Cap. 5

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Harry

Caminaba por las calles de la ciudad y mis piernas se estaban cansando. Ojalá hubiera decidido tomar el autobús y no creer que me quedaría tan cerca la casa de esta chica. Dios...porque si, estaba lejos.

Al principio el profesor me había caído bien, pero al hacerme hacer está tarea con alguien más y negarme la opción de hacerla individualmente, se había ganado un poco de mi rencor.

No es que fuera asocial...

Si lo eres...

Ni que odiara a todo el mundo...

Pero si lo odias...

Pero es que en verdad no quería está en grupo con nadie. Me fastidiaba tener que pasar horas con una persona desconocida, con la cual de seguro no tenía nada en común.

¿Eso como lo sabes?

Cuando esta chica, Sol, me había pedido la tarea, yo sé la di porque la verdad no me contaba nada. La realidad es que no le iba a salir con una patada cuando bien podía ayudarla; pero yo sabía que esa chica no era tan linda como pretendía ser.

En la semana que había estado en mi nueva escuela había aprendido mucho sobre mis compañeros. Cada uno tenía un grupo, y cada grupo tenía sus integrantes. Cuando ella se acercó, no era la primera vez que la veía.

La había visto varias veces con sus amigas, ya sea asaltando la tienda de la esquina o en el fondo del salón hablando de cosas que en verdad no me interesaban escuchar. También la veía con su novio, el cual era amigo del chico que casi me rompe la cara la otra vez.

Y ella lo trataba bien, al orangután, digo, como si fuera uno de más de sus amigos. No sé, no me convencía.

Otra cosa es que ella y yo en ningún universo podíamos encajar. Cuando la ví, tenía puesto un atuendo que parecía de niña de doce. Su cabello recogido con una moño rosa llamaba la atención y atraía las miradas hacia ella. ¿En serio buscaba tanto la atención de los demás? Usualmente esa no es una buena señal.

Yo vivía en este mundo como una mota de oscuridad, odiando a todos, y ella irradiaba demasiada luz como para ser soportable. El nombre que tenía le iba bien, era como la luz del Sol que te pegaba en los ojos cuando tenías resaca. Molesto y te hacía doler los ojos.

Dicen que no hay que juzgar a un libro por su portada, pero era difícil no hacerse ideas por como se veía. Toda ella era el claro cliché de la niña popular que se creía la mejor del mundo, y esa clase de gente me caía mal, no la pasaba. Nadie es mejor que nadie, al final, todos somos grano de arena insignificante en un desierto infinito.

No somos nada, a fin de cuentas.

Ella me había escrito el día anterior para darme su dirección, y así hacer la tarea en su casa. Por alguna razón quiso confirmar si de verdad podía ir a su casa y no me iba a meter en problemas. Se esforzaba para ser amable conmigo, para que me cayera bien, cuando ese esfuerzo exagerado tenía el efecto contrario.

No iba a tener problemas con mi madre. Ella confiaba en mí, nunca le di razones para desconfiar. Siempre me dejaba salir de la ciudad para poder ver a Alex, ya que él muchas veces estaba ocupado en su estudio como para poder visitarme a mi casa.

Entonces ir a la casa de una compañera no iba a ser un problema si lo veíamos bien, ¿No?

Mientras más cerca estaba la dirección que me habían dado, el barrio se volvía cada vez menos humilde, cambiando las casas de ladrillos y madera por edificios muy interesantes. La niña popular vive en el barrio menos humilde de la ciudad, que predecible.

Eres el Sol de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora