Capítulo 8

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Esta noche sería la primera que Sirius y Severus pasarían juntos en su nuevo hogar. Después de todo, el dormitorio principal estaba terminado, con sábanas nuevas y todo, y después de todo el trabajo que habían invertido en la casa hasta el momento, ambos estaban listos para mudarse. El problema era que ninguno de los dos quería que el otro estuviera allí con ellos.

-Entonces-, se quedaron allí, ambos cansados y listos para ir a la cama después de un largo día de trasladar algunas de sus cosas, frente a su cama king size, preguntándose qué hacer con la situación de dormir, -¿cómo vamos a hacer esto?-.

Severus suspiró, demasiado cansado para preocuparse demasiado por nada en ese momento. -Quiero el lado derecho-.

-¿Qué?-.

-No sé, mi madre dormiría en el derecho... y ya he puesto mi ropa en el armario de ese lado-.

-No, no. No. No quiero dormir contigo. No me importa de qué lado estés-.

-Bien, entonces me toca el lado derecho-. Se acercó a su recién reclamada mitad de la cama y empezó a desabrocharse la chaqueta.

-No estarás sugiriendo que compartamos la cama...- Hizo una mueca cuando la chaqueta de su marido fue arrojada sobre el respaldo de una silla cercana. -Deja de desvestirte. Sé que ahora estás... limpio y todo eso, pero aún así no quiero verte sin al menos una capa de ropa puesta-.

-Entonces no tienes de qué preocuparte, ya que no tengo intención de dormir desnudo en la misma cama que tú-. Se quitó la camisa y luego los pantalones, mostrando un simple par de calzoncillos negros que, en opinión de Sirius, eran demasiado pequeños y ceñidos alrededor de su pertinaz trasero.

Así es, pertinaz. Fue la primera palabra que le vino a la mente a Sirius mientras contemplaba el panorama antes de recordar de quién era el trasero que acababa de contemplar. -Esto es una locura-.

-Sí, lo es bastante, pero estoy cansado, así que me voy a la cama, contigo o sin ti-. Se metió en la cama y se acurrucó con el edredón de plumas, dejando que su cabeza se hundiera en la almohada con una sonrisa. Con Sirius o sin él, éste era el lugar más cómodo en el que había tenido el placer de dormir.

Sirius parecía menos feliz y más a punto de vomitar o llorar, o ambas cosas. Pensó en dormir en uno de los sofás apolillados o en alguna de las otras camas, pero todas estaban cubiertas de polvo y excrementos de rata. No, éste era el único lugar decente para dormir, así que más le valía hacerse a la idea. Después de todo, la cama era lo suficientemente grande como para que, si ambos se pegaban a sus lados como debían, ni siquiera se dieran cuenta de la presencia del otro. -De acuerdo, pero para que lo sepas, duermo desnudo, así que ponte de lado-.

De repente, Severus no estaba tan cómodo mientras escuchaba a Sirius desvestirse como unirse a él bajo las sábanas. Se acurrucó más pequeño que antes y, aunque había mucho espacio entre ellos, se escurrió más hacia el borde de su lado de la cama compartida.

Sirius apagó la luz de su lado y, tras unos instantes en los que la tensión disminuyó, Severus consiguió despegarse un poco de sus mantas para estirarse y hacer lo mismo.

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La noche fue larga y ardua con la interminable batalla de tira y afloja con el edredón. Ninguno de los dos se sentía tan descansado como les hubiera gustado por la mañana. Severus se aseguró de levantarse primero, no queriendo ver accidentalmente más de Sirius de lo totalmente necesario.

Se puso a trabajar en lo que, según sus fantasías, se convertiría en su biblioteca personal, donde podría colocar los muchos libros que Walburga le había dejado y donde podría trabajar en sus propios escritos. Al estar ya amueblada, contaba con un gran escritorio y una impresionante serie de estanterías. Una vez que se limpiaron las telarañas, se erradicaron y eliminaron las ratas, se acabó con el polvo y se cuidó a fondo el marchito papel pintado, Severus se puso manos a la obra para renovar la alfombra.

ANOTHER SIRIUS SNAPE STORYWhere stories live. Discover now