Te estoy esperando

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¿Cómo llegamos a esta situación? Se preguntó una peliazul nerviosa, mientras detrás tenía a una pelirosa con el cabello esponjado aflojándole la corbata y susurrándole cosas en el oído.

- ¿Y bien, Twilight? -le susurró con una voz ronca que hizo temblar a la peliazul -. ¿Estás dispuesta?

- Y-yo... -soltó un suspiro al sentir besos que iban desde su oreja hasta el cuello, mientras le desabotonaban lentamente la camisa-. E-esto está mal, Pinkie.

- ¿Ah, sí? ¿Esto está mal? ¿Y acaso no está mal que esas chicas de quién sabe dónde le coqueteen a la presidenta de la escuela? -dijo la pelirosada, con un tono lleno de celos, mientras sus manos acariciaban la cintura de la peliazul.

- P-primero, por supuesto que está mal, el reglamento interno dicta que e-este tipo de contacto fisíco está totalmente prohibído. -soltó un gemido al sentir las manos de Pinkie acariciando sus pechos encima de su sostén-. Y segundo, ellas no me estaban coqueteando, solo querían ayudarme.

- ¿Ayudarte en unos cálculos matemáticos, sabiendo que eres el mejor promedio de probablemente toda la ciudad, a la vez que te preguntaban si tenías novia? -dijo la fiestera, con obvia ironía, mientras sus manos se deslizaban lentamente por las de Twilight.

- B-bueno, quizás solo tenían curiosidad -dijo, intentando apartar a Pinkie sin éxito.

- Ay, sí, ajá, curiosidad.- dijo, con molestia-. Le voy a demostrar a todas esas niñitas que tú eres mía, y la próxima vez que alguien ose siquiera a mirarte con otros ojos, me voy a asegurar de que esos mismos ojos no vuelvan a ver la luz del sol de nuevo, ¿entendido? -aseguró con dominancia y seriedad, mientras la volteaba y la besaba apasionadamente.

- S-sí, yo... -la peliazul sintió cómo los nervios la empezaban a consumir-. Pinkie, ¿q-qué somos? -la pelirosa la miró seriamente e iba a contestar, pero el sonido de las puertas de la biblioteca siendo pateadas las alertó y Pinkie se alejó de ella.

- Estar aquí me da sueño, no entiendo cómo Twilight puede sobrevivir tanto tiempo entre estos libros. -escucharon comentar a Rainbow Dash-. ¿Twilight, estás aquí? -comenzó a gritar la peliarcoirís.

- Shhh, en las bibliotecas no se alza la voz, Rainbow Dash -la silenció Twilight, asomándose por una de las estanterías.

- Ahí estás, cerebrito, te estaba buscando. ¿De casualidad no habrás visto a Pinkie?

- Creo que la vi por los estantes de allá -dijo la pelirosada, saliendo de un macetero y apuntando la dirección en donde estaba la peliazul.

- ¡Ah! ¡Pinkie! -dijo la peliarcoíris, dando un salto y tocándose el corazón-. Casi dejas a este mundo sin Rainbow Dash.

- Upsi, lo siento, Dashie -dijo la fiestera, tocándole el hombro y sonriéndole-. Volviendo al tema, ¿para qué nos buscabas?

- Ah, claro, en realidad solo te estaba buscando a ti.

- ¿Y entonces por qué irrumpiste tan abruptamente la biblioteca gritando mi nombre? -dijo Twilight, levantando una ceja.

- Porque tú lo sabes todo y supuse que sabrías dónde estaba Pinks, duh.- dijo Rainbow, fingiendo obviedad-. Aparte, siempre están juntas, no era difícil adivinar que estaría contigo.

- ¿Pinks? -susurró para sí misma la peliazul, con un poco de celos. ¿Desde cuándo son tan cercanas? Ni siquiera ella le tenía apodos a la pelirosa.

- Como sea, ¿me acompañas, Pinks? -dijo la peliarcoíris, dando la vuelta y saliendo de la biblioteca.

- Oki doki loki -dijo, siguiendo a Rainbow, sin siquiera despedirse de la peliazul.

One-shotsWhere stories live. Discover now