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Hyunjin sentía su ira salirse por cada poro de su piel cada vez que pensaba en regresar a aquel prostíbulo

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Hyunjin sentía su ira salirse por cada poro de su piel cada vez que pensaba en regresar a aquel prostíbulo. Si ese día no hubiera sido tan estúpido como para dejar escapar a Jeongin por una mamada... Se le revolvían las entrañas de sólo pensarlo. No era propio de él ser tan descuidado, pero una semana después del rapto de Felix y Minho, y tras recibir el alta médica (se había sometido a un rápido tratamiento para palear el esguince del hombro), allí estaba de nuevo con un propósito muy distinto del anterior. Estaba harto de que Jeongin siempre le agarrara desprevenido, harto de quedar él como el estúpido.

Cuando aún no había caído la noche, Hyunjin irrumpió en el prostíbulo con un séquito de guardias detrás suyo. No estaba abierto al público todavía. Las omegas se apiñaron en grupo, pero Madame Yoo permaneció inexpresiva. Era una alfa regordeta y de rostro duro, con el cabello negro y con pocas canas siempre atado en un moño que, a primera vista, parecía doloroso. Vestía con ropas caras y con estolas oscuras para cubrir sus hombros.

Los guardias, siguiendo órdenes de Hyunjin, se apostaron en cada salida, armados y con aspecto intimidante. Con otro gesto de mano, el alfa ordenó algo a otros tres guardias, que rápidamente se adelantaron y agarraron de los brazos a Madame Yoo. La alfa lucía serena, caminando hacia Hyunjin sin oponer resistencia a pesar de notarse visiblemente tensa en sus facciones.

—No parece muy sorprendida pese a no haber anunciado mi visita con antelación. Si me lo permite, nos saltaremos los formalismos —dijo Hyunjin con frialdad.

Madame Yoo no agachó la mirada. Ambos se miraron detenidamente hasta que ello inspiró hondo y dijo:

—Por favor, no haga daño a mis omegas.

Hyunjin encaró una ceja.

—Eso dependerá de usted y de cuán valioso sea su testimonio.

Sin necesidad de decir nada, los guardias la arrastraron hasta un cuarto de malas formas pese a que ella no se resistiera. Los y las demás omegas observaron la escena con expresiones de susto, pero ninguno fue lo bastante insensato como para intervenir. Hyunjin iba detrás de la comitiva, cerrando la puerta del cuarto de limpieza, donde habían llevado una silla con rapidez y la mujer se encontraba sentada.

Había realizado multitud de interrogatorios a lo largo de toda su carrera militar, y casi todos habían resultado ser satisfactorios. No le gustaba torturar sin razón aparente, pero cuando tenía un motivo de peso, se convertía en un alfa sin escrúpulos. Quiénes le conocían, sabían a ciencia cierta hasta qué punto era capaz de llegar con tal de sonsacar información, y con Madame Yoo no iba a ser diferente.

Hyunjin se paseó en círculos mientras la alfa permanecía sentada, rodeada de los mismos guardias y sin posibilidad de huir, pues la única ventana era apenas un pequeño rectángulo en lo alto de una pared.

Hyunjin no hizo nada durante los primeros minutos, escuchándose únicamente sus pisadas. Sin previo aviso, golpeó a Madame Yoo en el rostro, descargando su ira contra ella. Un grito de dolor escapó de su garganta, escuchándose un crack muy desagradable. Hyunjin no se contentó con eso. La volvió a golpear, sin importarle que el procedimiento fuera al revés: primero preguntar y luego golpear.

inopia ✦ hyuninWhere stories live. Discover now