ella dejaba que Lando viniera en las tardes familiares, las galas benéficas.
Pero jamás le había estrechado la mano.

Estuvo ahí cuando escuchó cómo está cacheteaba a Max, después de saber las acciones de ambos.
~eres un maldito~ sus gritos podían escucharse por toda la casa.
~!este no es el hijo que yo cree¡~ aquella charla duró mucho más, pero Lando no sabía neerlandés para poder entender el reclamo que Sophia le estaba haciendo a Max.

Ella tomó su teléfono y se puso en contacto con Sergio, escuchó como suplicaba por un perdón y lo mal que se sentía por todo.
Querer llenar el espacio que Sergio Pérez dejó en la familia Verstappen le fue imposible.

El sabía mejor que nadie que solo estaba ahí por el bonito Niño que ahora cargaba su cuñada.
Su bebé comenzó a llorar.

Se acercó hasta Victoria y está le pasó al bebé.
Tenía hambre seguramente.
Había llevado ropa presentable, pero después del puré de verduras estaba más que arruinado.

Escuchó que la puerta de entrada estaba siendo abierta y se asomó por el ventanal.
Un bonito carro negro se estacionaba en la orilla.
Un hombre moreno, alto y bien vestido bajo primero para abrir la puerta del copiloto.

Y entonces lo vio bajar.
Con su cabello tan brillanté y suave, una sonrisa grande en su bonita cara, con su perfecto conjunto de ropa.

Recordó cuando se conocieron, el mexicano era entonces la pareja de Max y así lo presentaron.

Era guapo, admitió el inglés.
Más que eso tenía algo que hacía que las personas a su alrededor le prestaran su atención.
Como si fuera la luz en una colmena de polillas.
Las cámaras lo seguían a donde el se moviera y la gente buscaba interactuar con el como si este fuera la realeza.

Aquella noche el era un representante más para una de las fundaciones que la familia Verstappen patrocinaba.
No era nadie al lado del mexicano.

Que pudiera conocer a Max fue mera suerte.
El neerlandés era guapo sin duda, alto y llamativo, desbordaba elegancia, poder.
No entendía como alguien como Max Emilian era la pareja de Sergio Pérez

Hablar con Max era fácil, tenía ideas muy concretas y sus gustos ya estaban bien definidos.
Gracias a su platica en dicha cena, Lando se convirtió en uno de los amigos más cercanos del mismo Max.

Al principio solo se veían de ves en cuando y solo por asuntos con referencia al trabajo.
El rubio era reservado y en las primeras reuniones, cuando Norris preguntaba por Sergio.
Max soltaba siempre bonitos halagos sobre su excelente pareja, sobre la suerte que había tenido al encontrarlo.

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