Lover

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[Escuchar con ‌Lover — Taylor Swift]




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Tras desayunar y cambiarse accedió a la invitación de Roma de ir al centro comercial, después de todo le haría bien salir. Durante la mitad del trayecto en el auto de la ojigris el único ruido que se oía era la de la radio en la que sonaba una canción a la zar, aunque Pablo no le prestaba la mínima atención estaba muy sumido en sus pensamientos con la vista perdida en los paisajes de la cuidad.

De verdad estuvo a punto de saltar ese día de la azotea, si no hubiera sido por Pedri.

Pedri...

Él azabache últimamente era el dueño de sus pensamientos, su corazón saltaba con cada mínima interacción, le encantaba la forma en la que sus labios encajaban a la perfección en cada beso, cada roce arde y de pronto le gustaba hasta lo más mínimo, su sonrisa, su voz hasta su silencio. 

Sin embargo...él tenía miedo, a que le hagan daño, a dolerse de nuevo, a que alguien entre en su corazón y como a todo aquel que él amo se vaya dando un portazo, derrumbandolo. Él tiene miedo de sí mismo, a dejarse llevar y que terminé en la oscuridad de siempre. Tenía miedo de sus propios sentimientos, se estaba muriendo de soledad, soñando por tener un gran amor pero tenía miedo de enamorarse, era irónico ese deseo de la felicidad y el miedo tan profundo al amor. Pero se dio cuenta de que todo eso que sentía era real, cuando temió perderlo, nunca sintió algo tan fuerte como aquello que le aterraba la mínima posibilidad de que lo alejase a él, no se lo perdonaría no lo podía perder también a él, su corazón le pertenece a esa sonrisa que lo hace latir. 

Y entonces lo comprendió que por más mierda que este, le paso lo peor que le podría pasar a cualquier ser humano....Se enamoró.

—¿Me vas a decir en qué tanto piensas o voy a tener que leerte la mente? —cuestionó en tono divertido la mayor.

Pablo sacudió la cabeza alejando sus pensamientos.

—No estoy pensando en nada... —musitó aún con la vista fija en la ventanilla.

— Ajá y yo soy esposa de Mapi León —comentó con sarcasmo, aprovecho para darle una mirada rápida ya que se había quedado en un semáforo en rojo — Hasta aquí escucho los engranajes de esa cabecita tuya funcionar, Pablo.

— Es una mierda...—suspiro girando la cabeza para mirar a la castaña.

—¿Pedri? —preguntó con cuidado volviendo a poner en marcha el vehículo. 

Asintió respirando hondo en busca de fuerzas — Si...es que...tengo miedo...de...alejarlo...hacerle...daño.

—¿Tienes miedo de hacerle daño a él...o dañarte a tú? —lo miro de reojo.

De Canarias A Sevilla {Gadri}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora