Capitulo 21

55 3 0
                                    

En la actualidad - Dallas, Texas

Cole observó a Jessa, cada instinto en él sobrecargado. Estaba pensando en algo, al límite de algo. Ella lo miró ferozmente, luego caminó de arriba abajo por la pequeña habitación, sus pies pisando sin hacer ruido el suelo con pasos rápidos que le decían todo
sobre su ansiedad... y su enojo. Por supuesto que ella estaba enojada. En su cabeza, ellos le habían mentido, pero
realmente no había parecido una mentira en su momento. Había sido una tapadera. Ir encubiertos era parte de su trabajo. Pero esta tapadera en concreto les había estallado en la cara. Burke podría ser tan optimista como quisiera. Ella no iba a regresar. No ahora que había descubierto lo que
verdaderamente eran.
Mercenarios.
Odiaba esa puñetera palabra. Sonaba egoísta, lo que los hacía parecer como hombres que vendían sus servicios a cualquiera por dinero, que usaban su poderío y su fuerza, sin importar el motivo o a quien lastimaban. Él no era así, pero no podría convencer a Jessa.
¿Acaso, a estas alturas, ni siquiera merecía una oportunidad para intentarlo? Suspiró. ¿Cómo lo respetaría su hijo cuando se hiciera mayor, cuando creciera?

- Entonces, ¿cuánto tiempo prevéis que yo viva en un pantano?

Cole observó su paso, sus manos que se apretaban y relajaban. Ella estaba a punto de estallar y él iba a dejarla. Tal vez si ella drenara algo de su tensión de manera natural, él no estaría tentado de arrojarla sobre la cama y obligarla a tener orgasmos hasta que se relajara. A él ese plan le parecía mucho mejor, pero ella no lo deseaba. El tío Martin había tenido razón; él no era bueno para nada. Nadie nunca lo amaría.
Cole cruzó los brazos sobre su pecho y se quedó mirando fijamente a Burke.

Cole solo negó con la cabeza.
- ¿Ni una sola palabra?

- No.

Mierda. Burke quería hacerle morder el anzuelo para que perdiera los estribos y Cole se negaba a permitirlo. Burke quería que él agarra a Jessa y le diera placer a la fuerza hasta que se derritiese en sus brazos, luego se la pasaría a su hermano, así él podría darle más de lo mismo. Pero Cole no iba a darle a su hermano la satisfacción de mostrarle a Jessa lo mucho que la amaba y deseaba. O de tratar de hacerla ceder y enternecerse por ellos. Era inútil. Ella no iba a regresar.
El gruñido de Burke escapó del fondo de su garganta. Su hermano estaba realmente enojado, una sorpresa dado que Burle raramente perdía los estribos. Ese era el trabajo de Cole, pero Burke parecía dispuesto a asumir el control por él.

- Bien. Haré lo que siempre hago. Hablaré por ti. Jessa, permanecerás en el pantano durante tanto tiempo como sea necesario, hasta que nosotros te digamos que está bien que te vayas.

Los ojos femeninos se entrecerraron.

- O tal vez, llamaré a los policías. Es muy posible que él no haya podido comprarlos a todos. Tal vez yo estaría mejor corriendo el riesgo con ellos que con vosotros dos. Al menos no me mentirían.

Cole sintió que todo su cuerpo respingaba, como si ella le hubiera asestado un tiro. No, una bala le dolería menos.

- Tú no vas a llamar a nadie - Burke se cruzó los brazos sobre el pecho e
intencionalmente apretujó a Jessa. Invadió su espacio, dominándola con su altura. - ¿Honestamente crees que no hemos probado todo lo que pudimos en el corto tiempo que hemos tenido? Tenemos gente llamando a los Federales, a la oficina del Fiscal de Estado, al Fiscal de Distrito de Nueva York. Estas cosas llevan su tiempo. Eso es con lo que está contando Marco.

- O tal vez está contando con el hecho que ha tenido meses y meses para preparar esto y sabe con exactitud lo que vosotros haréis a cada paso, como sentarse aquí y esperar que
venga por nosotros - el cuerpo de Jessa prácticamente vibraba de rabia.

Su virgen Secreta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora