Capítulo (5)

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"El Diablo Es Rojo"

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Horas después habíamos salido del hospital y yo me encontraba perfectamente bien. Ni un rasguño tenía, nada que pudiese ser grave para mí. Amon me había salvado, pero ni siquiera podía darle las gracias después de lo sucedido en la habitación.

Él tenía razón, era una presa fácil de la tentación y ni siquiera sabía por qué lo había hecho...

Finalmente estábamos afuera del hospital y sin darme cuenta del tiempo, ya era de noche de nuevo.

- Ahí está mi auto. -Amon chasqueo los dedos, y su deportivo negro el cual brillaba quizás más que mi futuro dio un pitido haciendo que llamase nuestra atención.

- ¿Para qué quieres un auto si con solo chasquear los dedos puedes ir a donde quieras? Eres un Demonio. -Reclamé.

- ¿Te vas a subir a mi nave o no niña? -Este se subió y se puso sus gafas negras, las cuales le quedaban muy bien. Pero era un ridículo, era de noche.

Giré los ojos y me subí de un suspiro.

Rápidamente salió del estacionamiento y nos dirigimos hacia mi departamento en el centro de la ciudad, vi la hora del tablero del auto y eran las 12:00 Pm, ni siquiera dormiría esta noche, así que me daba igual la hora. Tenía que estar alerta, tanto como de Amon como de Demian en mis sueños.

- Llegamos. -Se estacionó frente a mi departamento y salimos directo a la puerta-. Te recuerdo que los Demonios no dormimos, por si eso pensabas.

¡¿No?! Será peor de lo que imaginé.

Entramos y la mirada de Amon recorrió toda la casa. Como si no hubiese estado aquí antes.

- Puedes quitarte tu abrigo. -Comenté poniendo el mío el en perchero.

- Aún no entramos y ya me quieres desnudar, tranquila mujer. -Bromeó mirándome como loca.

- Has lo que quieras no me importa, me voy a dormir. -Negándome me dispuse a subir a mi habitación, sin embargo, antes de seguir con mi camino. Todas las luces se habían apagado.

¿Pero qué?

- Fallo circuito, supongo que no dormiremos esta noche. -La voz de Amon en mi oído me hizo exaltarme y alejarme.

- Creo que tengo velas. -Me giré intentando caminar por toda la casa, pero era inútil, todo era oscuridad, apenas y podía caminar.

- No las vas a necesitar. -El chasqueo de los dedos de Amon hizo que sus dedos se flamaran dando una pisca de luz.

- Eso no sirve de nada. -Apenas y lo miraba.

- Mis dedos siempre son útiles. -Se inclinó acercando su fuego entre en medio de nosotros. ¿Que había dicho?- La luz no volverá hasta la mañana, es mejor que ya te vayas a dormir.

Sin luz y con un demonio en mi casa no podría dormir bajo ninguna circunstancia.

- Bien, te llevo a tu habitación. -Seguí con mi camino hacia la escalera pero nuevamente me detuve.

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