9.

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-¡VAMOS! ¡VAMOS! ¡LA MOTOMAMI VA A EFECTUAR SU SALIDA! -gritaba Naiara mientras daba golpes desde el asiento del conductor.

Eran las 10 de la mañana y Naiara tocaba el claxon y gritaba en la puerta de Chiara. Naiara era la encargada de ir recogiendo uno por uno a los amigos ya que le había pedido a su tío su furgoneta de 8 plazas. En el coche ya estaban todos menos Chiara, a la que llevaban esperando 10 minutos.

La madre de Chiara abrió la puerta extrañada ya que ella pensaba que con quien Chiara se iba a la playa era con Ruslana y Martin.

-Hola, Emma -la saludó Ruslana bajando la ventanilla. La ucraniana estaba sentada en la tercera fila de asientos junto a Martin y Salma. Violeta, que estaba sentada en el medio de la segunda fila de asientos, se movió hasta la ventana por curiosidad de ver a la madre de Chiara.

-Hola Ruslana, cariño -dijo la mujer más tranquila al ver a Ruslana y a Martin en el coche. -Ahora baja Chi...

La mujer no terminó de hablar cuando la morena apareció por la puerta de su casa. Llevaba un vestido blanco por el que podía entrever su bikini negro, una mochila en un hombro y la funda de la guitarra en el otro. Violeta no pudo evitar sonreír al verla. La inglesa le dio un beso en la mejilla a su madre mientras Violeta le abría la puerta de la furgoneta y se movía al asiento del medio de nuevo.

Violeta estaba un poco nerviosa, no había vuelto a hablar con Chiara después de besarse la noche anterior. Después de ese primer beso, estuvieron mucho rato besándose en la misma posición, acariciándose como si quisieran aprenderse el cuerpo de la otra de memoria, tanto rato que las galletas se quemaron y tuvieron que volver a hacerlas.

Chiara no estaba mucho menos nerviosa que la pelirroja. Según llegó a su casa, se dejó caer en la cama y ahogó un grito de emoción contra las almohadas. Nunca había estado tan feliz como en ese momento, Chiara sentía que estaba en una ensoñación y no quería despertar. Aunque a su vez temía que todo se hubiera enrarecido entre ellas. Pero, cuando vio a Violeta recibirla con una sonrisa, supo que todo estaba bien.

-¡Hombre, por fin! -exclamó Juanjo desde el asiento del pasajero subiéndose las gafas de sol.

-Perdón, perdón -se disculpó la chica abrochándose el cinturón de seguridad y dejó la mochila y la funda en el suelo de la furgoneta en sus piernas.

-¡Vamos, chicos! Este cuerpo necesita sol -exclamó Denna que estaba sentada junto a Violeta y Naiara arrancó.

La inglesa no sabía muy bien como saludar a Violeta pero la pelirroja le puso una mano en la rodilla apretándosela cariñosamente, Chiara la miró sonrojada y Violeta le guiñó el ojo haciendo a Chiara sonreír ligeramente.

-Hola -le susurró Chiara un poco tímida.

-Hola -le contestó Violeta soltando su rodilla y colocando su mano a su lado sobre el asiento. Chiara, que empezaba a amar el tacto de su piel, puso su mano junto a la de Violeta y alargó su meñique para rozarle la piel haciendo a Violeta sonreír.

El resto del camino se pasaron cantando las canciones que sonaban por los altavoces de la furgoneta, todos menos Violeta, que seguía un poco reticente a cantar ante los demás después de todo.

Se bajaron de la furgoneta y agarraron todos sus bolsos, les esperaba un corto camino desde los aparcamientos hasta la plata en sí y, en pocos minutos, ante ellos estaba Cala Turqueta, en la cual las aguas cristalinas de color turquesa hacían un precioso contraste con la arena fina y blanca. Además, el frondoso bosque de pinos y los altos acantilados que rodeaban la cala le daba una especia de intimidad perfecta y, para su suerte, apenas había gente en la playa.

Buscaron el espacio perfecto, no muy cerca del agua pero tampoco alejados del todo y se colocaron cerca de una de las paredes. Nada más llegar, Denna y Juanjo pusieron las tres sombrillas que habían traído para poder tener un poco de sombra, Naiara sacó su toalla y se tumbo al sol mientras Salma la ayudaba a echarse crema. Violeta y Ruslana comenzaron a colocar sus toallas junto a la de Naiara y Chiara y Martin se unieron a ellas. Chiara no dudó y puso su toalla entre la de Ruslana y la de Violeta mientras que Juanjo le pedía a Martin que pusiera la suya también. 

Última Noche de Verano.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum