Ella es...

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El sol brillaba en el cielo despejado, iluminando el patio del Instituto Phoenix con su cálido resplandor. Las torres de piedra se alzaban majestuosas alrededor del patio, mientras que los jardines exuberantes rebosaban de flores encantadas que parecían bailar al compás del viento.

Los estudiantes del instituto se congregaban en pequeños grupos, llenando el patio con su bullicio. Conversaban animadamente, riendo y compartiendo historias mientras esperaban con entusiasmo el inicio de las clases. Algunos practicaban hechizos y encantamientos, creando destellos de luces y chispas mágicas que danzaban en el aire.

El aroma de las hierbas mágicas flotaba en el aire, mezclándose con el tentador olor de los pasteles recién horneados que se servían en el café del patio. Era una combinación embriagadora que despertaba los sentidos y llenaba el ambiente con una atmósfera mágica.

En un rincón apartado, Dracon y Dean se apoyaban en la pared, aparentemente aburridos mientras observaban a los demás estudiantes pasar. Fue entonces cuando Dean notó a una pequeña rubia caminando hacia el bosque, despertando su curiosidad y su espíritu juguetón.

Con una mirada traviesa, Dean se acercó a Dracon y, en un tono de burla, comenzó a contarle rumores sobre ella. Sus palabras eran como chispas de fuego, alimentando la intriga y la imaginación.

"¿Ves a Lovelock allí? La pequeña rubia que se sentó debajo del árbol", susurró, señalando disimuladamente. "Dicen que su cabello tiene vida propia y puede atraparte como una planta carnívora. ¡Incluso he escuchado que puede comunicarse con las criaturas mágicas en su propio idioma secreto!".

Dracon levantó una ceja, observando a la menuda chica de cabello rubio largo y alborotado, vestida con colores vibrantes y una apariencia peculiar. Aunque no compartía el entusiasmo exagerado de su amigo, decidió seguirle el juego con una sonrisa pícara y sarcástica.

"Oh, sí, claro", respondió en tono irónico. "Seguro que también puede volar en su escoba invisible y convertir el aire en polvo. ¡Debe ser toda una experta en el arte de la locura!".

Justo en ese momento, la rubia levantó la mirada y notó cómo aquellos chicos la observaban entre risas. Sus ojos grises brillaron con curiosidad durante un instante, pero rápidamente desvió la mirada y se sumergió en su libro de estudios, tratando de ignorar las risas que llenaban el aire.

Dracon y Dean se miraron divertidos. "¿Acaso nos escuchó? No me digas que también tiene poderes auditivos", bufó Dean mientras rodaba los ojos en un gesto de incredulidad. El rubio, por su parte, simplemente observó con una expresión de desagrado, sintiendo cierta incomodidad en su interior.

"Como sea, vamos a clase", dijo con determinación, sin darle mayor importancia. Los dos amigos se dirigieron hacia el interior del castillo, caminando hacia sus clases, dejando atrás las risas y las especulaciones en el patio.

Por otro lado, Moon, la pequeña rubia que yacía sentada bajo un árbol con las piernas cruzadas, se quedó allí por más tiempo sumergida en su lectura. Cuando de repente abrió los ojos para observar el entorno, notó que el patio lucía vacío, aparentemente todos se habían dirigido a clases. Rápidamente cerró su libro y, por un momento, se detuvo a mirar hacia el bosque encantado que se extendía más allá de los límites del colegio. Aunque había estado en ese lugar muchas veces, el bosque siempre parecía nuevo y misterioso, especialmente después de las largas vacaciones de verano.

Se levantó, dejando su libro en su mochila, y se dirigió hacia el bosque. A medida que se adentraba en él, la charla y las risas del patio del colegio se desvanecían, reemplazadas por el susurro del viento en las hojas y el canto de los pájaros. El aire fresco del bosque acariciaba su rostro, llenándola de energía y emoción.

Pudo sentir cómo una variedad de criaturas mágicas corrían en la distancia, tentándola a explorar aún más. Sin embargo, recordó que la primera clase del día ya estaba a punto de comenzar y que debía apresurarse. Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr, atravesando el patio y saliendo entre los arbustos. Su largo cabello flotaba detrás de ella mientras zigzagueaba entre los árboles y saltaba sobre las ramas caídas. El sonido de sus pasos resonaba en el tranquilo lugar, marcando el ritmo acelerado de su carrera contra el reloj. Su pequeña estatura le permitía navegar entre la maleza con facilidad, como si el bosque mismo la guiara hacia su destino.

Mientras tomaba el camino que conducía al aula de herbologia, redujo la velocidad para recuperar el aliento. Sus mejillas estaban sonrojadas por el esfuerzo, pero sus ojos brillaban con anticipación. Moon se arregló el uniforme y ajustó su bolso y falda, lista para entrar al salón de clases y sumergirse en el mundo de las plantas y hierbas mágicas.

Con una última respiración profunda, la pequeña rubia abrió la puerta del aula y entró, sintiéndose llena de emoción y expectativas. Estaba lista para embarcarse en un día lleno de aprendizaje, aventura que la esperaba en el mundo de las plantas y las pociones. El aroma a hierbas frescas llenaba el aire, despertando su curiosidad y alimentando su pasión por la magia.

Phoenix✨ Dracon Y Moon✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora