44 | Sonrisas, lágrimas y burritos

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feliz san valentín de parte de...

44 | SONRISAS, LÁGRIMAS Y BURRITOS

Ax

Todavía me retumbaba la frase en la cabeza incluso después de que Grace la soltara.

Nos íbamos de gira.

Joder. La peña quería vernos. Gente de todo el puto mundo.

A nosotros.

Y por muy emocionado y orgulloso que estuviese, algo, una diminuta espina se clavaba con más fuerza entre las costillas, porque la cara de Pen al hablar del tema, al mencionar que no podía venir, me destrozó por completo.

—Siempre tan responsable —comentó mamá con media sonrisa, resoplando —. Es tan buena chica que hasta sufro por ella.

—Mamá —rodé los ojos con media sonrisa.

No era ningún secreto que Shannon O'brien adorase a mi novia; las dos eran tal para cual. Incluso a veces sentía que sobraba cuando cenábamos con ella.

Mi madre siempre la había tratado como una hija más. Desde el primer día que creamos la banda, mi madre notó que no paraba de mencionar a cierta chica con una coleta rubia, converse y leggins rotos y la sonrisa más bonita del mundo que nos grababa a todas horas.

Supongo que nunca se me dio muy bien eso de disimular.

Después de alquilar el garaje donde meses atrás solíamos ensayar, se pasaba cuando podía a escucharnos y la conoció.

Intuyó muy rápido que Penny me gustaba. Saltaba a la vista porque, cada vez que sonreía o explicaba algo sobre planos, películas, fotógrafos y directores de cine famosos que admiraba, yo sonreía como un idiota al escucharla tan sumergida en su propio mundo, a pesar de no entender absolutamente nada.

—Por favor, díselo, Axel —insistió por quinta vez.

Resoplé, rascándome la cabeza.

—Sabes que no va a parecerle bien.

Ella se rio.

—Pues claro que lo sé —sus trenzas africanas se movieron hacia la derecha —, pero también sabes lo tozuda que es tu madre.

Oh, por supuesto que lo sabía.

Paseé por el pasillo en dirección al cuarto de los chicos. Realmente tenían uno para cada uno, pero Corinne se encargó de pedir camas nido al enterarse de la situación, y estas primeras semanas prefirieron dormir en la misma habitación.

Respecto a las deudas que teníamos con Corinne y Grace, empezábamos a saldarlas, algo que me dejó bastante más tranquilo. No quería alargar más esos préstamos ni mucho menos parecer un aprovechado.

En la sala de estudio —así la bautizó Pen, ya que estaba compuesta por una escritorio largo, dos sillas giratorias y mi batería —, se encontraba Gus haciendo sus deberes, mientras que Bobbie se duchaba después de su primer entrenamiento de fútbol en el equipo del instituto.

Siempre le habían gustado los deportes y tenía bastante talento con el balón, pero la familia de Pen nunca pudo permitirse apuntarlos en ningún lado, ya que eran muchos hermanos y no tenían ingresos.

Ninguno que no proviniese de ella, claro.

Solo de pensarlo me hirvió la sangre. Odiaba a todos esos idiotas como nadie.

Miré a Gus. Tenía el ceño fruncido mientras contaba con los dedos, pero de pronto se perdió en sus propias cavilaciones mirando al techo y después a la batería, mordiéndose el labio, como si estuviese teniendo un debate interno y no supiese si tocarla o no.

English Love Affair ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt