El encuentro

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—¡Feliz cumpleaños!— gritó apenas vio abrirse la puerta de su amiga, y se lanzó a abrazarla. Ruslana reía mientras recibía los cientos de besos que Chiara dejaba en su mejilla.

—Gracias, Kiki.— sonrió ampliamente, haciéndola pasar al piso que compartía con Omar, su novio. Chiara le dio una bolsa de regalo junto con un nuevo abrazo, y pasó a saludar a los demás que ya estaban allí.

El plan era cenar ahí y luego ir a un bar que habían abierto hace poco a unas calles del edificio de Ruslana, en el cual pasadas las doce de la noche se creaba un ambiente casi de discoteca. Por eso Chiara había optado por ponerse un vestido negro ajustado al cuerpo, con unos zapatos de brillos y una americana por encima, ya que comenzaba a hacer frío por la noche.

—Hola, chicos.— saludó a Martin, Juanjo, Omar y Bea, que estaban conversando con una copa de vino cada uno. Todos la saludaron y rápidamente se integró en la conversación junto con Ruslana, que volvía de la cocina con una copa para cada una de ellas.

—¿Cómo ha ido la audición?— le preguntó Juanjo. Esa tarde se había presentado al casting de un musical para el que había estado preparando la audición por más de un mes, lo que la había llevado a perderse algunas salidas con ellos.

—Pues muy bien, la verdad.— respondió feliz, con un ligero rubor en las mejillas, como cada vez que decía algo bueno de sí misma.— Me han aplaudido al terminar, y se veía en sus caras que de verdad les gustó, ¿sabes?

—Si es que eres la mejor, cariño.— Juanjo la abrazó de costado y besó su mejilla.— Ese papel tiene que ser tuyo. Ya verás.

Continuaron hablando de otros temas, manteniendo varias conversaciones a la vez, pues era un grupo de amigos de lo más charlatán. Omar y Bea llamaron a todos cuando las pizzas estuvieron listas, y se trasladaron a la mesa para cenar mientras continuaban la conversación.

Luego, comenzaron a caer los primeros tragos, cortesía de Martin al ser bartender. Y estaban tan buenos que bebían sin darse cuenta de que, en cuanto se pusieran de pie, notarían el efecto del alcohol.

Luego de cantarle el cumpleaños feliz a Ruslana, y comer un trozo de pastel que les ayudó a asentar un poco tanta bebida, se marcharon a continuar el festejo en el bar.

—Tía, veintidos años ya.— dijo Chiara, abrazando los hombros de su amiga mientras caminaban hacia el bar. La pelirroja iba con un paso un poquito más errático que Chiara, que aún no había bebido tanto.

—¿Has visto? Y aún no terminé la carrera.— rió la cumpleañera.

—Pero qué dices, si es lo más normal del mundo.— se quejó de sus palabras, dándole una palmadita en el hombro.

—Tú no hables, que por ser una prodigio musical acabaste en nada.— se metió Martin en la conversación, haciendo que la morena ponga una cara de falso enojo.

Chiara había conseguido una codiciada plaza en la ESMUC con dieciocho años, y había dedicado todo su empeño a la música, pues era su pasión desde siempre. Perseguir su sueño le costó muchas cosas, como alejarse de su familia y perder su relación más larga y más bonita, puesto que no habían resistido al desgaste de la larga distancia. Pero aún así, la menorquina estaba feliz, pues a pesar de todo el dolor y el sacrificio, había logrado su mayor objetivo, poder vivir de la música. Ahora se dedicaba a cantar en pequeñas salas, y había comenzado a incursionar en el teatro con papeles pequeños, hasta la oportunidad que se le presentó con la audición de aquel día, que sería en un papel protagónico. Se conformó con el amor que sentía por la música, a pesar de que aún sintiera el vacío que le había quedado tras ella.

Pronto llegaron a la puerta del bar, que estaba a reventar al ser la noche de la inauguración. Iban a hacer la fila, pero gracias a Omar y su simpatía, que lo hacía tener un amigo en cada sitio al que iba, lograron entrar sin esperar.

chiara y violeta - oneshotsTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang