Cap. 4

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Sol

Okey, no fueron sencillos los ejercicios. ¿De dónde había sacado Wilmer estos números? No recuerdo que nos lo hayan explicado, y si lo hizo pues yo no estaba presente. No entendí nada de lo que había en la tarea, y de paso, cuando llegue anoche a mi casa estaba tan cansada que me quedé dormida. Era tanto mi cansancio que no escuché la alarma de esta mañana y ahora iba tarde a la primera clase.

Miré la hora en mi celular.

7:15 AM...

Mierda. Estaba muerta, estaba muerta, ¡Estaba muerta!

Caminaba tan rápido como mis pequeñas piernas me lo permitían. Dios mío, en momentos como este me daba rabia haber nacido de este tamaño. ¿Que he hecho yo para merecer esto?

Literal estaba dando brinquitos para poder llegar a mi destino en menos tiempo.

Jaja, diera lo que fuera por grabar esto.

Al llegar a la puerta de la escuela me encontré con el portero, el cual tenía su mirada malévola en su rostro. Claro, esto le divertia.

A cualquiera, ver un gnomo saltando y corriendo es algo que no se ve todos los días.

Al llegar al portón, le pedí amablemente a Cepillao (ese era el apodo del portero) que me abriera la puerta, a lo que él simplemente respondió:

—Llegas tarde.

—Por favor Capillao. — Dije tratando de recuperar el aliento que había perdido con la carrera. - Ni siquiera es tan tarde.

—La hora de entrada es a las siete.

—Eso lo sé, pero hoy me quedé dormida. Por favor....

—No puedo dejarte pasar.

Lo miré con odio.

—No puedes dejarme aquí. — Dije, pero él no se inmutó.

—Si puedo.

—Le voy a decir a la directora.

—No puedes.

—¿Qué me lo impide?

—Que ella está adentro y tú no.

Chistosito me salió el señor. Resignada mire mi reloj. Ya iban a marcar las siete y media y la profesora me iba a llegar matando si llegaba un minuto más tarde. Agh.

De mi bolsillo termine sacando un billete de veinte que me habían dado para comprarme algo para comer, y con cara de quererlo matar se lo entregué al porterete de segunda.

Sonriendo como idiota aceptó el billete (obviamente no lo iba a rechazar) y abrió la puerta sobre actuando una bienvenida al lugar. Idiota, a mi no me daba tanta risa.

La verdad a mi si.

¿No se supone que estés de mi lado?

Es que el wey se la lacreó.

Corro por los pasillos y subo las escaleras, saltando para ganar distancia y tomando todo el oxígeno posible. Finalmente llegué a la puerta de mi salón y abrí sin siquiera tocar.

Eres el Sol de mi VidaWhere stories live. Discover now