Capitulo 2

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Olivia Bronws

No lo podía creer, ese hijo de puta había cumplido con su palabra, no me dirige ni por error la mirada, dentro de la casa soy una desconocida para el, me trata como un puto zapato a su disposición y parezco yo su sirvienta, solo me llama cuando le conviene, menudo cabron.

—¡Olivia! Ven aquí un momento.

¡¡Joder!! Este era el llamado número mil que me hacía, ya perdí la cuenta de cuántas veces tuve que levantarme de la cama para ir a atender al rey de la ciudad, Williams Alexander.

—ahora que quieres, que se te ofrece.

Me Cruze de brazos molesta, quería descansar, pero este.. no me dejaba ni siquiera recostarme cuando ya me llamaba de nuevo.

—traeme una taza de té, y a mí no me contestas así Bronws, que no se te olvide que el que manda en esta casa soy yo, que seas mi esposa no te da ningún derecho.

—Me lo has dicho mil veces idiota, ya me quedo claro.

No voy a negar que ese trato me dolía apesar de que me mostrará ruda y fuerte ante el, también tenía mis sentimientos.

—Bien, me alegra que por lo menos, seas inteligente.

Le iba a devolver la respuesta, pero me contuve, no quería decir algo de lo que arrepentiría después.

—Como digas.

Sali de el despacho de Alexander y hecha una bola de emociones fui hacia la cocina a preparar le su dichoso té, en el camino recibí un mensaje de emma, sonreí.

—la única que alegra mis días desde que me mudé con Alexander.

Me dije para mí misma al leer su mensaje, me invitaba a comer, claro que iría, no estaría encerrada en esta casa siempre, ni en los sueños más íntimos de Alexander eso pasara.

Me apresuré a hacer le el té y poder subir a darme una ducha relajante, porque de verdad que la necesitaba y poder cambiar me por algo más cómodo.

Mientras esperaba que el té estuviera, me puse a hablar con emma contándole todo lo que estaba pasando con Alexander, más que todo eran quejas de mi parte, ¡Pero de verdad!, no lo aguantaba un segundos más, estás semana habían Sido las más torturosas de mi vida, y las que me faltan.

Al rededor de 15 minutos ya el té estaba hecho, por lo que lo serví en una taza y se lo fui a entregar.

—Aqui está tu té, ahora, te aviso, no estaré en casa hasta la noche.

Deje el té sobre su escritorio y pude notar como sus expresiones se endurecieron ante lo dicho.

—¿Salir?, ¿Con quién?, ¿Para donde?.

—¿Que? Disculpa, ¿Escuché bien?, tu me estas reclamando a mi ¿para donde voy a salir?

Solté una risa a carcajadas y negué con mi cabeza al ver su semblante serio.

—No es de tu incumbencia.

No lo deje hablar, y salí de su despacho en casa, ¡toma te esa gilipollas!, ¿que se sentirá que las que tú haces te las devuelvan?, no se, pregúntenle a Williams Alexander.

Con una sonrisa orgullosa me adentre a la habitación y me dispuse a dirigirme a el baño, pero unas manos en mi cintura interrumpieron mi paso.

—Escucha me muy bien Olivia, que sea la última vez que tú le respondes de esa manera, no sabes la puta rabia que cargo ahora ante esa respuesta que me diste segundos atrás, y si es de mi incumbencia saber hacia donde vas, eres mi esposa.

Amor por contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora