Capítulo 5

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-¿Qué?-.

-Pensamos que el hecho de que te casaras con alguien que la familia aprobara, es decir, conmigo, sería algo que Regulus podría considerar como un acto de... regreso a la familia-.

Sirius, que seguía congelado en la nieve y el estiércol, miraba sin pestañear a Snape con expresión de estupefacción y, aunque ya no tenía una varita apuntándole amenazadoramente a la cara, estaba demasiado aturdido para pensar en ponerse en pie. -Lo siento, creo que no lo he pillado. ¿Acabas de declararte?-.

Severus metió las manos en los bolsillos del abrigo, sintiendo el frío ahora sin los guantes puestos. -Supongo que si lo consideraba una proposición de negocios, entonces sí-.

Eso hizo que Sirius volviera más a la tierra y se levantó para sacarse la parte de atrás del frío entumecedor. -¿Qué quieres decir?-.

Snape puso los ojos en blanco ante la lentitud con que la información parecía calar en el cráneo demasiado grueso del otro hombre. -Nos casamos-, Black hizo una mueca desagradable, -Regulus te pasa la herencia y yo me quedo con la mitad como pago por haber hecho que me despidieran, en el divorcio-.

-Espera, espera, espera, de ninguna manera te daría la mitad-.

-Es la mitad o nada para los dos, pero honestamente, si llega el caso, podría olvidarme del dinero y simplemente conservar mi habitación en Grimmauld Place. Me he vuelto bastante cómoda allí, ya sabes-.

-¿¡Vives allí!? No puedo creerlo, ¡mi propio hermano!-. Pataleó un momento con impotente frustración antes de volver a dirigirse a Snape. -Dime que al menos no se acuestan-.

Snape lo fulminó con la mirada a pesar de su intento de apatía y los músculos de su mandíbula se tensaron dolorosamente, rechinando los dientes. -No, no nos acostamos...-

-Gracias a Merlín-.

-...por desgracia-.

Le lanzó otra mirada de disgusto, y luego miró hacia el parque infantil por el que habían aparecido. -¿Dónde estamos?-.

Sev miró hacia los columpios, y tras un momento de lo que a Sirius le pareció una reflexión cariñosa, contestó. -Aquí es donde Lily y yo nos conocimos-.

Sirius enarcó una ceja. -¿Estás completamente seguro de que no eres bisexual?-.

-Sí, estoy seguro-.

-Porque sabes que sigues hablando de ella...-

-Sí, lo sé-.

-...Como si estuvieras enamorado de ella o algo así-.

-¿Nos vamos a casar o no, Black?- Las palabras salieron más cortantes y tajantes de lo que a Snape le hubiera gustado y al instante se arrepintió de su momentáneo descontrol.

Sirius levantó las manos en defensa propia. -Bueno, bueno, bueno, sigue siendo una llaga, ¿no?-.

Severus sólo lo fulminó con la mirada.

-¿Y qué pasó? ¿No pudiste conseguir a la chica y te convertiste en una? No. Ni siquiera pudiste conseguir al chico, ¿verdad? ¿Fracasaste con un Black y ahora intentas con el otro? Realmente eres patético, ¿no?-

-¡Dios mío, no estoy interesado en, en... ti! Me vendría bien el dinero, Black, eso es todo-.

-¿Eso es todo, eh?- Bajó las manos y dio un paso adelante, ignorando la varita que le apuntaba al pecho una vez más. -Pues qué pena, porque no te voy a dar ni un knut, ni un maldito knut de mi familia, ¿entendido? Me da igual que te conviertas en un mendigo hambriento sin hogar que tenga que hacer mamadas a la escoria que merodea por el callejón Knockturn para comer. ¿Sabes por qué? Porque te lo merecerías, Snape, no porque seas gay, sólo porque eres tú-.

Todo el cuerpo de Snape se tensó de furia. Ni siquiera pudo reunir las palabras para formular una respuesta medianamente decente, así que, en vez de eso, se limitó a lanzarle a Sirius un maleficio con la varita y, con la esperanza de que le doliera mucho, regresó a Grimmauld Place antes de que Sirius pudiera recuperarse del golpe.

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-Debo admitir que me sorprende un poco verte-. Regulus se sentó frente a su hermano mayor con la comodidad del fuego cercano y su copa de brandy en la mano.

-¿Sabías algo de esto? ¿Sobre la loca idea matrimonial de Snape?- Había pasado casi una semana desde el debacle del parque, pero la promesa de Snape de que conseguiría su parte de la finca familiar, entre otras cosas, casándose con él, no dejaba de tamborilear en su cabeza. Al principio se mostró un poco reacio a ver a su hermano para hablar de ello, pero tenía que saber qué estaba pasando realmente en casa en su ausencia. Tenía que hacerlo.

-Sí, lo sabía-.

-¿Y estabas de acuerdo?-.

-Me pareció justo-.

-¿Justo?-.

Regulus bajó la copa, derramando el elixir sobre la punta de los dedos. -Sí, justo. Quiero darte tu mitad. Maldita sea, ya he dividido la finca esperando que fueras capaz de hacer algo-. Sacó un pañuelo de la manga para limpiarse la mano. -Entonces se nos ocurrió esta ridícula idea, creo que estábamos un poco borrachos en ese momento, pero podría, funcionaría si sólo pudieras ser razonable-.

-No me sermonees sobre ser razonable. Todo esto es una absoluta mierda. No voy a entregar la mitad de mi herencia a ese bastardo baboso porque él...-

-Mi herencia-. Un destello de ira comenzó a crecer hasta convertirse en una llama detrás de sus ojos. -Sería yo quien le daría el dinero, no tú, ya que es mío, y sólo mío para darlo-.

Sirius se puso en pie y se agitó furioso. -¡Entonces por qué no se lo das si tanto te interesa que lo reciba!-.

Regulus también se puso en pie. -Quizá debería. Se lo merece tanto como tú-.

-¡Y una mierda que se lo merece! Soy tu hermano, ¡SOY FAMILIA!-

-¡NOS ABANDONASTE! Él estuvo ahí cuando tú estabas fuera jodiendo con tus estúpidos amigos. Cuando yo estaba en lo más bajo, él estaba allí para levantarme de nuevo. Cuando tenía miedo, él siempre estaba ahí para darme valor. Él estuvo en el lecho de muerte de nuestra madre, dándole poción tras poción para aliviar su dolor mientras ella te llamaba-. La voz se le quebró con esas últimas palabras, y se vio obligado a darle la espalda a su hermano. No iba a mostrar debilidad ahora, no con Sirius allí para burlarse de él por ello. Se llevó el dorso de la mano a los labios sólo un instante antes de soltar un largo y pesado suspiro. -No sabes cuántas veces la encontré en tu habitación después de que te fueras. Sabía que quería que volvieras, pero siempre fue demasiado orgullosa para admitirlo-. Se volvió, su rostro se suavizó y sus modales se volvieron más sinceros. -A veces se parecían tanto. Testarudos y tan arraigados a sus costumbres, nunca dispuestos a admitirlo incluso cuando sabían que estaban equivocados-. Miró a Sirius, buscando algo, cualquier cosa que quedara en él de los días en que aún estaban tan unidos. -Ni siquiera apareciste en su funeral... ¿por qué?-.

Le dolía contener sus emociones, pero como dijo su hermano, era demasiado orgulloso para mostrar arrepentimiento. Cuando por fin habló, lo hizo en voz baja, como si casi le diera vergüenza admitirlo en voz alta. -No pude-. Bajó la cabeza y se desanimó al ver lo descolorida que se había vuelto la alfombra esmeralda en la que solían jugar juntos de niños. -Creía que no me querían-. El tictac del reloj burló el pesado silencio que había entre ellos, hasta que dos brazos delgados y vacilantes le rodearon lentamente el cuello curvado hacia abajo.

-Te deseaba-.

Sirius no pudo evitar que sus brazos le devolvieran el abrazo aunque hubiera querido. Era tan agradable volver a abrazar a su hermano pequeño, volver a consolarlo. Este era su lugar, esto era lo que le faltaba. Esto es lo que quería. Como una piedra que se hunde en el mar sin profundidad, su corazón se hundió en lo más profundo de su pecho. Sabía lo que tenía que decir para que las cosas volvieran a estar bien, y dejó que las palabras susurradas salieran lastimeramente de sus labios. -De acuerdo. Si significa tanto para ti... lo haré. Me casaré con ese viejo baboso-.

ANOTHER SIRIUS SNAPE STORYWhere stories live. Discover now