5

3.1K 174 215
                                    

Llevaba tiempo mirando la luna, hace media hora el sol se había ocultado, y el no tenía ganas de caminar hacia su finca, acababa de llegar de una misión que le otorgó el patrón, si bien el demonio no era muy fuerte, si logro cansarlo.

Soltó un suspiro, para luego, levantarse del lugar en el que se encontraban, y siguió su camino hasta la finca del agua, necesitaba descansar, sentía algunos mareos mientras caminaba, y últimamente se cansaba más rápido de lo normal.

Así que durante el camino a su finca, espero no encontrarse con ninguno de los pilares, solo quería llegar a su finca y dormir todo lo que podía.

- ¡Hey, Tomioka! - Levando al la mirada, encontrándose con Iguro, quien con un gesto de manos, lo incio a acercarse a el.

Gruñendo, se dirigió hacía el, al llegar donde el pelinegro se encontraban, lo toma de la cintura pegando sus cuerpos.

Obanai comenzó a besar su cuello, mientras que con sus manos, apretaba el trasero del peliazul.

- Mmgh~ d-donde, ¿Donde esta Shinazugawa? - pregunto, escondiendo su cara en el cuello del pelinegro, agachándose un poco para poder hacerlo,

- El está en la finca del viento, llegó herido de una misión, y no puede caminar bien, Kocho dijo que con un poco de descansó mejoraría. - dijo el de vendas, sin quitar sus manos del trasero de el de ojos azules.

- ¿No deberías estar con el?

- No, cuando fui a ver cómo estaba, el desgraciado como pudo me sacó a patadas de su finca, - respondió el de ojos bi color, sacándole una pequeña risa al peliazul, haciendo que se sonroje.

Nunca había escucha a Tomioka reír, tiene una risa melodiosa.

- ¿Porqué no vamos y le llevamos ohagis?

Iguro lo estaba tratando amablemente, eso era raro, pero le gustaba el trato que le brindaba, así que lo dejo pasar, sin pensar mucho en eso.

Ambos caminaron hacia un puesto de comida, preguntaron por los Botamochi, pagaron por ellos y se dirigieron hacia la finca del albino, una vez en el genkan de la finca, Obanai comenzó a gritar el nombre de dueño de la finca, sin obtener respuesta de este.

Estuvieron ahí un par de minutos, ya cansado, Iguro abrió la puerta, adentrándose en el genkan, camino hacia la habitación del albino, seguido de Tomioka, quien tenía una pequeña caja con ohagis.

- ¡Sanemi! - grito, abriendo de golpe la puerta de la habitación del peliblanco, encontrándose al albino durmiendo, al parecer se encontraba tan cansado, que no escucho el golpe que dio la puerta al ser abierta tan bruscamente.

- Está durmiendo... - susurro el peliazul, se dirigió hacía él, con cuidado y sin hacer ruido, para no despertar al albino.

Dejo los ohagis en uno de los muebles que se encontraba en la habitación del albino.

- ¿Y ahora que hacemos?

- No lo sé...

***
El sol se comenzó a colar desde la ventana, llegando le a la cara al pilar del viento, quien comenzaba a despertar por ésto.

- Ugh... - se quejó, cuando iba a intentar levantarse, no pudo, podía sentir como dos pares de brazos le tenían rodeada la cintura, miro hacia abajo y pudo ver a Tomioka y a Iguro, ambos se encontraban durmiendo.

Pudo sentir el leve olor a Botamochi, busco con la mirada el dulce, y divisó una pequeña caja, supuso que ahí se encontraban los ohagis, con cuidado se levantó, tambaleándose al tener ambos pies en el suelo, camino con las piernas temblando hacia la caja, la tomo, y se sentó en el piso, saco un ohagi, y comenzó a comérselo.

𝐄𝐍𝐆𝐑𝐄𝐈𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora