75. ¡NO ESTAMOS PELEANDO!

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SUN WENQU NO SOLÍA DEJAR entrever nada de lo que pesaba en su corazón, pero esta vez sabía que estaba un poco preocupado porque involucraba a Fang Chi, y además era lo que Fang Chi más temía.

A veces, Fang Chi podía ser muy perspicaz y no le sorprendió que se diera cuenta.

No dijo nada y miró a Fang Chi, con la cabeza apoyada en su brazo.

—¿Puedes decirme? —preguntó Fang Chi—. Si no quieres... también está bien.

—Entonces no te diré —sonrió Sun Wenqu.

—No seas así ah, lo hago por consideración a tus sentimientos. Temía que estuvieras molesto y no quisieras hablar. —Fang Chi chasqueó la lengua, lo abrazó y acarició suavemente su cintura—. Vamos, cuéntame. Si realmente hay algo que te preocupa, puedo consolarte.

Sun Wenqu le acarició la barbilla con los dedos.

—Parece que Li Bowen quiere abrir una casa de campo...

—¿Li Bowen? —Al oír el nombre de Li Bowen, la cabeza de Fang Chi se levantó de inmediato.

—Mmm. —Sun Wenqu le masajeó el entrecejo ya fruncido—. Liang-zi dijo que últimamente siempre está con Luo Peng y los otros haciendo actividades al aire libre...

—¿Dónde quiere abrirla? —interrumpió Fang Chi, yendo al grano—. ¿Aquí, en nuestro pueblo?

—Sí. —Sun Wenqu lo miró—. Pero no es seguro aún. Es temporada baja ahora que se acerca el otoño, y si decide hacerlo, tendrá que ser el próximo año.

—¿Te preocupa que busque cualquier excusa para acercarse a mis abuelos y decirles algo? —preguntó Fang Chi.

—Mmm. Aunque no es seguro —Sun Wenqu frunció el ceño—, con esa persona... nunca se sabe.

—Entiendo —dijo Fang Chi.

Sun Wenqu no añadió nada más y Fang Chi tampoco habló.

Ambos se quedaron en silencio.

La reacción de Fang Chi fue bastante tranquila, mucho más de lo que Sun Wenqu se esperaba. No se sentó nervioso ni empezó a interrogar muerto de ansiedad sobre los detalles.

Sun Wenqu lo se quedó mirándolo, sorprendido de que hubiera un momento en el que no podía adivinar lo que Fang Chi pensaba.

—Está bien —dijo Fang Chi después de unos minutos de silencio, sentándose—. Veremos cómo va la situación cuando realmente quiera abrir la casa de campo.

—¿Mmm? —Sun Wenqu levantó las cejas, sonriendo—. ¿Y luego qué?

—Ya veremos entonces, no es que vaya a venir ahora mismo —sonrió Fang Chi—. Cuando venga, lo enfrentaremos.

—Pensé que ibas a estar tan nervioso que no podrías dormir. —Sun Wenqu le acarició el rostro—. Tú, que siempre eres tan cuidadoso, diciendo «ya veremos»...

—Lo aprendí de ti. —Fang Chi inclinó la cabeza y mordió suavemente la punta de su dedo, atrapándolo con los dientes—. Además, sé cómo manejarlo.

—¿Ya lo pensaste? —Sun Wenqu lo miró con los ojos entrecerrados.

—Mmm. —Fang Chi agarró su mano y la besó, luego saltó de la cama y se inclinó para darle dos besos rápidos en los labios—. Duerme, te despertaré mañana.

—¿No me dirás cómo piensas manejarlo?

—Lo tengo controlado. —Fang Chi miró hacia atrás camino a la puerta—. No te preocupes, estoy seguro de que podré encargarme de esto si realmente llega el momento.

Perro caído del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora