39 | Cambios

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39 | CAMBIOS

Heath

La película terminó, y Grace seguía tumbada sobre mí.

Fui incapaz de despertarla. Estaba profundamente dormida, incluso roncaba un poco.

Sonreí y le acaricié la mejilla. Ella frunció el ceño y enterró su cara todavía más en mi torso.

Todos se habían marchado.

Estaba baldado. Interactuar con Grace siempre era agotador; discutir, sentir todo mil veces más fuerte, torturarme después por mi comportamiento y verla con otro tío con el que había estado antes que conmigo digamos que me quemó un poco.

Pero el sofá era incómodo y no quería que se hiciera daño —aunque el ochenta por ciento de su cuerpo estuviese apoyado en el mío —, de modo que pasé un brazo por debajo de sus muslos y con el otro la sujeté de la espalda, cargándola.

No pude evitar acordarme de la primera vez que la llevé así; borracha y con la certeza de que me vomitaría encima.

Me lo agradeció porque le recordaba a su relación con su padre cuando era pequeña.

Ese hombre no era consciente de lo que había perdido como hija. Simplemente era un ser de luz al que sería incapaz de hacerle daño.

—Mhm... —gimoteó en sueños.

Al dejarla en la cama con cuidado, Grey se acercó de un salto, encantado con su nueva mejor amiga humana, y yo me tumbé a su lado.

Iba a ser raro dormir juntos o abrazarnos durante la noche por decisión propia, pero era algo de lo que no pensaba quejarme.

—Lo siento —bostezó agotada, frotándose los ojos y tratando de incorporarse —. ¿Llevo mucho rato dormida?

—No —mentí con media sonrisa, pasándole un mechón de pelo por detrás de la oreja —. Vuelve a dormirte, Grace.

—Espera. —me tomó del brazo y se sentó abrazándose las rodillas, con la cabeza apoyada en ellas y mirando hacia mi dirección —. ¿Ellas...? —musitó. Volvió a intentarlo —. ¿Sherry y Kaia han vuelto a ponerse en contacto contigo?

Negué con la cabeza, apretando la mandíbula con incomodidad.

—No. ¿Por qué?

Pareció quedarse más tranquila, aunque no del todo. Se arrimó a mí con Grey en brazos, apoyando la cabeza en mi brazo y mirándome.

—¿Qué vamos a hacer?

Enarqué una ceja, confuso.

"¿Vamos?" —repetí.

—Ya sabes, al respecto —me miró como si fuese obvio —. Heath, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Te drogaron.

Las palabras se clavaron en mí como dagas envenenadas.

No quería pensar en eso.

Ya lo hice en su momento. Pero ahí... ahí no quería seguir pensando en ello.

—No hay nada que hacer. Déjalo y duerme, Grace —le sugerí, cerrando los ojos aunque no fuese a dormirme.

—¿Cómo quieres que lo deje? —me preguntó como si fuese un jodido lunático —. ¡No puedo dejarlo! ¡Lo que hicieron fue...! —se cortó a sí misma, espantada, y me abrazó —. No quiero ni pensarlo. Tenemos que hacer algo. ¿Por qué no llamamos a la policía o las denunciamos?

—No habría pruebas. Sherry conocía a los propietarios del local, así que estoy seguro de que los convenció para borrar las grabaciones de las cámaras de seguridad de ese día —contesté sin mucho ímpetu.

English Love Affair ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora