4. Fiesta estratégica

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Me preguntaba por qué razón el profesor había pedido decirnos cosas tomados de la mano, como si decir cosas de por sí no fuera lo suficientemente complicado. Quizás porque la interacción química a nivel cerebral que tenía entrar en un contacto físico con una persona abría además el paso para generar una conexión mental. Porque estabas sintiendo al otro y todo lo que eso conllevaba.

Ahora, si yo había sentido esa confianza al tomar la mano de Oliver, me preguntaba qué es lo que estaban sintiendo Ryan y la tarada mientras hacían la misma actividad en el recreo, caminando tomados de la mano mientras yo los observaba desde un sitio lejano.

Había una clara diferencia en sus alturas, por lo cual Ryan tendía a doblar un poco su brazo para estar mas cómodo. Como si necesitara acomodarse a ella.

Me hervía la sangre.

No entendía por qué ellos sonreían al decirse cosas malas y miraban hacia otro lado como si se estuvieran cortejeando. Tuve que acercarme entonces para comprobar que no se decían las cosas que imaginaba.

-Me gusta el color opaco en tus ojos.

-¿Que te gusta qué? -Interrumpí yo sin poder evitarlo. Ryan acababa de decirle eso a Marla mientras la miraba fijamente a la cara-, ¿Estás demente?

-¿Qué haces tú acá?

-Es el colegio, imbecil, ¿dónde más voy a estar? -Vi sus manos entrelazadas aún y pasé la mía entre medio para separarlos-, ¿Qué haces diciéndole algo como eso? Mentiroso.

-No estés armando un escándalo aquí -Comenzó a reír mirando alrededor-, Es parte de la actividad, decir cosas que nos gusten del otro.

El bastardo de Oliver me había mentido.

-Y si así fuera tampoco tienes por qué decir cosas como esas -Volví mi vista a Marla, estaba callada mirando el suelo, fingiendo estar asustada por mi presencia.

¿Era agresiva? ¿De verdad era capaz de sentir la más mínima cosa por mí cuando no ha tenido un grado de culpa o arrepentimiento por sus mentiras?

-Y tú deja de hacerte la mosquita muerta si no quieres que... -Me detuve al reconocer mis intenciones de lanzarme sobre ella y agarrarla del cabello. Falso cabello.

Ryan sostuvo mi mano.

-Detente ahora -Volvió a decir-, ¿Quieres hacernos comenzar de cero? ¿Quieres que siga sosteniéndola?

-Claro que no, pero...

-Eso es lo que pasará si no nos dejas ahora -Tomó su mano antes de soltar la mía.

Y ella, siguiendo con su gestos de incrédula y pobrecita, sonrió. Era una burla, un pequeño gesto de victoria que no iba a permitir en mi presencia. Y de un modo que no advertí, estaba otra vez queriendo lanzarme sobre ella para tironearle la peluca.

Ryan me detuvo.

La inspectora apareció.

Otra vez, me había metido en problemas.

No era tan grave, y era estúpido. Solo había sido un impulso con justa razón, pero ahora estaba nuevamente en dirección, oyendo la charla de la directora sobre mi actitud agresiva e impulsiva, que podría suspenderme si seguía así. Y siguió haciendo caso omiso a mis razones.

Y luego con mamá fue más de lo mismo.

-Esto fue solo una advertencia -Dijo-, Tienes una mala gestión de tus emociones, hay que hacer algo, no podemos permitirnos una nueva suspensión a estas alturas del año.

Yo oía, pero no escuchaba. No quería hacerlo, no quería comprenderla ni darle la razón, solo quería que ella me entendiera.

-He pensado que deberías ver a algún psicólogo.

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