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Lunes

El despertador suena a las siete de la mañana.

¡Qué asco madrugar!

Me levanto y me meto en la ducha sin ganas. Estoy agotado. No he podido dormir pensando en Jungkook. Cuando regreso a la habitación para vestirme, fijo mi mirada en la lamparita. Me siento en la cama y, con añoranza, paso mis dedos por el dibujo de sus labios y su nombre. Durante un buen rato me dedico a mirarla mientras pienso en él.

Finalmente me levanto de la cama. Tengo que ir a trabajar. Me visto y tomo mi coche.

Cuando llego al trabajo, dejo el bolso sobre la mesa y siento que alguien se acerca a mí por detrás. Es Bang Chan.

—Buenos días, precioso.

—Buenos días.

Al ver mi desgana, se aproxima todavía más y me observa.

—Vaya... —murmura—. ¿Iceman te hizo trabajar más de la cuenta? Tu pinta es horrible.

Su comentario me reactiva.

—Sí —le digo, sonriendo—. Es un poco exigente en el trabajo. Pero por lo demás, bien.

De pronto Bang Chan se percata del vendaje de mi brazo.

—Pero ¿qué te ha pasado?

Sin ganas de dar muchas explicaciones, musito:

—Me quemé con la plancha.

Bang Chan asiente y vuelve a preguntar:

—¿Cuándo regresaste del viaje?

—El viernes por la noche. De momento se han cancelado las reuniones que teníamos porque el señor Jeon tuvo que regresar a China.

Bang Chan mueve su cabeza afirmativamente. Me toma del brazo y dice:

—Vamos. Te invito a desayunar y me cuentas qué te pasa.

En el desayuno, para justificar mis ojeras, hablo de Sam. El simple hecho de nombrarlo me llena los ojos de lágrimas y es un buen pretexto para que no se percate de lo que realmente me pasa. Veinte minutos después, una vez acabados los desayunos, regresamos a nuestros puestos de trabajo. Hay mucho que hacer.

Mi jefa me saluda a medida que pasa por mi lado y me pide que entre en su despacho. Desea que le informe de qué tal ha ido todo y lo que le explico parece agradarle. Tras eso, me carga de trabajo. Es su manera de decirme lo enfadada que está por que el jefe me llevara a mí y no a ella: ¡agobiándome con el trabajo! Cuando salgo de la oficina por la tarde estoy agotado, pero decido ir al gimnasio. Necesito desfogarme y allí lo consigo.


Deseos Ocultos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora