El Pacto Oscuro de Hanzo: Tras la Sombra del Pináculo Ninjutsu (3)

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La Casa de Akakage experimentó una fractura que dio origen a las facciones Escarlata y Sombra. De la facción Escarlata emergió el Akakage más formidable que el clan había conocido, Hanzo. Su nacimiento parecía estar imbuido de un inmenso poder. Sin embargo, el día llegó en el que el equipo de Hanzo descubrió su oscuro secreto.

Durante todo este tiempo, Hanzo había llevado a cabo en secreto la fusión del poder de Hanekage con su propio ser, nutriendo al demonio con la sangre de sus enemigos. En un enfrentamiento con la Facción Escarlata de Akakage, Hanzo los aniquiló a todos de manera despiadada. Hanekage reveló a Hanzo que su noble clan ocultaba tanto el poderoso Ame no Habakiri como el sagrado ninjutsu en un lugar secreto accesible solo para los Akakage. A cambio de más sangre para alimentar a Hanekage, el poderoso demonio prometió asistir a Hanzo en alcanzar la cima del ninjutsu.

El insaciable apetito de Hanzo por el poder abusó de su linaje al adquirir el ninjutsu prohibido y la legendaria espada, Ame no Habakiri. Los miembros restantes del Akakage persiguieron con furia al traidor del clan. Impulsado por el poder de Hanekage, Hanzo empleó la espada de su propio clan contra ellos, extrayendo la formidable energía de su carne.

Con la ayuda de Hanekage, Hanzo ejecutó con éxito el Kinjutsu: Pinnacle Ninja, invirtiendo su voluntad en la espada. Sacrificó su propio cuerpo y sangre, logrando un avance significativo al dominar la habilidad Ninjutsu: Devastador, que lo volvió invencible desde entonces.

 Desesperadas, las dos facciones de Akakage se unieron una vez más en un intento final de enfrentar a Hanzo como una entidad unificada. A pesar de infligir fuertes heridas, los miembros remanentes de la noble Casa de Akakage solo pudieron presenciar impotentes la huida de Hanzo. Este, en busca de refugio, se ocultó en secreto para recuperarse de sus heridas.

Día y noche, Hanzo se entregó a la práctica del ninjutsu prohibido de Akakage con Ame no Habakiri. Sin embargo, tras una década de esfuerzos, Hanzo no logró alcanzar el pináculo del ninjutsu como lo hicieron sus antecesores. En este punto crítico, Hanekage consumió la carne y la sangre de los ninjas caídos, transformándose en una imponente armadura mágica para Hanzo. Hanekage selló un pacto con Hanzo: a cambio de más sangre, el poderoso demonio lo asistiría en su búsqueda de alcanzar el pináculo del ninjutsu.

Dotado ahora con la capacidad de dominar el pináculo del ninjutsu y poseyendo la temible Ame no Habakiri, Hanzo desencadenó un baño de sangre en el mundo, llevando consigo la oscura alianza con Hanekage.

Sin embargo, aunque Hanzo había logrado un avance aterrador en su búsqueda de poder, las sombras que se cernían sobre su destino aún ocultaban secretos más oscuros y perturbadores. El pacto con Hanekage prometía un ascenso imparable, pero también inauguraba un capítulo desconcertante y tenebroso que dejaría al mundo ninja en un estado de inquietante incertidumbre. El susurro de las hojas en la brisa nocturna parecía llevar consigo un presagio inquietante, un eco de malevolencia que pronto se desataría sobre la tierra.

Regresando a Hanabi, Hayabusa y Kagura

La tensión en el aire era palpable mientras Hanabi esperaba pacientemente a que Hayabusa lanzara el primer golpe. "Vamos, ¿no quieres marcharte? Terminemos con esto de una vez", exclamó, segura de sí misma, adoptando una posición de lucha imponente.

Hayabusa, con rapidez y destreza, lanzó un certero golpe con su mano derecha, pero Hanabi logró esquivarlo hábilmente y respondió con una serie de rápidos golpes y patadas. La danza mortal continuó, cada uno esquivando y contrarrestando los ataques del otro.

En un instante, Hayabusa desarmó a Hanabi de uno de sus kunais, utilizando la misma arma en su contra. Sin embargo, ella se defendió valientemente, parando el ataque con la katana de Hayabusa. La batalla se volvía más intensa con cada intercambio, sus movimientos eran como una coreografía caótica pero hermosa.

Ambos ninjas se sumergieron en una serie de puñetazos y patadas, llenando el aire con el sonido de sus impactos. Cada golpe resonaba, dejando marcas visibles en sus cuerpos. Hanabi, con agilidad felina, esquivaba los rápidos movimientos de Hayabusa, mientras él, con fuerza y precisión, contrarrestaba cada uno de sus ataques.

La pelea alcanzó su punto álgido cuando Hayabusa, con una hábil combinación de golpes y patadas, logró desequilibrar a Hanabi. A pesar de su resistencia, ella cayó al suelo, agotada pero sin rendirse. Hayabusa, con respeto, se detuvo, reconociendo la valentía de su oponente.

La mirada entre ambos ninjas hablaba de un profundo entendimiento y respeto, a pesar de la feroz confrontación. 

La luz de la luna iluminaba la escena, dejando ver la tensión en el aire. Hanabi, exhausta y herida, yacía en el suelo, mientras Hayabusa, con gesto serio, se alejaba de ella. Kagura, entre lágrimas, se interpuso en el camino de Hayabusa. "Si te vas, déjame acompañarte. Quiero ir contigo", rogó, expresando una determinación que sorprendió a ambos ninjas.

Hayabusa, con mirada profunda, respondió: "Escuchaste mis palabras, Kagura. Esto no es un juego. No puedo garantizar tu seguridad". Kagura, con determinación, aseguró: "Prometo no entorpecer nada, mantenerme al margen de los peligros... solo llévame contigo".

Hanabi, desde el suelo, apretó los puños. "Lárgate, fuera de mi vista. No deseo verte más", espetó con rabia. Hayabusa, aún dudante, inició su retirada, pero Kagura persistió. "Si te vas a ir, déjame acompañarte. Quiero ir contigo", suplicó, comprendiendo la profundidad de sus propios sentimientos.

"Sabes, Kagura", admitió Hayabusa, "todo este tiempo te he amado". La confesión se coló en la noche, y Hayabusa continuó, temeroso: "Pero me asusta la idea de que te pase algo si vienes conmigo. No puedo soportar la idea de perderte". El silencio pesó en el aire, dejando a los tres ninjas inmersos en una encrucijada emocional.

Bajo el manto estrellado de la noche, Hanabi lloraba desgarradoramente. Sus lágrimas caían como gotas de dolor, teñiendo la tierra con la tormenta de sus emociones. Sus manos apretaban con fuerza el suelo, como si quisiera arrancar de raíz la amargura que se apoderaba de ella.

Hayabusa, con un brillo melancólico en sus ojos, rompió el silencio con palabras que resonaron en el aire nocturno. "Eres la mujer que quiero para el resto de mi vida. Me gustaría que formáramos una familia y viviéramos felices. Nunca tuve el valor de comentarte esto, pero si vuelvo, quiero que lo hablemos", expresó, su voz llevando consigo una carga de anhelo y temor al mismo tiempo.

Kagura, sorprendida por la revelación, no pudo evitar soltar lágrimas al escuchar las palabras de Hayabusa. Después de un momento de silencio, respondió con dulzura y firmeza: "Puedo esperarte el tiempo que sea necesario, Hayabusa. Pero no comparto esos sentimientos. Te conozco desde la infancia, te considero mi hermanito mayor. Te amo y eres mi familia, pero no puedo amarte de la misma forma que me amas".

Las estrellas parecían titilar con compasión mientras este trío de almas se enfrentaba a una encrucijada de emociones. Hayabusa, sintiendo el peso de la resignación, aceptó las palabras de Kagura con una mirada triste. "Lo comprendo", dijo con un nudo en la garganta. "Ninguno tiene nada más que decir aquí. Debo irme".

Se dio la vuelta para partir, pero antes de desaparecer en la oscuridad, tocó su mejilla húmeda. Kagura permaneció en silencio, con lágrimas silenciosas siguiendo su rastro. Mientras caminaba hacia su destino incierto, una única lágrima escapó de los ojos de Hayabusa, rompiendo la máscara de indiferencia que tantos años llevaba puesta. Tres corazones quedaron lastimados, y en esa noche serena, el capítulo doloroso llegó a su fin.


Destino Entrelazado en Sombras MLBBWhere stories live. Discover now