capitulo 31

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Subí las escaleras de dos en dos, intentando no hacer ruido, entré zumbando en mi habitación, y me aseguré de cerrar bien la puerta detrás de mí. Lisa no se había movido ni un milímetro. Sus labios se curvaron cuando sonreí, y la estatua cobró vida. Me evaluó con la mirada, tomando nota del pelo húmedo y la zarrapastrosa camiseta. Enarcó una ceja.

—Bonita ropa. — Le dediqué una mueca. —No, te sienta bien.

—Gracias —susurré. Regresé a su lado y me senté con las piernas cruzadas. Miré las líneas del suelo de madera.

— ¿A qué venía todo eso?

—sehun cree que me voy a escapar a hurtadillas.

—Ah —lo consideró—. ¿Por qué? —preguntó como si fuera incapaz de comprender la mente de sehun con la claridad que yo le suponía.

—Al parecer, me ve un poco acalorada.

Me levantó el mentón para examinar mi rostro.

—De hecho, pareces bastante sofocada.

—Huram... —musité. Resultaba muy difícil formular una pregunta coherente mientras me acariciaba. Comenzar me llevó un minuto de concentración.

—Parece que te resulta mucho más fácil estar cerca de mí.

— ¿Eso te parece? —murmuró Lisa mientras deslizaba la nariz hacia la curva de mi mandíbula. Sentí su mano, más ligera que el ala de una polilla, apartar mi pelo húmedo para que sus labios pudieran tocar la hondonada de debajo de mi oreja.

—Sí. Mucho, mucho más fácil —contesté mientras intentaba espirar.

—Humm.

—Por eso me preguntaba... —comencé de nuevo, pero sus dedos seguían la línea de mi clavícula y me hicieron perder el hilo de lo que estaba diciendo.

— ¿Sí? —musitó.

— ¿Por qué será? —inquirí con voz temblorosa, lo cual me avergonzó —. ¿Qué crees?

Noté el temblor de su respiración sobre mi cuello cuando se rió.

—El triunfo de la mente sobre la materia.

Retrocedí. Se quedó inmóvil cuando me moví, por lo que ya no pude oírle respirar. Durante un instante nos miramos la una a la otra con prevención; luego, la tensión de su mandíbula se relajó gradualmente y su expresión se llenó de confusión.

— ¿Hice algo mal?

—No, lo opuesto. Me estás volviendo loca —le expliqué. Lo pensó brevemente y pareció complacida cuando preguntó:

— ¿De veras?

Una sonrisa triunfal iluminó lentamente su rostro.

— ¿Querrías una salva de aplausos? —le pregunté con sarcasmo. Sonrió de oreja a oreja.

—Sólo estoy gratamente sorprendida —me aclaró—. En los últimos cien años, o casi —comentó con tono bromista— nunca me imaginé algo parecido. No creía encontrar a nadie con quien quisiera estar de forma distinta a la que estoy con mis hermanos y hermanas. Y entonces descubro que estar contigo se me da bien, aunque todo sea nuevo para mí.

—Tú eres buena en todo —observé. Se encogió de hombros, dejándolo correr, y las dos nos reímos en voz baja.

—Pero ¿cómo puede ser tan fácil ahora? —le presioné—. Esta tarde...

—No es fácil —suspiró—. Pero esta tarde estaba todavía... indecisa. Lo lamento, es imperdonable que me haya comportado de esa forma.

—No es imperdonable —discrepé.

crepúsculo (jenlisa)Where stories live. Discover now