37. SUN WENQU ESTABA HACIENDO CERÁMICA

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HABÍAN VIVIDO realmente poco en esta casa recién construida y tampoco estaba muy amoblada, ni siquiera tenían un televisor en la sala de estar, solo camas y armarios en los dormitorios.

Su madre trajo algunas mantas de la casa de los abuelos, Fang Chi las extendió él mismo en su cama y sin lavarse la cara ni nada, se quitó la ropa y simplemente se tiró en la cama.

Sus padres se fueron a dormir de inmediato a su propia habitación. Mañana ya era treinta y había mucho que hacer. Además, la familia de su tía también volvería, por lo que tenían que levantarse temprano.

Pero Fang Chi no podía dormir, y aunque sabía que debía levantarse temprano al día siguiente, después de estar acostado durante media hora, seguía mirando la ventana sin cortinas con los brazos debajo de la cabeza.

No había estrellas hoy y la luna no era visible, pero se podían ver algunos grupos de nubes con un aura tenue y difusa envolviéndolas, su forma casi indistinguible.

«Igual que yo».

Fang Chi se dio vuelta para recostarse de lado, un momento después, cambió de posición y se acostó boca arriba; esto continuó por tanto tiempo que sintió que si fuera un hottok, ya debería estar dorado y crujiente por ambos lados en este momento, listo para salir de la sartén.

Suspiró, se sentó, encendió la luz y sacó un libro de inglés de su mochila antes de volver a acurrucarse en la cama.

A estudiar un rato.

De todos modos, con leer solo un poco le daría sueño, lo cual era perfecto.

Después de abrir el libro y memorizar por un rato, el teléfono que tenía junto a la almohada comenzó a vibrar sin parar.

Casi todos hablaban de salir a divertirse en los próximos días. Las vacaciones duraban solo unos pocos días después de todo, y luego de eso, hasta los exámenes, a menos que te tomaras un día libre por enfermedad, tendrías que quedarte en la escuela todo el tiempo.

Pensando en los días venideros, Fang Chi sintió un estallido de desesperación, tan aterrador, era como si estuviera yendo a prisión.

 

   

Por la mañana, fue despertado por la alarma de su teléfono. Cuando abrió los ojos, sintió que su mejilla derecha había perdido completamente la sensación, y después de luchar durante mucho tiempo, se dio cuenta de que todavía estaba en la misma posición que la noche anterior.

Su libro de inglés estaba debajo de su mejilla entumecida y su teléfono seguía en su mano izquierda.

De verdad... había dormido como un cerdo.

Fang Chi bostezó, se levantó lentamente y se vistió. La puerta de la habitación de sus padres estaba cerrada, ellos aún no se habían despertado.

Cuando Fang Chi terminó de preparar su mochila y salió de la casa, los alrededores aún estaban en silencio, pero las farolas de la aldea seguían encendidas y se podían ver las hojas secas arremolinándose en el suelo y bailando con el frío viento del norte.

Ocasionalmente, uno o dos ladridos de perro se escuchaban en la distancia, lo que hacía que uno se sintiera inexplicablemente solitario y vacío.

Fang Chi se ajustó el gorro, se puso los auriculares y corrió por el camino hacia la casa de sus abuelos.

Corriendo se sentía mucho mejor.

Había sido así desde hace muchos años, cuando corría, sentía como si todo se volviera muy claro, su mente despejada.

Perro caído del cieloWhere stories live. Discover now