Capitulo 12

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—¡¿En dónde demonios está Damián?! —soltó Padme, levantándose de la silla, pero entonces Aspen alzó una mano y se apresuró a decir:

—Te recomiendo que vuelvas a sentarte porque si haces aunque sea otro movimiento extraño, alguno de los cuatro francotiradores que están acostados en puntos estratégicos de las torres que rodean la mansión, te volará la tapa de los sesos.

Carajo…

Eso hizo que se sentara de nuevo.

—Damián Fox —suspiró Aspen y con un dedo se acarició la nuca en un leve gesto pensativo—. Está pasando por el Hito desde hace nueve meses. Es sorprendente, ¿Sabías? Considerando el tipo de noveno que es, su edad y su entorno, lo ha soportado de forma excelente.

—Está controlado —se apresuró a decir Poe —. Conseguí los nuevos medicamentos para él a tiempo.

—Ah, ese costoso medicamento. Según, si lo recibes a tiempo, puede tener un desarrollo exitoso. Bueno, creo que no ha funcionado o él te engañó y no lo tomó como un chico bueno.

—¿Qué? Eso.. No puede ser cierto.. — dijo Padme

—No había forma de que supieras, Padme. Un noveno al perder El Hito es capaz de hacer cosas que no podrías soportar ver. Por eso, cuando ya no se puede hacer nada, hay que eliminarlos.

¿Qué? No pueden hacerlo, no sin haberlo hecho yo. Okey, es una broma, pero volviendo al tema, entonces, ¿Por qué hizo todo esto si ya lo sabía?

—Fue mi culpa, yo le pedí que me integrara a este mundo, él no quería hacerlo —dijo Padme en un tono de intento de convencerlo, no funcionó.

—Suenas como Tatiana ahora, y no va a funcionar dos veces. Pero, ¿Qué hay de ti, Jenna? ¿También te vas a culpar? —preguntó. No respondí—. Aprendan de ella, pero aunque lo intenten o se culpen al respecto, son unas simples presas, no se puede esperar mucho de ustedes.

—¿Por qué está tan seguro? ¿Acaso ya me conocía? —inquirí.

—Por supuesto, Jenna. ¿Ya no me recuerdas? —me miró, mostrando una sonrisa en sus labios.

Ahora que lo pienso, recuerdo haberlo visto en algún lado.

—Entonces, usted —murmuré al verlo confundida—. ¿Conoció a mis padres?

—Por supuesto, cuando te presentaste, creí que te habían eliminado mucho antes, pero no, sigues aquí.

Ah, ¿tuvo algo que ver con todo? ¿Qué pasó realmente? Pero ya no tiene importancia saberlo, ya quedó atrás.

—¿Los conoció o no?—vuelvo a preguntar.

—Sí, pequeña. Lamento el accidente de tus padres, que hayan muerto en esos términos —soltó una risilla burlona y sigue—: Ellos me contactaron para ayudarlos contigo. Ambos eran Novenos. Querían mi ayuda, pero mi padre lo descubrió y los mató. Así de simple fue. 

Tan fácil se le hizo decirlo. Siempre creí que su accidente fue algo que salió mal en su auto... y así fue, porque ellos eran Novenos, ¿fue acaso mi culpa? ¿gracias a mí... les sucedió ese accidente? No entiendo, hay varias preguntas que quiero hacerle, ninguna sale de mi boca.

En un momento dejé de sentir todo, las ganas... de llorar, de enojarme, solamente nada. Me dolía el pecho, fue mi culpa que mis padres murieran, fue... mi culpa.

—Ah —musité.

—Pero quisiera decir que me sorprendes bastante, a pesar de ser una simple presa, no lo aparentas. Hay varías actitudes en tí que son del instinto de un Noveno.

—No entiendo a lo que se refiere —respondí.

El hombre suspiró.

—Lo sabes. ¿O quieres que lo diga frente a todos?

Yo negué, por supuesto. ¿De qué habla según él? No tengo nada parecido a un Noveno, yo soy muy miedosa al respecto, ¿Cómo podría?
Ni desearía que eso me pasara. Nunca.

Pero entonces, Eris intervino en ese momento en un tono muy desafiante.

—Si ya lo sabía y pretendía matarnos a todos, ¿Para qué nos trajo a la mansión y para qué organizó todo esto?

—Porque necesitaba traerte a donde perteneces — dijo él.

Eris hundió sus cejas.

—No comprendo —dijo ella.

—No estaba en mis objetivos investigar a Padme o a Jenna, sobre todo porque siempre creí que se mantendría como unas presas. Fue un golpe de suerte que esto sucediera así, que ellas fueran tus amigas y que precisamente Damián ocasionara este enredo —Explicó el hombre—. Desde hace mucho tiempo vigilé tus pasos. Desde hace tanto tiempo...

—¿Y porque me vigilaba?

—Eris, tu perteneces a este mundo desde que naciste. Eres una Novena, una Hanson. Eres mi hija.

—Tengo padres, así que eso es absurdo. ¿Cómo podría ser su hija? Si fuese así, ellos me lo habrían dicho, además, me les parezco mucho —rebatió la pelirroja, mirándole como si fuera alguien desagradable.

Poe suspiró dando a entender un —esto no puede estar pasando—.

Ahora podía entender el motivo del porque se interesó mucho en Eris al comienzo. Al parecer su atención estaba en ella, pero por ser amiga de Padme, fue cómo se enteró igual de todos nosotros, también gracias a Tatiana.

Twisted Love [Nicolas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora