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Las horas pasaban lentamente mientras Jung Wooyoung recorría la inmensa casa. Había conocido ya casi todos los rincones del lugar por su cuenta, notando que la falta de color estaba en cada habitación del la mansión. Se preguntó por los gustos del alfa, lo que le gustaba hacer en sus tiempos libres. Estaba curioso por conocer la sonrisa de Choi San y la manera en la que reía, estaba ansiosamente curioso ante cada detalle del hombre. No creía tener el derecho de preguntar lo que quisiera sin embargo gracias a su personalidad curiosa se planteó hacerlo en cualquier oportunidad que se le apareciera. 

Era extraño estar en tal lugar. Se sentía mal por sentirse tan cómodo entre los pasillos de la gran casa ajena mientras no tenía ninguna información de sus padres ni de lo que pasaba afuera. Era como estar en una prisión, sombría y vacía pero, ¿por qué se sentía tan tranquilo?. No queía salir de ahí, quería conocer al alfa que lo había comprado y compartir momentos con él. Simplemente sentía esas inexplicables ganas de estar a su lado a todo momento.

Podía sentir a su omega interno lloriquear en busca del olor a pino que el alfa emanaba, tenía ganas de sentarse a su lado, recargar su cabeza en su hombro, hundir su nariz en su cuello para poder aspirar aquel puro aroma y sentirse uno solo con él. Pero pensar en todo aquello también le hacía sentir enfermo, desquiciado. ¿Si quiera estaba bien sentirse de la manera en que lo hacía?

Lamentablemente no obtuvo una respuesta y mientras la buscaba en los detalles de las paredes llegó la hora de la comida. Se sintió justo como en casa, tomando la comida por si solo sin ningún tipo de distracción o diversión. Estuvo completamente solo y se sintió incomodo ante la gran mesa de sillas vacías. Tomando su plato casi lleno se paró y fue hasta donde descubrió era la cocina. En ella estaban los dos mismos empleados de antes, charlando animadamente mientras comían algo por igual. En cuanto sintieron la presencia del chico sus sonrisas se borraron y se pusieron de pie inmediatamente. 

— ¿Pasa algo, joven?, ¿la comida no es de su agrado? - preguntó la señora encaminándose a él con una mirada de preocupación mezclada con miedo. Wooyoung negó de inmediato con la cabeza casi exaltado.

— ¡No, no, para nada!, está delicioso, es solo que... - dudó unos pocos segundos, acercándose a la gran mesa que había en centro. La cocina parecía la del un restaurante, todo estaba tan limpio que se podía realizar una cirugía a no ser por la comida y el hecho de que era una cocina. Dejó el plato sobre la superficie de mármol gris claro con la mirada de ambos empleados encima. 

— Me sentía un poco incomodo allá, ¿les molesta que los acompañe? -

El señor y la señora se miraron confundidos pero de pronto la mujer se encogió de hombros y no tardó en sonreír una vez mas. Con un aplauso de entusiasmo volvió a donde antes estuvo sentada y el hombre la siguió. 

En el transcurso de la comida se enteró de que el nombre del hombre canoso era Insu y la mujer JIhye, que estaban casados desde hace 30 años y habían trabajado desde hace un buen par de años para el señor Choi San. Tampoco se privaron de decirle que habían estado sorprendidos por su llegada a aquella casa ya que era demasiado raro que alguien se quedara como huésped por más de una noche. 

Wooyoung se había sentido a gusto con ellos, insistió en ayudarles a lavar los platos sucios y después de un casi berrinche le dejaron hacerles compañía por el resto de la tarde. El tiempo pasó más rápido que antes y sin darse cuenta dieron las 7 p.m. Hora en la que el dueño de la casa llegó a la misma. 

Había llegado antes de lo habitual pero no pudo evitar sentirse ansioso todo el rato que estuvo en la oficina de su trabajo. Estuvo ansioso de llegar a su hogar y ver que hacía aquellos ojos brillantes que había admirado antes de salir. Sin darse cuenta en su interior había estado esperando a que el menor le estuviera esperando justo donde lo despidió y sin darse cuanta la decepción le invadió la cabeza cuando no había sido así. 

Dio un par de pasos en la entrada hasta que estuvo bajo el hermoso candelabro, pronto escuchó un par de pasos rápidos acercarse y en sus fosas nasales se impregnó el olor del omega que deseaba ver. En segundos la figura elegante del un Wooyoung de ojos abiertos tiernamente, comisuras alzadas y respiración levemente acelerada se posó frente a él. Parecía estar en cámara lenta, un aura brillante le acompañaba y estuvo a punto de sonreír sin embargo aquello no se notó. 

— Bienvenido. - dijo su dulce voz. 

El alfa se quedó estático sobre su lugar, no supo como reaccionar a la poco común bienvenida que estaba recibiendo. No supo como responder ante el acto, solo pudo asentir levemente con la cabeza y acercarse a él a paso lento. 

Wooyoung pareció esperar pacientemente a su lado sin apartar la mirada de la ajena. Parecía otra persona comparada con la del desayuno. La abrumadora razón le pegó justo el parte trasera de su cabeza; estaba feliz con la vista del omega en su hogar.

Se veía más cómodo, como si fuera parte de esa gran casa vacía. Como si perteneciera ahí, con él; a su lado. 

— ¿Cómo a ido tu día? - preguntó el alfa después de unos largos segundos en los que solo le miró al rostro. 

— A sido entretenido. -

— Me alegro. - 

Ninguno supo que hacer después, nuevamente se miraron en silencio hasta que el alfa carraspeó su garganta y señaló con su mano el pasillo por el que había pasado la noche anterior para ir a la biblioteca. Comenzó a caminar esperando que el chico le siguiera por detrás. Esta vez entró en un habitación diferente, había un ventanal enorme, típico de aquella casa, un escritorio al fondo con una silla de cuero negro y dos de madera rojiza al frente, unos pequeños sillones, en medio una mesita de centro y de nuevo mas libros a los alrededores, esta vez eran menos pero aún así se veían demasiados. 

El alfa fue hasta las silla de cuero donde, antes de hacer una ademan al menor para que sentara en una de las silla de en frente, se sentó. El menor hizo lo que le indicó. El ambiente parecía tranquilo, armonioso. Parecían estar acostumbrados a la compañía del otro pero lo único en lo que Wooyoung pensaba ahora era en pasar por encima de ese escritorio y saltar al regazo de Choi San, besarlo hasta el cansancio y de pronto se ruborizó, avergonzado por sus pensamientos. San notó el sonrojo pero no sabía que pasaba aunque de pronto lo mismo pasó por su mente, quería al menor encima de él, frotándose en busca de una satisfacción insaciable, con los labios juntos y traviesas manos sobre su cuerpo. El pensamiento lo desconcentró, su pecho se infló luchando por distraerse de aquello aunque le fue imposible. Ahora ambos se deseaban en un doloroso silencio mientras en sus rostros las expresiones de agonía se reflejaba. 

Choi San quería derribar cualquier barrera que se interpusiera entre él y el omega, deshacer su ropa en trozos y adueñarse de su cuerpo. La dominancia le recorrió las venas, quería tener al joven chico bajo su posición, no solo por dinero sino por gusto. Saborear cada parte de su piel encima del escritorio y recorrer cada rincón de él con su lengua. Ahora estaba duro y con la respiración pesada. Su mandíbula se tensó y el ceño se frunció. En vez de temerle por las furiosas expresiones, Wooyoung le deseó aún más. 

Pero ninguno hizo nada. 


Painfully fated lover - WooSan Where stories live. Discover now