Capítulo 12

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El otoño dio paso a un invierno lleno de nieve y las fiestas, tanto mágicas como de otro tipo, estaban en pleno apogeo.

Era el veintidós de diciembre, solsticio de invierno, y sólo faltaban tres días para el día de Navidad, cuando una desconocida apareció de repente en el camino de la finca de los Black, poco antes del anochecer. Llevaba el pelo canela recogido y apartado de la cara, y su pequeño sombrero estilo Robin-Hood lucía una larga pluma de cola de faisán que se mecía con entusiasmo mientras caminaba enérgicamente hacia la puerta principal. Llamó tres veces a la puerta y esperó respuesta acurrucada en su pesado abrigo, pero antes de que nadie respondiera, se dio un golpe en el muslo izquierdo.

Dio un respingo y se alejó tambaleándose del origen del golpe, abrazándose más fuerte al abrigo mientras miraba con recelo a un gran perro negro que la miraba con curiosidad.

-¿Hola?- La voz sonó desde dentro.

-Buenas noches. Soy la señora Batterbee... del Ministerio. Vengo a evaluar su matrimonio-.

La puerta se abrió y Severus se hizo a un lado para dejar entrar a la mujer y, al parecer, al perro. -Me temo que mi marido no está aquí en este momento. Salió un momento a hacer unos recados. Sin embargo-, miró con tristeza al perro que subía las escaleras hacia el dormitorio, -volverá en cualquier momento si quiere esperar-.

-Supongo que si es necesario, pero debo insistir en cambiar la cita si no llega pronto. Es mi última cita y me gustaría estar en casa para el solsticio-.

-Por supuesto-. Cogió su abrigo y lo colgó junto a la puerta mientras el perro bajaba las escaleras y salía de la habitación hacia la puerta trasera.

Cuando se sentaron, el sonido de la puerta al abrirse les hizo creer que Sirius acababa de entrar.

En realidad, Sirius acababa de entrar corriendo en la cocina, se había transformado en humano y había abierto la puerta. Severus aún no sabía que el chucho negro que de vez en cuando lo acosaba y el hombre que de vez en cuando lo acosaba eran la misma persona, y Sirius disfrutaba plenamente jugando con su pequeño secreto. -Eh, chucho, lárgate. Sabes que a Sev no le gusta que ensucies toda la casa. Anda, vete-. La puerta se cerró.

-Ese es mi marido ahora-.

Sirius entró en la sala de estar quitándose los últimos restos de nieve suelta del pelo y la ropa.

La mujer se puso de pie. -Señor Black, soy la funcionaria del Ministerio que ha venido a evaluar su unión. Creo que ustedes dos me esperaban-.

Sirius miró a Severus. -¿Era hoy?-.

-Obviamente-.

-Ja-. Se acercó y estrechó la mano de la señora Batterbee. -Bueno, espero no haberte hecho esperar demasiado-.

-En absoluto-.

-Bien. Um... ¿le traemos algo de beber?-.

-No, gracias-.

Severus le hizo un gesto para que volviera a sentarse. -Entonces, ¿empezamos?-.

-Sí, por supuesto-. Ella y los dos hombres se sentaron en sus respectivas sillas mientras ella sacaba y abría una fina carpeta granate con "Black" impreso en grandes letras negras en la parte delantera. -Ahora bien, según mis registros, su matrimonio tuvo un comienzo un poco accidentado. Nada de intimidad hasta principios de octubre, y no...-

-Espera-, Sirius se sentó con cara de confusión. -¿Qué?-.

-Está todo aquí, en mi informe-.

-¿Cómo puedes tener un informe sobre eso?-.

ANOTHER SIRIUS SNAPE STORYWhere stories live. Discover now