"Consecuencias"

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Al llegar a Phoenix, aún estaban agitados, su respiración entrecortada y sus cuerpos temblaban ligeramente por la adrenalina. Sin embargo, un suspiro de alivio escapó de los labios de Dracon, al soltar la mano de Moon, le regaló una mirada de alivio. Pronto, fueron recibidos por un profesor que se acercó rápidamente a ellos con una expresión de preocupación.

"¡Por la barba de Merlín! ¿Quién lanzó esos fuegos fatuos? ¡Estaba a punto de llamar a los auror!" exclamó Droctilius, su voz llena de alivio y confusión.

Moon, con su voz todavía temblorosa, respondió: "Señor, fui yo quien los conjuró. Estábamos en peligro en el bosque encantado."

Dracon, asintiendo en confirmación, agregó: "Así es, nos encontramos con un Yale, una criatura gigantesca y peligrosa. Lovelock conjuró el hechizo."

El profesor Droctilius pareció sorprendido por la revelación. "Un Yale, dices. Eso es muy preocupante. Deben ir a sus habitaciones de inmediato. Mañana me encargaré de darles un castigo adecuado por adentrarse en el bosque prohibido."

Moon, con una mirada preocupada, replicó: "Profesor Droctilius, entiendo que cometimos un error, pero ¿qué va a hacer con el Yale? Las criaturas que viven allí podrían estar en peligro, y ahora no solo nosotros, sino también los demás alumnos, ya que no sabemos si el nos siguió hasta el instituto."

Droctilius reflexionó por un momento, su rostro se endureció al considerar la gravedad de la situación. "Lovelock, tienes razón en estar preocupada. Debo informar de inmediato a la directora para tomar las medidas necesarias. Es importante asegurarnos de que el Yale sea devuelto a su hábitat y de que las criaturas del bosque estén a salvo. Descansen esta noche, y mañana abordaremos este asunto adecuadamente."

Moon y Dracon asintieron, entendiendo la situación. Se dirigieron a sus habitaciones, con la esperanza de que el profesor Droctilius y la directora tomaran las medidas necesarias para proteger tanto a ellos como a las criaturas del bosque encantado.

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Después de la emocionante aventura, Moon se encontró en su habitación, lavándose la cara en el lavabo de mármol. El agua fresca caía suavemente sobre su piel, borrando el sudor y el miedo, mientras su mente se llenaba de recuerdos de la aterradora pero emocionante aventura. Se sentía extraña, fascinada por todo lo vivido, y también encantada por la actitud protectora de Dracon. Mientras miraba su reflejo en el espejo, una sonrisa se formó en sus labios, pero también pudo ver una mezcla de emoción y preocupación en sus ojos, reflejando las luces del cuarto de baño.

Al día siguiente, fue llamada a la dirección para hablar sobre lo sucedido. Al llegar, sus ojos se encontraron con la figura familiar de aquel chico rubio con quien había compartido tantos momentos peculiares, sentado en una banca al final del pasillo. Sin embargo, algo en su apariencia había cambiado. Su piel estaba más pálida de lo normal y sus manos temblaban ligeramente. Emocionada por verlo, se acercó a él dando pequeños saltitos y lo saludó con una sonrisa dulce. "Hola, Dracon", dijo con entusiasmo, pero su voz se desvaneció al ver la falta de respuesta en los ojos del chico.

De repente, la puerta del despacho de dirección se abrió de un portazo, revelando a un hombre alto de cabello blanco bien peinado, un traje elegante negro y un bastón. Su presencia emanaba poder y riqueza, y su mirada estaba llena de reproche al posarla sobre Dracon. El hombre poseía una apariencia imponente y autoritaria, y su voz resonó en el pasillo mientras profirió: "Vamos, niño".

La rubia sintió un escalofrío recorrer su espalda al escucharlo, como si su voz emanara oscuridad. Dracon asintió rápidamente, sin resoplar ni protestar, como si estuviera acostumbrado a obedecer sin cuestionar las órdenes de aquel hombre. Su expresión facial mostraba resignación y sumisión.

Se quedó pasmada ante lo que acaba de presenciar. El chico que siempre parecía hacer lo que quería, ahora se veía tan vulnerable y sometido ante la presencia de aquel hombre. El ambiente se volvió más tenso y lleno de incertidumbre, dejándola con un nudo en el estómago y preguntas sin respuesta.

La puerta se abrió una vez más, revelando a la imponente figura de la Directora Elder del Instituto Phoenix. Con su cabello negro salpicado de canas y sus ojos café llenos de sabiduría, su presencia imponía respeto. "Señorita Lovelock, pase a mi despacho, por favor", exclamó con voz firme pero amable.

Moon volteó hacia ella y, manteniendo la calma, siguió obedientemente sus instrucciones. Al entrar en la sala, las luces suaves y parpadeantes iluminaron el espacio, creando una atmósfera cálida y acogedora. El aire estaba impregnado de una energía mágica palpable, haciendo que cada respiración fuera emocionante. Las paredes lucían adornadas con tapices y cuadros encantados que cambiaban de forma y color según el estado de ánimo de los directores. A los costados, estanterías llenas de libros de hechizos antiguos y artefactos mágicos cuidadosamente exhibidos en vitrinas añadían un toque de misterio y sabiduría.

La Directora Elder, ahora sentada detrás de su gran escritorio de madera antigua, fijó su mirada penetrante en Moon. La expresión de la rubia reflejaba curiosidad más que temor. "Señorita Lovelock", comenzó con voz firme pero serena. "¿Podría explicarme qué estaban haciendo usted y Mallory en el bosque encantado?"

Manteniendo su expresión tranquila, Moon respondió sin titubear. "Tengo muchas amigas allí, Señora directora. Solo quería visitarlas", dijo con sinceridad. La referencia a las hadas del bosque desconcertó a la Directora, quien frunció el ceño ligeramente.

"¿Sabe que está prohibido entrar al bosque sin supervisión?", preguntó, su tono adquiriendo un matiz de seriedad. Moon bajó la cabeza, mostrando remordimiento en sus ojos. "Lo sé, lo lamento", se disculpó.

La Directora Elder resopló, dejando escapar un suspiro de frustración. "Esta situación no debe repetirse", advirtió con firmeza. La rubia, distraída, dejó escapar una pregunta repentina: "¿Qué pasó con el Yale? ¿Está bien? ¿Y los demás?". Su tono, una mezcla de ansiedad y preocupación, sus ojos buscaban respuestas.

La Directora entrecerró los ojos, su paciencia comenzaba a desgastarse. "¿Me está escuchando, Lovelock?", preguntó con un tono más calmado.

Moon se calmó al instante y asintió con arrepentimiento en su rostro.

Elder resopló nuevamente, pero esta vez su tono se suavizó mientras comenzaba a hablar. "El Yale ha sido llevado a una reserva de animales mágicos. Todo lo demás parece ir con normalidad", informó. "Pero esto fue muy grave", reprochó con severidad en su voz.

"Amerita una expulsión. Sin embargo... el señor Mallory intervino en nombre de Dracon y nos convenció de imponerle solo un castigo".

La mirada de la Directora se suavizó un poco mientras continuaba. "Dado que me pareció injusto que la oportunidad solo sea dada a Mallory, decidí que tanto usted como el señor Dracon deben encargarse de la limpieza y mantenimiento del invernadero, después de sus clases", añadió con calma. "Y cuando terminen con eso, también deberán ayudar en la biblioteca a organizar y catalogar los libros de hechizos antiguos".

La rubia asintió, su rostro mostraba un alivio evidente. Sin embargo, una duda surgió en su mente. "¿Mi padre ha sido informado de esto también?", preguntó confusa.

La Directora Elder negó con la cabeza. "Padre Mallory vino por sus propios medios", respondió. "Sin más, ya puede retirarse", concluyó , volviendo su atención a los papeles sobre su escritorio.

Moon se levantó de su asiento y, con una última mirada salió de la sala, dejando a la Directora inmersa en los tapices mágicos y el suave resplandor del caldero burbujeante. Sabía que tenía una oportunidad para enmendar su error y estaba decidida a cumplir con sus responsabilidades, pero también sentía una mezcla de alivio y curiosidad por lo que le depararía el futuro.

Phoenix✨ Dracon Y Moon✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora