17 de agosto - CAYETANO

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CAYETANO

La noria cuesta cinco euros por persona, Olaya ha dicho que no piensa pagar tanto dinero por ver el pueblo de noche y el mar a oscuras. Por suerte para ella se lo pago yo.

La arrastro hasta la cabina y subimos a toda prisa mientras la feriante, una llamativa chica morena con el pelo azul, nos recuerda las normas de seguridad con un acento curioso que hace que algunas palabras suenen extrañas: nada de sacar brazos o piernas fuera de la cabina, la cabeza tampoco, no balancearnos... Me guiña un ojo mientras cierra la puerta.

—¿Has oído? Nada de los elefantes en la tela de araña.

No soy capaz de responderle porque estoy muy nervioso. Obviamente no por el viaje, sino porque solo tengo cinco minutos para decirle todo lo que tengo que decir, y tengo un nudo en la garganta con todas las palabras atravesadas.

¿Y si me rechaza? ¿Cómo la miro a los ojos después de eso? ¿Y si nos quedamos en silencio hasta que acabe la atracción? ¿Y si se cree que me estoy burlando de ella? No creo que eso pase, me conoce de sobra, pero tengo ahí clavado un rechazo imaginado esta misma mañana.

—¡Ya subimos! —exclama como una niña pequeña.

Se asoma hacia el lado del pueblo en busca del hotel Poseidón, Aiden está saliendo de un cochazo rojo descapotable. Las torres del complejo se elevan hacia el cielo entre los bloques de apartamentos turísticos, blancas e imponentes. Abajo queda la piscina, que está celebrando una fiesta privada para los huéspedes. Hay un montón de señoras mayores en el agua haciendo una coreografía.

—Cuando sea vieja, seré como esas señoras y gritaré cuando me grabes en vídeo, pero en el fondo estaré encantada de que lo hagas.

—Me gusta que pienses en nosotros de viejos.

—Pues claro, vamos a estar siempre jun... ¡Mira el ayuntamiento, son casi las doce! ¿Sonarán hoy las campanas de la Iglesia?

Hay otra especie de tradición en Alondra, que se empezó no hace tanto tiempo, de que una noche suenan unas campanas en medio de la noche. Olaya está convencida de que este año tienen que sonar las de la Iglesia porque la primera vez fueron las del ayuntamiento y la segunda las de la ermita de la paloma, así que por descarte quedan las más grandes. También las más difíciles de acceder.

Me asomo yo también y observo la iglesia igual que ella. Tiene la cúpula azul, las paredes blancas y preside el centro neurálgico del pueblo, todo se erigió a su alrededor y, al estar el pueblo en cuesta, sigue siendo un edificio fascinante que se asoma sobre los apartamentos, que son lo más feo que les ha pasado a Alondra porque ni siquiera son graciosos.

El reloj del ayuntamiento marca las doce, las campanas no suenan y Olaya mira más arriba, hacia El Monte, hacia la ermita. Tampoco. Se deja caer sobre la cabina mientras la noria desciende. Solo nos queda una vuelta y yo aún no he dicho nada.

—Olaya, quería decirte algo.

—Dime.

—Es que no sé muy bien por dónde empezar.

—Por el comienzo.

—Ya, bueno, a ver. Es que no es fácil.

—Cayetano —me coge la mano, la tengo sudada pero parece que le da igual—, puedes contarme lo que sea.

—Ya, ya, si no es eso. O sea, sé que puedo contártelo, es que no quiero que las cosas cambien. O sea, no. Sí que quiero. Pero quiero que sea a mejor.

—Caye, relax, suéltalo y ya está.

«¡Claro, porque es así de sencillo confesarte todos mis sentimientos, Olaya!»

Le cojo la mano de nuevo, la miro a los ojos. Estoy temblando de los nervios, de la emoción, del frío que se acaba de levantar... La noria asciende y dejamos Alondra bajo, a nuestros pies, y cuando llegamos a lo más alto nos detenemos como si la chica de pelo azul supiera lo que me propongo y quisiera darme tiempo.

Olaya está preciosa. El aire la ha despeinado, su ropa parece sacada de los años ochenta, tiene una mueca pintada en la cara mientras espera, empieza a preocuparse, está impaciente, pero no sé cómo decírselo sin sonar agresivo, sin imponerme.

El mar ruge a nuestro lado en tinieblas, al otro está toda la luz del pueblo, la música de la feria se desvanece e inspiro aire.

Como el sabor a helado de limónWhere stories live. Discover now